Alguien,
una vez, me llamó ignorante por no saber el significado de una palabra que
mencionaron en una conversación. Cuando la escuché pregunté enseguida
qué significaba; el reproche de ignorante no se hizo esperar y por un
momento me dieron ganas de retirar la pregunta. En verdad me sentí ofendido. Ser
ignorante abarca mucho; es una palabra fuerte. En ese momento no dije nada
para defenderme, sólo pregunté y me quedé
callado, aguantando la humillación de aquella persona.
No solo
me ofendí por haber sido catalogado como un ignorante, que para mi orgullo ya
es demasiado, sino porque quien me lo dijo es alguien muy
pedante y que está muy lejos de sobresalir por ser culto.
Aun así, con el coraje que me dio, me quedé callado y no contesté a su crítica.
No me
considero ignorante, para nada. De hecho, cuando estuve solo, y todavía enojado, me puse a pensar en razones para probarme a mí mismo que no soy un
ignorante. Enlistando mis conocimientos: puedo hablar tres idiomas, conozco de música, deportes y cine; tengo un título universitario y he vivido en tres países diferentes. He visitado muchos lugares y leo al menos 12 libros al año.
Luego me
sentí ridículo tratando de demostrar que sé mucho. Después de todo una hay una frase muy interesante que Einstein
dijo: "Todos somos muy ignorantes, lo que pasa es que no todos ignoramos
las mismas cosas." ¡Cuánta razón tiene! Por más que uno quiera conocer
temas, definiciones o términos, nunca vamos a saber todo. Somos demasiado
limitados. La vida entera no nos alcanzaría para conocer todo lo que existe.
La única
prueba que puedo mostrar para refutar que no soy ignorante es que me gusta
aprender cosas nuevas. Me gusta siempre saber más; conocer otras culturas,
nuevos temas; abrir mi mente. Por eso me gusta tanto leer. Por eso escribo. Creo que eso identifica a alguien culto. La ignorancia radica en no
interesarse por saber más, en dar por hecho que se conoce lo suficiente. ¡Nunca
sobra saber algo más!
Ignorante
hubiera sido yo si no hubiera preguntado el significado de esa palabra que no
conocía. No se puede juzgar a alguien de ignorante por no saber una palabra.
Decidí
desde entonces no llamar a nadie así. Especialmente sin saber qué es lo que
puede llegar a conocer esa persona. Que una persona no sepa algo no es
prueba de ignorancia solo porque yo sí, y a veces hasta llegas a darte cuenta de la ignorancia de
alguien por su ánimo de aparentar conocimiento. Cuando se habla sin saber lo que se dice llegas a dar lástima, porque si hay alguien más presente que sí sepa de eso, ¡ay de aquel que habla! en verdad es peor ridículo que
admitir que no se sabe y que necesitaríamos estudiar sobre aquello o escuchar
con atención a un experto. Porque la verdad es que no importa cuánto
sabes, "lo importante es nunca dejar de preguntar" -Albert Einstein.