Me cuesta mucho elogiar a personas como si fueran perfectos. Me siento falso e hipócrita. Porque las personas tenemos muchos matices de gris en nuestras personalidades, en nuestras intenciones y nuestras acciones. ¿Es aquel una buena persona? Sí, y no. Depende de a quién le preguntes; depende del ángulo del que lo veas. Depende de lo que se esté evaluando de dicha persona. He escuchado que Gandhi golpeaba a su esposa. ¿Era una buena persona Gandhi? Yo mismo he criticado a quienes juzgaban a Diego Rivera por ser comunista y mujeriego, y se oponían a que apareciera en el billete de 500 pesos, porque era un pintor sobresaliente. Lo que hiciera en su vida privada y sus ideologías no tenían nada que ver con su extraordinario talento ¿lo estamos evaluando como pintor o como persona? No creo que sea justo ser absolutistas encasillando personajes como si solo hubiera un aspecto que valorar.
Por eso, ahora que murió Fidel Castro veo un contraste muy evidente en mi muro de Facebook entre los que creen que fue un tirano que dejó a Cuba en la pobreza y el atraso, contra los que piensan que es un héroe a quién se le debe de agradecer la grandeza del pueblo cubano. Pero cómo defender o cómo criticar a un personaje como Fidel Castro, con tanta gente que se acerca ahora a sus restos a llorar su muerte, pero que esa misma gente se prostituye en las calles por conseguir prendas de ropa. Intentar descifrar lo bueno y lo malo desde afuera es muy difícil, porque no hemos vivido y comparado los pros y los contras. Pero para mí es muy evidente el veredicto del juicio que se le puede hacer a Fidel Castro: fue un dictador, que reprimió a su pueblo dándoles educación pero quitándoles la libertad de pensar por sí mismos. Yo no creo que haya dictaduras que puedan ser buenas. Pero sí creo que las dictaduras pueden traer beneficios. Las personas tendemos a creer que tenemos la razón cuando nos casamos con una ideología; tendemos a defender ilógicamente nuestros métodos, nuestros argumentos y nuestros principios. Por eso hay muchas discordias entre grupos de personas, y tendemos a atacar otras ideologías aunque estas favorezcan a la población. Llegamos a obsesionarnos tanto con nuestras ideas que hacemos lo que sea por enaltecer nuestro punto de vista y satanizar los puntos de vista contrarios. Por eso un dictador que aplasta a los adversarios para poder implementar con facilidad un método de gobierno sin que existan voces que critiquen injustamente y desvíen la atención con saña, ayuda a que este método implementado rinda los frutos que es capaz de rendir. Sin embargo, al mismo tiempo bloquea las criticas constructivas y las ideas de mejora que puedan surgir. Una dictadura que ha durado tanto tiempo como la de Cuba, me habla de una negación a escuchar opiniones. Fidel Castro no aceptaba criticas y se vendía a sí mismo como salvador del pueblo. Es lo mismo que critico de todos los personajes mesiánicos: Donald Trump, Andres Manuel Lopez Obrador, Hugo Chavez, Kim Il-sung (padre de Kim Jon-il y abuelo de Kim Jon-un) y todos los políticos que llegaron al poder e impusieron su agenda a pesar de la lógica y las criticas de mucha gente, incluidos Hitler, Stalin, Mussolini y Pinochet. No aceptan que se les critique, y cuando falla alguna decisión que hayan tomado, culpan a alguien más.
Los dictadores pueden venir con ideas de izquierda o de derecha. Son lo mismo, dictadores, y como tales no respetan lo que prometen, solo cambian de parecer y alegan que porque ahora piensan diferente esa nueva forma es la correcta. Los dictadores nunca saben cuando es tiempo de irse. Terminan convirtiéndose en villanos siempre, porque cuando ves enemigos en la libre opinión de otras personas, estás condenado a cegarte y creer que absolutamente todo lo que haces está bien. Podemos ver cómo Fidel Castro a pesar de tener hundida a Cuba en la pobreza y de recriminar al imperialismo de Estados Unidos por los males que les aquejaban, él vivía con lujos, usaba coches alemanes, usaba ropa marca Adidas, tenia yates, y sus hijos viven con opulencias que los cubanos comunes solo pueden soñar con tener. He ahí la contradicción de este opresor que algunos proclaman héroe.
La gente que elogia a Fidel Castro pero no lo critica, me parece que no conocen lo que sucede en Cuba. Aquí en México, los mismos que elogian a Fidel Castro, acusan a Enrique Peña Nieto de represor. No me parece que sea esto coherente. Existen muchas incongruencias entre los que admiran los logros de este presidente cubano, empezando por la libertad de expresión. No se dan cuenta que en México a pesar de todos los males que padecemos, vivimos en un país donde podemos ver la película que queramos. Podemos leer el libro que queramos. Podemos viajar a donde queramos; porque a pesar de ser lujos que la gente pobre no se puede conceder, al final si comparamos los países, en Mexico hay una oportunidad de alcanzar ese lujo… en Cuba no. Y mi critica hacia ellos al final es porque defienden lo indefendible. Se puede elogiar el nivel educativo de Cuba, pero se debe de criticar la postura de Fidel Castro de negarse a someterse a pruebas internacionales para comprobar que tienen un nivel educativo alto. Se puede elogiar que tengan muchos y muy buenos doctores, pero se debe de criticar que no permitan la evaluación de sus medicinas y vacunas contra el cáncer. Se debe de elogiar la valentía de encarar y rebelarse contra el autoritarismo estadounidense, pero se debe de criticar la falta de elecciones libres y la competencia política durante 57 años. No podemos criticar a Peña Nieto por sus lujos, con la bandera de que somos un país pobre, pero elogiar a Fidel Castro que hacia exactamente lo mismo.
Aquellos que no se atreven a criticar a Fidel Castro me dejan en claro que no se dan cuenta de las libertades con las que viven. Nos saben lo que es tener miedo de criticar al presidente de su país. Enaltecer a Fidel Castro es pasar por alto las miles de ejecuciones oficiales y extrajudiciales de las que es responsable. La gente que huyó de Cuba nos deja un testimonio que vale la pena tomar en cuenta: no huyeron por ambiciosos, huyeron por que en Cuba no podían aspirar a nada. No por nada tantos cubanos arriesgaron sus vidas para salir de ahí.
Y a final de cuentas lo que quiero dejar en claro es que criticar a Fidel Castro no es estar a favor de lo que sucede en México o las políticas de Estados Unidos. Evaluar lo que sucede en Cuba no significa criticar sus logros. Pero lo que no entiendo es cómo pueden comparar las cosas buenas que se puedan decir de un dictador contra las libertades que este dictador niega. Podemos culpar a quien queramos del atraso de Cuba, pero el embargo de Estados Unidos no justifica la persecución contra homosexuales, ni la censura de periódicos. La propaganda gringa no justifica que en Cuba no haya más que un partido político cuyo jefe era el mismo Castro. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Nunca voy a estar a favor de los beneficios de un dictador contra las libertades de un pueblo problemático y polarizado. Pensar que en Cuba se vive mejor es olvidarse de que ahí no podríamos compartir nuestras ideas en Facebook.
Y a final de cuentas lo que quiero dejar en claro es que criticar a Fidel Castro no es estar a favor de lo que sucede en México o las políticas de Estados Unidos. Evaluar lo que sucede en Cuba no significa criticar sus logros. Pero lo que no entiendo es cómo pueden comparar las cosas buenas que se puedan decir de un dictador contra las libertades que este dictador niega. Podemos culpar a quien queramos del atraso de Cuba, pero el embargo de Estados Unidos no justifica la persecución contra homosexuales, ni la censura de periódicos. La propaganda gringa no justifica que en Cuba no haya más que un partido político cuyo jefe era el mismo Castro. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Nunca voy a estar a favor de los beneficios de un dictador contra las libertades de un pueblo problemático y polarizado. Pensar que en Cuba se vive mejor es olvidarse de que ahí no podríamos compartir nuestras ideas en Facebook.