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Fábulas de AMLO

Cuando queremos explicar algo que puede resultar complicado, es normal recurrir al ejemplo; la metáfora que ilustra lo que queremos decir. Pero es necesario encontrar un ejemplo que realmente se parezca a lo que queremos explicar, o de lo contrario puede resultar contraproducente. 

El presidente López Obrador lleva todo su mandato comparándose y poniendo como ejemplo a personajes históricos para explicar su situación y sus decisiones. Su base electoral evidentemente no le cuestiona absolutamente nada, pero los que sí lo hacemos nos parece ridículo lo que dice. Se ha comparado con Madero, con Benito Juárez y recientemente con Jesucristo. Cualquiera que sepa de historia sabrá que ninguno de los casos con los que López se compara son adecuados, pero uno en particular me sorprende que no sea un escándalo: la comparación con Juárez, un presidente que se reeligió hasta su muerte. Para fortuna de López, la gente que lo apoya no conoce los detalles de la historia de esos personajes y quienes sí los conoce, los pasan por alto para no tener que criticarlo. 

Otro ejemplo de metáforas mal utilizadas se dio cuando hace algunos días en su conferencia de prensa mañanera, los periodistas, cansados de que no les dieran la palabra y que solo los periodistas chayoteros pudieran hablar, comenzaron a hacer preguntas sin esperar el micrófono. Lo cuestionaron severamente, algo a lo que no está acostumbrado el presidente; no eran preguntas a modo que dan pie a que explaye sus sermones de propaganda que es para lo que está hecha esa conferencia diaria. El presidente no se sintió cómodo y lanzó una dura crítica a la prensa. Les reclamó que “mordieran la mano que les quitó el bozal”, dejando claro que él piensa que fue quien liberó a la prensa de la “opresión en la que vivían”. 

En primer lugar, no se puede jactar López de ser el progresista que dejó hablar a la prensa. Ese fue, aunque le pese a mucha gente, Fox. Él sí fue el primer presidente que soportó todo tipo de críticas de la prensa sin represalias. López ni por error es un vanguardista en ese aspecto, y menos cuando descalifica a quien sea que se atreva a criticarlo.

En segundo lugar, y más importante: pedir que no cuestionen a quién les “quitó el bozal” ¡es sí mismo poner un bozal! ¿Qué quiere López? ¿Que no le exijan explicaciones? ¿Que solo lo alaben? ¿Cómo es eso apoyar la libertad de prensa? Si estás a favor de la libertad de prensa no puede ser solo cuando te conviene lo que dicen. Sobre todo cuando los cuestionamientos son 100% legítimos. 

Evidentemente el presidente deja mucho qué desear con sus declaraciones. Cuando tiene que defender corruptelas se excusa en que la ley lo permite, y cuando no le conviene dice que la moral debe de estar sobre la ley, y así siempre tiene una manera de excusar su actuar. 

Pero el peor ejemplo de falta de claridad en sus ideas nos lo dio en un tuit donde recomendó leer una fábula de Esopo llamada "Las ranas pidiendo rey". La historia resumida va así: 

Un grupo de ranas le pide a Zeus que les envíe un rey porque reconocen que no hay orden en su comunidad. Zeus les envía un tronco para que les sirva de rey. El tronco no hace absolutamente nada y las ranas se quejan con Zeus; quieren otro rey, uno más activo. Zeus entonces les envía una serpiente, que las devora y las elimina a todas.

La moraleja en la narración dice: Para elegir un gobernante es mejor que sea compasivo y honesto que uno corrupto y malvado, aunque sea emprendedor. 

Después de leer la historia no estoy seguro qué es lo que López quería que entendiéramos. No recuerdo alguna otra fábula que me haya hecho sentir tanto desprecio. Con todo respeto a Esopo, en este ejemplo falló rotundamente. Sí, es mejor para las ranas tener un tronco que no hace nada a una serpiente que las engulla, pero comparar eso con un gobernante me parece absurdo. Un tronco inanimado no es compasivo ni honesto. Un tronco es el equivalente a nada. Y una serpiente no es emprendedora solo porque se puede mover; una serpiente es un depredador. Ninguno de los dos es "mejor", solo que uno es menos nocivo para las ranas. 

Ahora, López no escribió esa fábula; él la leyó y decidió que era conveniente recomendarla, por lo que cabe cuestionar ¿con qué rey se identifica él? ¿Con el tronco que no hace absolutamente nada y que las ranas exigen cambiar porque les da igual tener un rey tronco que no tener rey? ¿O con la serpiente? Que llega con mucho dinamismo y demuestra que es activa (tal vez entablando juntas de trabajo a las 6 de la mañana) pero que lo que hace es eliminar por completo a la población de ranas.

Un mandatario inteligente no pone ejemplos que puedan generar más dudas de las que supuestamente quiere aclarar. Pero López nos da dos opciones, o un mandatario inútil pero inofensivo, o uno emprendedor pero depredador. ¿Qué tal si no queremos ninguno de los dos? ¿No se le ocurre a López que lo que queremos es un presidente hábil, astuto, honesto y que no nos asesine?



Las fábulas pueden ser muy efectivas, si se utilizan adecuadamente. Cuando eres torpe, si tienes suerte, solo causarás confusión.


Del Castillo, a Los Pinos, al Palacio

Andrés Manuel Lopez Obrador está obsesionado con equipararse a Benito Juárez. Lo idolatra, lo pone como ejemplo para todo y lo menciona a cada oportunidad. Quiere que la gente lo identifique con él, de nuevo confiando en la ignorancia del pueblo, ya que como todos los personajes de la historia, Benito Juárez tiene sus claroscuros y para nada se puede defender como un ejemplo de presidente (de hecho fue Porfirio Díaz quién lo enalteció para poder tener un héroe a quién venerar, por necesidad de una identidad nacional). El otro presidente que escogió para definir el nivel de líder al que aspira fue a Lázaro Cárdenas. Por tanto sus dos referencias de un buen presidente son Juárez y Cárdenas.

Por eso, desde antes de la campaña presidencial, ya anunciaba que de llegar a la presidencia dejaría de utilizar Los Pinos como residencia oficial, y se cambiaría a vivir en Palacio Nacional. Esto tenía dos objetivos: el primero, imitar a Benito Juárez quien vivió en Palacio Nacional durante su presidencia, y el segundo, imitar a Lázaro Cárdenas quien cambió la residencia oficial del presidente del Castillo de Chapultepec por una residencia menos ostentosa

Castillo de Chapultepec
Desde que anunció que dejaría Los Pinos dijo que lo convertiría en un espacio para la cultura y para que todos los mexicanos pudieran visitar la casa; justo como dijo Lázaro Cárdenas cuando anunció que no viviría en el Castillo de Chapultepec y lo convertiría en un museo para que la gente pudiera visitarlo. El problema es que Lázaro Cárdenas cambió el fastuoso Castillo de Chapultepec, justamente por Los Pinos. Por lo tanto, pareciera que López critica a su ídolo Cárdenas por vivir en una lujosa residencia. Pero lo más importante es que López Obrador cambia una residencia tradicional ¡por el Palacio Nacional! Y falta todavía saber cuánto van a costar las adecuaciones para que la familia presidencial viva ahí. 

Los Pinos
El otro tema del que López no hace comentario es que si bien Benito Juarez vivió en Palacio Nacional, también lo hicieron los presidentes anteriores, incluido López de Santa Anna, a quien López Obrador aborrece. Por lo tanto, ¿no hubiera sido más fácil ahorrarse tiempo, dinero y esfuerzo y continuar con Los Pinos como residencia oficial? Sabemos que López toma decisiones más por cómo se ven al ojo popular que por eficiencia o practicidad, pero creo que en este caso se le pasó la mano. 


Si bien yo hubiera preferido que se quedara en su casa particular, como dijo en algún momento que haría, entiendo lo incómodo que es para el presidente de la república tener que trasladarse todos los días de su casa a su oficina, pero justamente esa era la ventaja de residir en Los Pinos. Y ahora que se da cuenta que no es nada conveniente, pues tiene que arreglar un problema que antes no existía. Y claro, aguantar las criticas de parte de quienes nos damos cuenta de sus pifias. 


Qué se contesta a un berrinche


¿Se puede tratar de razonar con quien no quiere hacerlo? En mi experiencia no es posible. Cada vez que quiero discutir algún tema con alguien que no está dispuesto a escuchar me doy cuenta que pierdo mi tiempo. No importan las razones que se expongan cuando el objetivo de la otra persona sea estar en contra a como de lugar. 

Donald Trump escupe amenazas e insultos en twitter no para confrontar a quien amenaza o insulta, lo hace para engañar a sus electores y hacerles creer que busca el bien de su país. Claramente las decisiones que toma no ayudan al propósito que presuntamente busca, por lo tanto solo podemos asumir que su intención es crear faramalla y espectáculo, no dar resultados. Cuando el día de ayer, 30 de Mayo, Trump publicó en twitter que iba a imponer aranceles a los productos importados por su país provenientes de México para obligar a nuestro país a frenar el flujo migratorio, dejó claro que no entiende cómo funciona la economía y el mercado. Pero también quedó claro que su base electoral tampoco entiende nada de eso, y le aplaudieron que defendiera a Estados Unidos (por que eso es lo que creen que hizo).
La carta que envió Andrés Manuel como respuesta al tuit de Trump no sorprende más que en el contraste del tono con el que el presidente gringo ataca. López Obrador invita a Trump al dialogo, a la diplomacia y al respeto. En ningún momento se humilla ante el bully estadounidense, aparte de que le recrimina la postura de su gobierno para con los inmigrantes quienes, le recuerda, son bienvenidos en ese país según su misma tradición. También le señala que el slogan utilizado, America First, no aplica para un país que se jacta de procurar la justicia. Y finalmente le pide resolver cualquier desacuerdo en lo privado y con los funcionarios de los gobiernos de ambos países. Esto último es lo que más me gustó de la carta, hacer énfasis en evitar los señalamientos en twitter o en los medios. 

Pero es claro que, al igual que Trump, López le habla a su electorado. Empieza la carta mencionando al "mejor presidente de México", Benito Juárez, cuya mención no aporta absolutamente en nada al mensaje que envía. Luego menciona a Cárdenas y a Roosevelt como ejemplo de presidentes que se entendieron a pesar de los desacuerdos que tuvieron, como si los conflictos entre ellos hubieran sido simples discusiones que terminaron en un apretón de manos. López intenta compararse con estos dos presidentes que si bien la historia los evaluó bien, no se puede decir que fueron ejemplares, en especial Benito Juárez. Pero López, al igual que Trump, confía en la ignorancia de la gente. Y para rematar le deja claro "a Trump" que él es muy valiente y no es timorato, que al aclararlo casi casi suena como una afirmación de lo contrario, pero pues como digo, la carta es para los mexicanos más que para Trump.

A final de cuentas, yo creo que esta carta de López es un acierto. Si bien es muy suave en su reclamo a Trump, sobre todo por el nivel de amenaza que lanza el presidente del país vecino, el nivel tan pueril de Trump no se debe de contestar de la misma manera. Cuando un niño hace un berrinche exigiendo algo ¿qué se le contesta? ¿se pone uno a hacer un berrinche que lo iguale? El berrinche no obedece a una razón lógica, sino a una reacción por algo que no gusta. Eso es lo que está haciendo Trump. No está a gusto con la situación en la que lo tienen en su país: el reporte de Mueller lo tiene señalado por corrupción ante todos. El tuit de ayer es un esfuerzo por distraer a los ciudadanos; ataca a México para aparentar fortaleza. Hace apenas algunas semanas que Trump felicitó a López por su esfuerzo en detener a los migrantes en nuestro país, ¿ahora nos castiga por no detenerlos? 

Si López le hubiera contestado con más amenazas o con agresividad, solo le daría armas a Trump para seguir distrayendo al público general. Y más aún, con esto se cuelga una medalla con sus simpatizantes en México. Creo que esta reacción es de lo poco que puedo contarle a López como un movimiento medianamente inteligente. Si aprendiera más de historia, si no fuera tan condescendiente y si fuera mas conciso en lo que dice, la carta tal vez hubiera tenido un mayor impacto.  


 


Solo los traidores abuchean


Del abucheo hacia López Obrador el sábado pasado en la inauguración del estadio de béisbol de los Diablos Rojos se pueden tomar varias posturas. Quienes lo apoyan incondicionalmente dicen que los abucheos fueron pagados; organizados por un grupo de detractores que nada tiene que ver con la realidad del pueblo. Sus opositores están más que contentos y lo toman como una victoria contra el presidente; hacen viral el video del abucheo y se congratulan por la "perdida de popularidad" de Lopez Obrador. Los que conocen cómo se comporta la gente en un evento como estos saben que es algo normal: los presidentes nunca tienen el apoyo total de la población y en eventos culturales, deportivos o de entretenimiento nunca es bien visto que vaya un político a presentarse como lo hizo AMLO. Siempre hay opositores al gobierno, y siempre hay personas inconformes; le pasó a Felipe Calderón, le pasó a Enrique Peña Nieto y era de esperarse que le pasara a AMLO. 

Lo interesante a analizar en esta situación no es la falta de apoyo de un grupo de personas que asistió a un evento, sino la reacción del presidente ante lo que sucedió. El presidente llamó "porra fifí" a la gente que le gritaba y comenzó a dar un discurso político digno de una campaña presidencial en un evento deportivo. ¿Sorprende esto? Claro que no. Es AMLO siendo AMLO. No le gusta ir a lugares donde la gente no lo apoya; ya lo demostró al no ir a Puebla cuando falleció la gobernadora y al no ir a Aguascalientes porque no había "las condiciones de ánimo ciudadano". Pero justamente esto lo que el presidente no acaba de entender, a nadie le gusta un presidente en campaña electoral constante. Para quienes tienen la incertidumbre de que AMLO se pueda convertir en un dictador del estilo de Hugo Chávez esto solo justifica sus miedos. Que el presidente no permita ninguna critica fuera de sus adversarios es lo que lo convierte en un totalitario. No admite que pueda existir alguien que lo abucheé si no es conservador, fifí, neoliberal y mafia del poder. Pero se equivoca. 

No todos los que votaron por AMLO son fervientes creyentes de sus discursos y sus políticas. El hartazgo hacia los últimos gobiernos dejó planchada la elección para que AMLO solo tuviera que volver a prometer lo de siempre, acabar con la corrupción, y ganara con amplia mayoría. Pero no deja de ser el presidente de la república al que como a los anteriores se le culpa de todo lo malo que suceda en el país. Al ningunear a la gente que lo abucheó López Obrador demuestra que se siente muy incómodo con las criticas. Para él solo los traidores a la patria tienen razón de quejarse por lo que no pierde oportunidad para dejar claro a sus seguidores que no le crean a nadie que se pronuncie en contra del gobierno. Y esto es lo que preocupa. 

Lamentablemente sabemos que mucha gente no se interesa por la política y mucho menos por crear un razonamiento crítico imparcial. Preferimos escoger un bando y creer todo lo que nos digan. Basta ver las redes sociales o los debates entre amigos en una elección para darse cuenta que la mayoría de la gente defiende lo indefendible con tal de apoyar a "su candidato". Y que el presidente suscite este tipo de pensamientos es muy peligroso. Nunca había visto yo a un presidente en México que descalificar a quienes le reclamaran algo; menos dividir a la sociedad en los que están conmigo y los que están contra "nosotros". Está de más afirmar que esto es lo peligroso del nuevo gobierno. Quienes le temen no lo hacen sin razón. 

Este gobierno tiene una línea muy clara: no aceptar la culpa ni la critica de lo que suceda en el país. Lamentablemente esto no es nuevo, y me llama la atención que es justamente lo que sucedía cuando el PRI tenía la hegemonía en el país. Preocupa que no solo el gobierno quiera hacer creer que no existen personas inconformes, sino que los mismos simpatizantes de AMLO se esfuercen por denostar a quienes osen oponerse a lo que haga o diga el gobierno, sea lo que sea. Siempre es bueno que una sociedad sea critica de sus gobernantes. Los presidentes siempre serán encarados por alguna parte de la sociedad, nada de esto es nuevo, no debería de sorprendernos. Querer justificar los descontentos de la gente no ayuda en nada mejorar el desempeño del gobierno, y además abona al clima de desconfianza que existe actualmente en el que nadie cree nada y todo lo que contradiga nuestra opinión se convierte automáticamente en fake news.

Si el gobierno afirma que los abucheos a los gobernadores son espontáneos y justificados, bien haría en aceptar los abucheos contra él y no descalificarlos o acusar que estuvieran pagados. Si sigue haciendo esto, que no se sorprenda cuando lo comparen con gobiernos como los de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba, porque es justamente lo que sucede en esos países. 

"Olvidan quién los sacó de la pobreza"


Recuerdo haber escuchado a Yedickol Polevnsky decir que cuando el gobierno saca a la gente de la pobreza y esta llega a ser clase media se le olvida de dónde viene y quién los sacó de la pobreza. Este comentario por sí solo da para escribir tres ensayos por lo irónico, absurdo, hipócrita y soberbio. Pero lo que me llama la atención ahora es ver cómo ese comentario se revela como una línea dictada desde la cabeza del gobierno. Me queda claro ahora que el comentario de Yeidckol no fue espontáneo, sino que fue parte de conversaciones y discusiones durante mucho tiempo en las juntas de su partido y con el presidente y que tomaron decisiones basados en esa falacia. La prueba está en que AMLO está obsesionado con repartir dinero directamente a las personas que se benefician de él. No permite en absoluto que alguien más se lleve el crédito de la ayuda que recibe el pueblo. 

No solo son las estancias infantiles. El gobierno ha quitado el apoyo a todas las organizaciones sociales, civiles o ciudadanas para supuestamente evitar "discrecionalidad, opacidad y corrupción". Estas organizaciones brindan apoyos de diversos tipos que el gobierno no cubre; entre refugio para personas maltratadas, estancias infantiles para mujeres que trabajan, alimentación y ayuda médica. Todo para personas de bajos recursos que no pueden pagar estos servicios. 

El gobierno de Andrés Manuel claramente tiene sus prioridades equivocadas en lo que repartir el dinero respecta. En la educación quiere que no haya examen de admisión para que todos puedan acceder a la universidad (y colgarse la medalla de que busca la igualdad de oportunidades) y no se da cuenta que de esta manera los recursos se desperdician al no haber rendición de cuentas con los “estudiantes”: todos reciben el mismo apoyo, tanto los buenos estudiantes que quieren educarse para obtener mejores oportunidades, como los malos estudiantes que no tienen intención de salir de la escuela sino seguir obteniendo recursos del estado. En este caso en concreto, la ayuda debe de ser focalizada: solo ayudar a los alumnos que en realidad muestran interés por instruirse y tengan capacidad para hacerlo. 

Contrariamente, el apoyo a estancias infantiles y refugios para mujeres y niños en situación de violencia, la ayuda debe de ser a las organizaciones, no personalizada. Los recursos, utilizados eficientemente, ayudan a más personas.  De la misma manera que los impuestos, si cada quien aporta un poco, con lo que se junta se puede realizar algo para el beneficio de todos o de la mayoría. Si buscáramos hacer algo individualmente con nuestros impuestos, no lograríamos nada de relevancia. Lo mismo pasa con el apoyo a estas organizaciones: si en promedio hay 100 personas al día que necesitan apoyo para alimentarse, es mejor preparar alimentos para 100 personas, así si alguien no llega a comer un día cualquiera será porque consiguió alimentos en otro lugar, y si alguien nuevo necesita ayuda para comer solo ese día, puede pasar sin perder tiempo. 

Claro, dando el dinero a las organizaciones no se garantiza que no haya mal uso de éste o robo o corrupción, sin embargo, justo para eso está el gobierno, para auditar y vigilar que el dinero que se entrega sea bien utilizado. Lo ilógico es que el gobierno piense que repartiendo el dinero entre más individuos se garantice menos corrupción. Y no solo es que quién reciba el dinero lo utilice de mala manera; una mujer o un joven que llegue con dinero en efectivo a su casa es presa fácil de personas abusivas que pueda tener en su familia. Ya sea el esposo que malgasta el dinero o algún familiar que le pida dinero con una falsa necesidad y, esta persona, con buenas intenciones le dé el dinero y busque cómo resolver el problema de otra manera.

El colmo es que ahora hasta a las mujeres en situación de violencia quieren entregarles el dinero personalmente. Esto cae ya en lo absurdo. Los refugios para mujeres son eso, refugios. Se necesitan en momentos de emergencia, no se puede esperar que una mujer que necesita un refugio se registre y llene toda la papelería para esperar a que el gobierno le de dinero para... ¿para que? ¿para irse a un hotel una noche? ¿para esconderse en casa de sus papás? Es increíble lo que el gobierno está dispuesto a sacrificar con tal de ganarse todos los reflectores y que la gente los vea a ellos como sus únicos salvadores. 

Esta actitud de López Obrador me recuerda una película del 2005, 'V de Venganza', donde un gobierno totalitario tiene la misma obsesión de ser la única opción de estabilidad para la gente, y utiliza todo su aparato mediático y económico para mantener al pueblo sometido con miedo. En una escena el canciller le dice a los miembros de su gabinete que quiere enviar un mensaje a través de todos los medios que controlan, la tv, la radio, los periódicos, y el mensaje es para recordarles por qué "ellos" necesitan al gobierno. Y la único que pretende el canciller en esa película es continuar en el poder. 


Un amigo me platicó en 2012 que la empleada doméstica de casa de sus papás, que era del Estado de México, iba a votar por el PRI porque estaba muy contenta con el gobierno, y esto era porque habían construido una carretera que les facilitaba el transporte de su casa a la ciudad. Sin embargo mi amigo le explicaba a la empleada que no era el gobierno del estado quien había construido esa carretera sino el gobierno federal o sea Felipe Calderón. Entonces, sí, claramente la gente no sabe de quién viene verdaderamente la ayuda, sin embargo es ridículo el esfuerzo del gobierno por tratar de llevarse el crédito de todo, más aún cuando en realidad no se lo merecen. Se supone que los escogemos para que sean eficientes, no para que se hagan promoción a cada oportunidad. Una estancia necesita apoyo económico del gobierno, pero todo el trabajo que representa lo pone la sociedad que se encarga de esa estancia. Sabemos que el dinero no es lo único que se necesita, sino gente competente que tenga compromiso. Y aparte, el dinero no lo genera el gobierno, sino los contribuyentes. Por lo que si a Yeidckol le preocupa que la gente recuerde quién los sacó de la pobreza, debería de mostrarles que es el pago de impuestos junto con una buena administración lo que otorga oportunidades para que la gente salga de la pobreza. Nadie "saca" de la pobreza a la población, y menos regalando dinero. 



La Cartilla Moral


Esta es mi opinión sobre la decisión de López Obrador de imprimir y distribuir la cartilla moral. He leído muchas criticas en internet acusando de adoctrinamiento al gobierno. En primer lugar, creo que antes de criticar la decisión deberíamos de leer el documento. No nos llevará mucho tiempo hacerlo y es importante conocer lo que se está promoviendo para entender si lo que nos molesta (en caso de ser así) es el hecho de que se reparta una cartilla que promueva los valores, o en sí los valores que esta cartilla promueve. Lo que intento discernir es si esto se llevó a cabo con una intención paternalista y propagandista del gobierno, o es un esfuerzo por exaltar valores morales que indudablemente hacen mucha falta en nuestro país desde hace décadas. Después de haber leído en su totalidad el documento difundido por el gobierno, que difiere en algunas cosas con el original de Alfonso Reyes de 1944, puedo decir que, a pesar de admitir que el texto tiene valor, me inclino más a pensar en la primera situación. El gobierno busca más hacer propaganda del presidente y su administración que de difundir los valores morales, y a continuación explico por qué pienso esto. 

La cartilla empieza con una presentación escrita por Andrés Manuel en la que, para mi gusto, desafortunadamente utiliza la frase "no solo de pan vive el hombre", frase bíblica, adjudicada a Jesús en el evangelio de Mateo y Lucas, y tomada del libro de Deuteronomio. Digo 'desafortunadamente' porque utilizar una frase a todas luces religiosa en un documento que intenta promover la moralidad desde el Estado en un país con gobierno laico, genera mucha suspicacia sobre el interés real de la difusión de este documento. Se presta el presidente a la critica de sus detractores que lo acusarán de creerse un mesías. Los que no vamos de acuerdo con él, sin llegar a despreciar todo lo que haga solo por dar la contra, nos llega a molestar esta frase que alude a la fe en un texto que habla de moral, cosa que ni es necesario ni aporta nada. Desgraciadamente la población de México, mayoritariamente cristiana  y con bajo nivel educativo, es muy manipulable, y una de las maneras más eficientes de hacerlo es la utilizando la religión. Esa frase lo que me dice es que AMLO pretende establecer un vinculo con la gente y quiere compararse con lo que ellos identifican como algo bueno, la religión. 

Continuando con la presentación, dice también que lo que pretende la difusión de la cartilla es iniciar una reflexión nacional sobre los principios y valores que pueden contribuir a una conveniencia armónica. ¿Quién en su sano juicio puede estar en contra de esto? ¿Habla acaso el presidente de un acuerdo para cumplir lo que dice la cartilla? Nada cercano a eso. Solo invita a la reflexión. No me parece en absoluto una imposición, como muchos han querido aludir. Y lo que dice la cartilla en su totalidad vale la pena analizarse. No es un documento indispensable, pero al igual que muchos otros, promueve la buena conducta y la sana convivencia. Quien critique el texto debería de igual forma criticar la Biblia, la cual contiene muchísimo más contenido condenable y es respetada como guía moral por millones de personas. Estoy seguro que la cartilla moral puede ayudar a mucha gente a considerar sus acciones y tratar de mejorar. 

Imagen eliminada de la
versión digital de la
Cartilla Moral
Pero hay algo que sí me llamó la atención desde el principio. En la cuarta página aparecía (ya fue eliminada de la versión digital) una fotografía de AMLO. En mi post anterior critiqué la enorme irresponsabilidad del gobierno de tratar de personalizar la propaganda utilizando el nombre del presidente. También expliqué por qué esto es algo que no se debe de permitir y que incluso está prohibido por la Constitución. En este documento vuelven a utilizar la personalidad del presidente mostrando su imagen y convierten el documento en una cartilla de propaganda gubernamental. Lo que debe de ser una sugerencia para tratar de ser mejores ciudadanos, se vuelve una herramienta del gobierno para promocionar a Andrés Manuel. Esto sí es algo reprobable. Como dije, en la versión digital que se encuentra en internet, la fotografía del presiente fue retirada, pero dudo que hayan vuelto a imprimir los ejemplares para quitarles esa página y dudo más que no se hayan entregado cartillas con la foto de AMLO. Con esto evidencian el verdadero propósito de la distribución de la cartilla moral, y esa es la razón por la que, a mi parecer, debería ser reprochada. 

Lic. Alfonso Reyes Ochoa
Por otro lado, habiendo aclarado esto, y después de leer lo que dice Alfonso Reyes en su ensayo, el presidente parece estar más interesado en promover la ética imprimiendo cartillas que con su ejemplo diario. A pesar de que expresó su admiración por el autor, Andrés Manuel no parece haber leído la cartilla que distribuye, y de haberlo hecho, no parece darle mucha importancia a lo que dice. Mucho bien le haría a AMLO seguir al pie de la letra lo que dice la cartilla sobre el respeto a los demás, sobre controlar los impulsos, la superación de la sociedad, el respeto a las obras de los demás, afrontar la derrota, entre otros conceptos que dejan mucho que desear de nuestro actual presidente. 

Por supuesto que predicar con el ejemplo es mucho más difícil que hacerlo de palabra. Claro ejemplo son los sacerdotes o cualquier político mexicano que se haga llamar católico (te estoy hablando PAN). Incluso los MORENOS que a pesar de tener ahora la obligación moral de leer y seguir lo que dice la cartilla, no dejan de insultar en las redes sociales e incluso de amenazar a algunas personas. Tal vez sea por esto que los críticos de AMLO tienen herramientas para atacar su Cartilla Moral. Pero si somos objetivos, nada tiene de malo contar con un documento más que nos haga reflexionar. Tan válido como la Biblia, los textos de Platón o Aristóteles, o cualquier libro de ética. Creemos que nadie nos debe de imponer una forma de pensar, y es cierto, pero rechazar un texto antes de conocerlo es justamente una  razón para preocuparnos por la falta de valores en la sociedad. 



Aqui pueden encontrar la Cartilla Moral. 
https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/427152/CartillaMoral_.pdf



Divide y ¿vencerás?

Dicen que cada quien cosecha lo que siembra, y es por eso que debemos estar conscientes de cómo nuestras acciones puedan repercutirnos en el futuro. No mientas, porque las mentiras te persiguen, tarde o temprano vienes pagando la confianza que generas o desechas. Claro ejemplo de esto es nuestro actual presidente Andrés Manuel López Obrador, quien durante los últimos 18 años se ha dedicado a desprestigiar a sus oponentes y a generar discordia entre quienes lo apoyan a él y quienes lo critican. Siendo jefe de gobierno de la Ciudad de México no perdía oportunidad en criticar a Vicente Fox, entonces presidente de la República. Cada tropiezo (y vaya que Fox tuvo incontables errores) eran un deleite para AMLO que lo exhibía diariamente en sus conferencias matutinas achacándole todo lo malo del país al presidente. Y así, durante la campaña electoral del 2006, a diestra y siniestra en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto acusó de vendida a la prensa, a Calderón de robar la elección (cosa que nunca probó ni denunció oficialmente), descalificó a las instituciones, llamó culpable de la desaparición de 43 estudiantes normalistas a Peña Nieto y fundó su propio partido por estar en desacuerdo con el partido que lo postuló dos veces a la presidencia, a quienes llamó corruptos. Incluso en 2006 vimos cómo una chica que fue observadora de casilla por parte del PRD (partido del que era candidato AMLO) fue acusada por el mismo López Obrador de haberse vendido por haber afirmado que en su casilla no habían hecho fraude. La chica, indignada, respondió que ella ni siquiera conocía a López Obrador y había participado como observadora para dar certeza a la elección, que la acusación era falsa y que exigía una disculpa de parte del candidato. Esta disculpa, como era de esperarse, nunca llegó, así como tampoco llegó la prueba de que la chica hubiera sido beneficiada por su declaración. 

Y el problema de desprestigiar a quien no esté de tu lado, de atacar a tus contrincantes polarizando a la población, y culpar a todos de tus propias fallas, es que cuando suceden accidentes que nada tiene que ver contigo, eres el principal sospechoso. Si has evidenciado tu obsesión por quitar el poder a gobernadores contrarios a tu movimiento, ¿qué puedes esperar que hagan tus enemigos cuando uno de estos muere en un accidente? Cuando promueves que la gente no crea en la versión oficial del gobierno, eres responsable de que no te crean cuando siendo gobierno ocurran eventualidades sospechosas.

No me gustan las teorías de conspiración, de hecho me molestan mucho. Una de las razones por las que me volví ateo fue porque no me gusta creer en cosas que no tienen fundamento. Creer en las conspiraciones me parece desgastante. Cuando he sido suspicaz con las explicaciones recibidas es por la falta de información, por la omisión de datos o por la poco clara evidencia mostrada. Mas no pretendo nunca saber una verdad que los demás no conocen y nunca presumo tener pruebas que los demás no tienen, que demostrarían que lo que nos dicen es mentira. Simplemente expongo mis dudas, preguntas y aclaraciones omitidas en explicaciones que nos dan. Y entre más evidentemente omitan información más crece mi suspicacia.

En el caso del accidente en el que murieron el senador Rafael Moreno Valle y su esposa, la gobernadora de Puebla Martha Érika Alonso, sobra decir que no creo ni tengo razón para creer que haya sido un asesinato orquestado por el gobierno (ni por nadie). Lo que creo es que fue un accidente como han sucedido otros en el pasado. No tengo ningún argumento para pensar que hubo un complot para eliminarlos ni por parte del gobierno ni por parte de alguien cercano a ellos que se pudiera beneficiar con su muerte. Y no creo que, de no tratarse de un accidente, haya sido AMLO quien ordenó el atentado. Así como tampoco creo que Peña Nieto haya ordenado la matanza de Ayotzinapa, ni que Felipe Calderón tuviera algo que ver con los dos accidentes aéreos donde perdieron la vida dos de sus secretarios de gobernación en funciones.

Hay muchas dudas que quedan en este tipo de accidentes y que la gente siempre va a aprovechar para señalar falsas culpas hacia personas que al final no pueden comprobar y por lo tanto quedan siempre en posibles causas. Por eso mismo insisto en el peligro de acusar sin probar confiando en la mala reputación de una persona. Se pueden suponer muchas malas acciones de los políticos, lo que no significa que sea cierto. No importa que AMLO sea capaz de asesinar a alguien, eso no es prueba de que lo hizo. No importa que Felipe Calderón fuera capaz de organizar un fraude electoral, eso no significa que lo hizo. No importa la reputación de los políticos, es muy peligroso acusarlos sin tener ni siquiera una prueba confiable. Y no quiero decir que si no hay una investigación formal y un juicio no se pueda determinar si algo es cierto o no, simplemente se trata de tener un criterio más educado antes de creer en cualquier cosa; sobre todo si sabemos que tenemos prejuicios de las personas.

También tengo que decir que me molestan mucho las declaraciones de todos los twiteros a favor y en contra de la teoría de conspiración, y en especial las personas que están en contra de AMLO que lo acusan de asesino sin ninguna prueba. Pero también me queda claro que AMLO se benefició muchísimo de promover la desconfianza en el gobierno, y ahora mucha gente se lo está cobrando. Y el hecho de que haya peleado tan firmemente en contra de la elección en Puebla donde su candidato quedó en un cercano segundo lugar, y la acusación de fraude, no ayudan en nada a quien quiera defender su inocencia.

Las acusaciones sin pruebas y el ataque agresivo a las personas únicamente profundizan la polarización de la sociedad. Las personas reaccionan a sus sentimientos (o intereses) y no a las evidencias. Si está en contra de AMLO, no pierde tiempo en lanzar acusaciones, si es partidario del presidente, piden pruebas inobjetables y etiquetan de ridículos los señalamientos. Otros cuántos de estos últimos no pierden tiempo en señalar que, aunque no le desean la muerte a nadie, el senador y la gobernadora lo tenían bien merecido, o que fue el karma quien les cobró factura, o que simplemente no dejan de ser unos criminales corruptos. Y todo esto solo evidencia el bajo nivel del debate que estamos entablando.

Fue este año que volví a utilizar twitter activamente. A pesar de que ya sabía de los usuarios falsos, las personas que apoyan a quien sea por dinero o hueso, y de los fanáticos obsesionados que no escuchan razones lógicas, como quiera me sorprendí por la manera en que la gente se expresa por este medio. Como no conocía a muchos tuiteros, fui escogiendo las opiniones que me parecían más atinadas e imparciales; opiniones críticas y educadas. Evité seguir a personajes con opiniones unilaterales (fuera de políticos e informadores que sigo por estar enterado de lo que dicen) o que solo comparten información sin verificar si es real o no. Es muy frustrante darse cuenta que personas que parecían objetivas y serias sean exactamente iguales que las personas a las que critican. No hay diferencia entre la ceguera de los fans de AMLO y la ceguera de sus detractores. Parece que repiten mantras, adoctrinados por sus propios prejuicios, y buscan quién esté de acuerdo con ellos para sentir que tienen la razón. 

Repito, la razón por la que dejé de creer en dios y la religión es justamente que le temen a la confrontación de ideas: es pecado dudar, cuestionar, sospechar. La religión es lenta para identificar sus errores y aun más lenta para redimirlos. Mi decisión fue la de tratar de ser objetivo al buscar la verdad; cuestionar todo lo que me digan; aceptar que se puede estar equivocado y que más vale reconocer el error que tratar de defenderlo. Tener tendencias, ideologías y prejuicios no nos impide ser objetivos cuando recibimos información nueva. No importa cuánto queramos creer en AMLO, si lo que dice contradice a todas luces lo que hace ¿por qué defenderlo? Si no nos gustan las ideas de AMLO y creemos que lo que plantea está equivocado ¿qué nos impide aceptar sus aciertos? No tenemos que estar de acuerdo con él para aceptar que ha tomado buenas acciones que el anterior presidente no se atrevió ni a plantear como posibilidad. No tenemos que ser opositores para reclamar las tonterías que ha dicho y hecho. No tenemos que exagerar los aciertos ni los fracasos. Eso dejémoselo a los políticos, los únicos payasos que sí ganan dinero por apoyar o criticar a uno u otro gobernante. A nosotros eso no nos conviene, y cuando los políticos se dan cuenta que las personas no los apoyan incondicionalmente mejoran su desempeño. Mientras, solo utilizan para su beneficio a esos que incondicionalmente les dan su voto de confianza, y todos perdemos.





El problema no es la decisión sobre el aeropuerto

Una pregunta sesgada es una pregunta formulada de tal manera que favorece a una respuesta particular sobre otra. Desconfiamos de inmediato cuando identificamos una pregunta sesgada porque nos damos cuenta que nos quieren engañar. No importa si es importante o no el tema del que se nos pregunta, simplemente sospechamos que hay algo más allá de la respuesta que demos. Ya sea que se quiera favorecer una respuesta o que se pueda tergiversar lo que se conteste. 

La consulta famosa que AMLO mandó hacer es una de esas preguntas de las que vale la pena desconfiar. Todos estamos de acuerdo, incluso quienes la defienden, que la consulta tiene nula validez por diferentes razones, y sin embargo se va a tomar en cuenta para decidir un tema muy importante para el país. Quienes están a favor de la consulta (morenistas y votantes de AMLO) claman que por fin le están preguntando al pueblo lo que piensa y lo que quiere. Los que lo criticamos es porque no creemos que el pueblo, con menos de 25% de la población adulta con estudios superiores, pueda decidir sobre un tema tan complejo como la factibilidad de construcción de un aeropuerto. 

Pero también criticamos la falta de compromiso de un presidente electo. No lo elegimos para que nos preguntara qué pensamos de temas de economía, infraestructura, seguridad, inversión, etc.  y sobre eso basar sus decisiones. Se supone que su plan para el país ya lo explicó en su campaña y si ganó es porque la mayoría de la gente confió en él. Dicen que solo hace la consulta para el aeropuerto porque es un problema heredado de la administración que termina en diciembre de este año, sin embargo ha dicho en más de una ocasión que él piensa gobernar consultando al pueblo, por lo que no deja duda que no es solo para temas que decidió la administración saliente.

La población no puede educarse en todos los temas que interesan al país, es por eso que elegimos representantes para que las decisiones sean tomadas ágilmente. El trabajo de los políticos es justamente ese. No veo por qué tendrían que preguntarnos algo para lo que no estamos preparados y luego, seguramente, justificar cualquier falla diciendo que el pueblo fue quién decidió. Lo políticos deben asumir responsabilidad de sus acciones. El PRI decidió ser igual de corrupto de lo que ha sido siempre y pagó las consecuencias quedando en un humillante tercer lugar; pero no por eso vamos a poner a votación si se tira a la basura la totalidad del dinero invertido en el aeropuerto, eso lo debe de decidir el presidente entrante asesorando con expertos y evaluando si vale la pena continuar o no. 

Pero lo que más preocupa de esta consulta no es su legalidad ni lo que se decida con ella, sino que siente un precedente  que se pueden tomar decisiones de esta manera, lo que, dejemos claro, ¡no es correcto! Una consulta popular no puede ser la manera en que se resuelvan temas importantes en un país que no sobresale por su educación. Una medida necesaria que afecte a corto plazo a la mayoría de la población jamás ganará en una consulta democrática, sin embargo los políticos, como expertos en la materia, deben ser responsables y tomar medidas impopulares por el bien de la nación; ese es su trabajo, hacer lo mejor para todos. ¿Qué sería de los homosexuales si sus derechos se pusieran a consulta democrática? ¿Cuánto dinero tendría el gobierno si se pusiera a consideración del pueblo el pago de impuestos? (Pista: hay una razón por la que se les llama “impuestos”.)

Esta consulta lo que está presentando es una manera incorrecta de hacer las cosas. La cantidad de personas que pueden participar es menos de 1.5 millones, simplemente porque no hay más boletas. Esto representa menos de 2% de los votantes registrados en el padrón electoral. La gente que avala esta consulta, piensa que menos de 2% de la población puede decirdir sobre un tema tan importante como el destino de miles de millones de pesos. 

Para mí lo preocupante es que AMLO esté haciendo creer que la muestra es representativa y que vale la pena saber lo que piensa ese 1.6% de la población. Y con ese mismo argumento pueda llegar a consultar lo que quiera, incluso (cómo no) la reelección de su mandato. 

Ya escribí sobre cómo AMLO ha usado los mismos discursos que Hugo Chávez, diciendo que no se reelegirá y que inclusive someterá a consulta la revocación de su mandato cada dos años (bueno, primero aseguró que sería cada dos años, y ahora, cada tres). Ya sabemos que Hugo Chávez se reeligió hasta su muerte y encarceló a opositores políticos ¿que detendrá a AMLO de someter su reelección a una consulta con la votación del 2% de la población?

Algunas personas evidenciaron lo que ya todos sabíamos: que la consulta carecía de la mínima confiabilidad: las boletas no tienen candados, las urnas se resguardan en casa de alguno de los organizadores, y estos, todos, atienden a las necesidades del único partido político que organizó la consulta. Afuera de las casillas hay gente aleccionando en alta voces lo que se debe de votar. En sí la consulta es una burla. Y nadie que no tenga intereses de por medio la daría seriedad alguna. Sin embargo es preocupante que el presidente electo salga a menospreciar la vulnerabilidad de la consulta diciendo que ellos no son corruptos y por eso no deben de desconfiar de lo que están haciendo. Dice que nunca han hecho fraude y que nadie se atreve a alterar los resultados y nadie lo va a hacer porque el proceso es limpio y democrático. Debe de recordar el señor López Obrador que las cosas no suceden solo por decreto. Cabe mencionar que en septiembre los senadores de MORENA negociaron con el gobernador de Chiapas, miembro de uno de los partidos políticos más corruptos del país, 5 diputaciones a cambio de su licencia para que pudiera ser gobernador y senador al mismo tiempo, todo con el fin de tener mayoría absoluta en la cámara de diputados, ya que no pudieron lograr eso en las elecciones. Si eso no es corrupción y menosprecio a la democracia, no sé a qué se refiere entonces Andrés Manuel. 

Y más preocupante aún es que diga que así es como se va a llevar a cabo su gobierno, preguntándole a la gente. Es increíble que se atreva a decir eso al mismo tiempo que acepta que puede haber errores y falta de seguridad en la consulta pero que no importa porque el pueblo va a ser honesto. En ningún país que se respete se puede aceptar algo así. Que sea el partido en el poder quien organice y revise la consulta democrática es lo que llevó a México perder toda credibilidad en las elecciones presidenciales del siglo pasado. No entiendo cómo la gente que defiende esto no lo ve. Consultas sesgadas, sin observadores de ninguna institución, con pésimos métodos de conteo y verificación de los votantes. 

Lo que importa de esta consulta no es el resultado, es el hecho que se vuelva algo normal. No debemos confiar en esta consulta. No debemos aceptar que se tome una decisión de esta manera. Y no debemos acostumbrarnos a pensar que la mayoría siempre tiene la razón. 


Como dijo Benjamin Franklin, la democracia son dos lobos y una oveja votando cuál será la cena. Pero en el caso de México son millones de bueyes decidiendo si deben arar la tierra o seguir pastando.  



El cambio de AMLO

Ya estoy viendo los papeles invertidos. Los que antes criticaban al PRI por postular a Peña Nieto, por casarlo con La Gaviota para darle circo al pueblo, y por postular a candidatos tan limitados y ridículos como Carmen Salinas o Ivonne Álvarez, ahora salen a defender a los candidatos igual de ridículos y sin preparación que postuló MORENA. Su argumento, el más fácil de todos, “antes no te quejabas de aquellos, no exijas nada ahora”. El chiste se cuenta solo. 

Somos muchas las personas que jamás apoyamos las candidaturas absurdas de los partidos políticos; ni falta hace decir que tampoco les dimos el voto. Es absurdo defender a un actor de telenovela como diputado, o a un exfutbolista como gobernador, o a un ex boxeador para cualquier puesto de política. ¿Por qué si se quejaban de Carmen Salinas no se quejan de Sergio Mayer? ¿No es un cambio lo que querían? ¿Por qué ahora sí se conforman con basura?

El argumento más razonable sería “votamos por quien mejor va a combatir la corrupción, aunque no sea lo mejor, aunque tenga muchas fallas”; si esa fuera la respuesta, se entendería. Pero no, la respuesta es la defensa de la decisión absurda: no te quejes, ustedes votan por sus ineptos, y nosotros por los nuestros. Ante esta situación dan ganas de llorar de frustración. ¿No somos capaces de exigir lo correcto? ¿Tenemos que conformarnos con miserias? ¿Cómo esperamos realmente salir adelante cuando el empleado al que le pagamos hace un mal trabajo y en vez de reclamarle, lo protegemos ante las críticas, solo porque nosotros lo escogimos? 

Si somos tan miopes para reconocer lo malo solo cuando no es de nuestro equipo, no podemos aspirar a triunfar. En las elecciones pareciera que los ciudadanos nos dividimos en equipos según por qué partido votemos, sin entender que los verdaderos equipos son los políticos contra los ciudadanos. Nosotros los escogemos, nosotros les pagamos, nosotros les exigimos que hagan bien su trabajo. Si no nos atrevemos a criticarlos, que no nos sorprenda que nos sigan metiendo goles.

La razón por la que el PRI postuló a un candidato “ciudadano” y con mucha preparación, en lugar de un chango salido de su camada, fue por un intento desesperado de ganar confianza ante la sociedad. Sabían que los odiamos, sabían que si no hacían eso no tenían ni un ápice de oportunidad de ganar votos. Conocían el descontento de la ciudadanía y trataron de engañarnos mostrando una fachada limpia. Afortunadamente la menor parte del electorado les creyó.  Parece que no nos damos cuenta del enorme poder que tenemos como votantes. Gracias al desastroso trabajo del PRI fue que MORENA no tuvo que hacer más que el mínimo esfuerzo para arrasar en las elecciones. El PRI y el PAN no aprendieron del ejemplo de Nuevo León, donde el Bronco arrasó con 48% de las preferencias. Los ciudadanos estamos completamente hartos de los políticos que tienen secuestrado el poder y no hacen nada para mejorar las cosas. Y sin embargo, AMLO tampoco parece estar preocupado por la imagen de su partido. Al postular a personajes mediáticos en vez de personas preparadas no muestra el mismo interés que tenía en presentar a un gabinete destacado. Al no lanzar ni una crítica a Layda Sansores ni delinearse de ella, parece no importarle que se manche la imagen de MORENA. Siempre que la gente siga descontenta con el PRI y el PAN, él no tiene necesidad de hacer grandes cambios a la clase política actual.

Dicen que chango viejo no aprende maroma nueva. Si MORENA no aprende de lo que hundió al PRI a un lejano tercer lugar,  no puede aspirar a seguir triunfando como lo hizo el domingo. AMLO se supone que representa el cambio, pero todavía falta que lo demuestre con los hechos, si no, lo único que logró fue cambiar el nombre del partido en el poder. 


Pero ¿y los ciudadanos? ¿Aprenderemos maromas nuevas? ¿Aprenderemos a defendernos de nuestras propias decisiones? Si no nos atrevemos a exigir buenos candidatos, sin importar qué tan malo sea el del partido opositor, nunca podremos aspirar a deshacernos de la corrupción, sin importar qué redentor nos prometa venir a salvarnos.  


AMLO Fraude 2006


La estrategia de AMLO para engañar a la gente es mentir por adelantado. Lo hizo en el 2006 y le funcionó muy bien. Ahora lo está haciendo de nuevo. En 2006 salió a decir que de acuerdo a sus datos él había ganado la presidencia de la República por al menos quinientos mil votos (aquí el video de los dichos) , y que como él se había comprometido a aceptar la derrota, aunque fuera por un solo voto, exigía que respetaran su victoria. No habían pasado ni treinta minutos cuando salió a advertir que le querían “escamotear el resultado electoral”. También afirmó que iba a ser respetuoso del IFE y que iba a esperar a que hicieran el recuento, pero que iba a estar pendiente para que se respetara su triunfo. Quién pueda entender esto, que me lo explique. AMLO afirma que ganó según SUS datos. Luego dice que va a esperar a que el IFE dé los resultados, pero espera que le den el triunfo. ¿Cómo? Si los resultados no eran los que él decía tener, ¿tenían que ser fraudulentos?
Ya en campaña lo anunciaba a todas luces; decía que las encuestas que lo ponían justo por debajo de Felipe Calderón estaban amañadas, y que en las encuestas que él tenía llevaba al menos diez puntos de ventaja. Sin embargo, cuando le preguntaban quién había realizado esas encuestas se negaba a contestar. Con esto intentaba engañar a la gente que creía en él. Al decir que otros mentían y asegurar que él era honesto, se protegía de cualquier ataque: si yo no miento, quiere decir que los otros deben de mentir para poder acusarme. Una y otra vez le demostraron que faltaba a la verdad, y una y otra vez contestaba con la misma cantaleta: lo que más valoro yo es mi integridad, por lo tanto no miento y por lo tanto es falsa la acusación que me hacen. Y la gente que lo seguía le creía. Poco a poco se volvió un mesías poseedor de la verdad absoluta.

La causa principal por la que López Obrador logró engañar a tanta gente es por la reputación que tiene la gran mayoría de los políticos quienes se han dedicado a robar descaradamente durante décadas. Cualquiera que sea tan siquiera un poco menos corrupto que el político tradicional se puede jactar de no ser igual que ellos. Al no robar dinero directamente como lo hacen todos y, más aun, utilizarlo para mejorar la situación en que se encuentra una población, es lógico que mucha gente comience a confiar en él y a tenerlo en alta estima. Sin embargo, esto resultó en que las personas empezaran a verlo como una persona incorruptible, lo que muy pronto comenzó a comprobarse que no era así. 
Andrés Manuel, al sentirse moralmente superior a todos los demás, empezó a descalificar a quienes lo contradecían. Empezó a agrupar a las personas como “a favor” y “en contra” suyo. Quienes estaban con él eran quienes querían eliminar la corrupción, quienes estaban en contra debían estar a favor de la corrupción; y como mucha gente le creía (y le cree todavía) que este señor solo busca el bien para México, no cabía en sus cabezas que pudiera tener intenciones ocultas. Tal vez López Obrador no robe dinero, sin embargo eso no significa que no sea corrupto. Al descalificar a las instituciones cuando estas no le daban la razón, se veía a sí mismo como un revolucionario, pero no dudaba en estirar la mano para recibir recursos de esas mismas instituciones a quienes criticaba. Al no tener el respaldo del partido que lo postuló en dos ocasiones por la presidencia, salió de este para formar su propio partido, donde él tuviera el control absoluto, y poder obtener recursos de los impuestos que pagamos todos, igual que los partidos que él tanto criticaba. Aprovechar tu popularidad para engañar a la gente y salirte con la tuya también es corrupción. 
Cabe mencionar que los mayores culpables de que AMLO tenga tanta popularidad son justamente los otros partidos políticos, sobre todo el PRI y el PAN, quienes ganado la presidencia nunca combatieron la corrupción del estado ni de sus partidos. No hay excusa que puedan poner para justificar sus pésimas administraciones. Si bien el PAN fue considerablemente menos corrupto que el PRI, le sucede lo mismo que con AMLO, ser menos corrupto no significa ser buen gobernante, solo menos malo. Y a pesar de demostrar una y otra vez que los mismos problemas de corrupción que tienen el PRI y el PAN los tienen también los partidos que han representado a Andrés Manuel (PRD, PT, MORENA), la gente solo quiere saber que López Obrador está en contra del PRI y del PAN; para ellos eso es suficiente. 
Cuando en 2006 López Obrador perdió las elecciones no tuvo más que salir a decir que le robaron para que sus seguidores gritaran sin si quiera pedir argumentos que lo corroboraran. Todo lo que tenían que saber es que alguna vez hubo fraudes, eso es suficiente para creer en que esta vez también lo hubo. Cuando desmentían las pruebas que López Obrador había mostrado para demostrar el fraude, él decía que estaban corrompidos por la mafia del poder. Cuando acusó a una chica de su propio partido de traidora, esta salió a defenderse y a reclamarle la difamación, y tuvo que retractarse diciendo que ella no era la corrupta solo que había mucha corrupción; y nadie cuestionó el hecho. Acusaba sin fundamento porque sabía que eso es lo que importaba, la gente no iba a saber que mintió. Tenía a sus seguidores comiendo de la palma de su mano; todo lo que él decía, aunque contradijera lo que había dicho antes, era una verdad indiscutible. Lo peor de todo el episodio post electoral del 2006 es que a pesar de que AMLO gritó y juró que habían hecho fraude en su contra, nunca presentó una denuncia formal. Claro, para presentarla tenía que tener pruebas, y las únicas pruebas que había eran de inconsistencias, no de fraude. Impugnó actas, lo cual no es lo mismo que denunciar, y cuando se revisaron “no fueron determinantes para anular la elección”. Este tema es también importante: oficialmente, López Obrador no pedía que se le diera por ganador, y no afirmó que habían sido fraudulentas, lo que pedía era que se anulara la elección y se llevaran a cabo nuevas elecciones. Esto es algo que mucha gente no sabe, AMLO no aportó pruebas del supuesto fraude, solo señaló inconsistencias que a su parecer eran motivo suficiente para desechar la elección. 

Ahora López Obrador utiliza los mismos métodos de propaganda que los peores países autoritarios; jamás aceptar la culpa, jamás aceptar errores, descalificar a quién los acuse o los cuestione llamándolos traidores, y alabar a quienes los apoyen, aunque esté demostrado que son delincuentes. La gente en su hartazgo por la situación actual está dispuesta a aceptar lo que sea sin cuestionar ni un ápice, y Andrés Manuel sabe esto. Aunque el gobierno haga algo bueno en favor de la sociedad, Andrés Manuel solo tiene que criticarlo para que la gente que le cree esté en contra del gobierno. Aunque haga pactos con políticos corruptos, solo basta con que los acepte en su partido para que la gente se convenza de que ya no son corruptos (si AMLO los acepta es prueba suficiente de su reformación). Y es esto lo más peligroso que veo en estas elecciones. Estamos en un momento en que los seguidores de López Obrador ni siquiera escuchan razones, no quieren saber que AMLO pueda ser una mala opción, solo quieren que sea presidente, para ver a “los malos” caer. No se dan cuenta que para que esos “malos” caigan, primero se va a caer en pedazos el país, y los menos beneficiados serán ellos. Quienes lo apoyan no quieren cuestionar a Andrés Manuel. La gente quiere creer que cuando él gane las elecciones México va a ser mejor; la corrupción se va a acabar; los delincuentes dejarán de delinquir; los políticos van a trabajar desinteresadamente por el pueblo. Y cuando esto no suceda, Andrés Manuel solo tiene que culpar a alguien para justificar el fracaso. Cuando la pobreza no termine, solo tiene que apuntar a Estados Unidos y a la clase alta de la sociedad mexicana para que la gente tenga un nuevo enemigo a quién responsabilizar de su situación y tengan una razón para apoyar las ideas más disparatadas del autoritario líder. No importa que los hijos de Andrés Manuel vivan en opulencia, la gente no lo cree: AMLO no lo permitiría. No importa que su familia tenga un salario que pagamos todos los mexicanos y no sepamos lo que hacen, Andrés Manuel sí sabe y él dice que está bien. No están dispuestos a reclamarle absolutamente nada, y por eso AMLO va a poder hacer todo lo que quiera. 

Al igual que en la Unión Soviética, la verdad absoluta va a ser propiedad del líder. Aunque todas las pruebas y el sentido común apunten hacia otro lado, cuestionar al mandatario es sinónimo de traición, y nadie quiere ser traidor al pueblo; nadie quiere cuestionar al que habla por nosotros; y si alguien lo cuestiona, dirán que se vendió a los represores del pueblo, a los oligarcas, al imperio. Esto no es una predicción del futuro, es un hecho hoy en día. Ninguno de sus simpatizantes cuestiona las incoherencias de Andrés Manuel. Son fieles seguidores, ciegos creyentes. Ese es el verdadero peligro para México.