Si fueras una persona promedio viviendo en el siglo XIX lo más seguro es que no sabrías leer ni escribir. En ese entonces solo el 20% de la población mundial sabía leer y escribir, lo que convertía al alfabetismo en un privilegio. ¿Quiénes gozaban de ese privilegio? Solo los ricos, los religiosos y los políticamente poderosos; la gente común no tenía acceso a información de libros y escritos. La mayoría de las personas conocía solo lo que tenía al alcance de primera mano; todo lo demás lo tenían que escuchar de alguien más, y ya sabemos cómo funciona el teléfono descompuesto. Hasta hace poco más de un siglo, la mayoría de las personas no tenían oportunidad de ser educados.
En la década en la que vivimos afortunadamente este ya no es el caso. Solo el 14% de la población mundial es analfabeta, y en México la población mayor de 15 años que no sabe leer ni escribir es solo 6%. Pero lo alarmante ahora es la cantidad de información falsa con la que somos bombardeados todos los días, y pero aun, la cantidad de gente que no se preocupa por verificar la información que le llega, sobre todo por facebook o twitter. Desde hace 10 años conocemos un aparato que cabe en los bolsos de nuestros pantalones con el cual podemos acceder a una inmensa cantidad de información cuando queramos. Hoy en día ese aparato nos avisa en el minuto en que sucede alguna noticia importante para informarnos de lo que está pasando en el mundo y podemos compartir esas noticias con todos nuestros conocidos segundos después de recibirla. Sin embargo esto no nos ha ayudado a ser más educados. La información solo es benéfica para la sociedad si es veraz. De nada sirve tener mucha información si esta nos engaña, y existe mucha gente a la que le interesa engañar a la población.
Creer que algo es verdad no lo hace verdad, incluso si millones de personas creen que es verdad. Creer cualquier cosa sin revisar si es verdad, es algo muy peligroso, y en estos tiempos parece que a la gente no le importa si lo que le dicen es cierto o no, más bien lo que les importa es si les conviene o no. La gente cree lo que quiere creer, por lo tanto si la noticia que leen o escuchan va de acuerdo a sus convicciones, la creen, sin cuestionar, y si no va de acuerdo con sus ideologías la descalifican sin chistar. Y cuando a esto se le suman políticos que quieren el apoyo incondicional de la población, se llega a lo que estamos viendo actualmente.
El mejor ejemplo de este fenómeno es sin duda Donald Trump. Como nunca antes estamos viendo a un presidente mentir constantemente sobre cualquier tema. Indiscriminadamente miente sobre estadísticas de violencia, economía, desempleo, etc. Sin tener pruebas afirma que 3 millones de personas votaron ilegalmente en las elecciones pasadas (convenientemente el numero de votos con el que perdió el voto popular), y se defiende de esto diciendo que mucha gente lo cree. Parece totalmente absurdo, pero es verdad. No repara en las consecuencias de lo que escribe en su cuenta de twitter y publica lo que ve en televisión. Esto es muy peligroso. No es un empresario cualquiera. No es un político cualquiera. Es el presidente de los Estados Unidos, la nación más poderosa y más peligrosa del planeta. Y cuando alguien con tanto poder tiene la facilidad de mentir una y otra vez, se esperaría que las personas sensatas dejaran de creer en lo que dice, o que no se le tomara en serio, pero esto no está sucediendo. La gente sigue creyendo lo que escucha de voz de Donald Trump solo porque quiere confiar en él. Es un fenómeno increíble. Incluso tengo el pequeño placer culpable de disfrutar lo que está pasando, porque es un experimento social en extremo interesante. Ver cómo la gente cree datos absolutamente ridículos solo porque alguien que apoyan los dice; es aterrador, pero muy interesante.
Esto me preocupa aun más porque es un fenómeno mundial. Las personas no están verificando si lo que leen en facebook es real, y comparten las noticias a otras personas que tampoco lo hacen. Hay muchos portales de noticias que se dedican a esparcir rumores para desinformar a la población. Incluso medios serios han publicado noticias falsas, intencionalmente o no, pero esto no ha alentado a las personas a verificar lo que leen o a evitar compartir cualquier noticia. Sin embargo debemos esforzarnos en hacerlo.
Es difícil saber si alguna estadística que leemos es veraz o no, las personas mienten a diestra y siniestra por diferentes motivos. Pero podemos empeñarnos en tratar de desmentir lo que leemos, empezando por lo más sencillo: debemos usar el sentido común. Me asusta ver cómo hay gente que cree las noticias más ridículas que se pueden encontrar en la red como que la primera dama de México haya sido captada diciendo que odia a los mexicanos, o que Mike Pence estaba analizando la posibilidad de cancelar las visas mexicanas; aunque son noticias que no nos parecen extrañas porque los personajes implicados nos caen mal, no quiere decir que está bien creer las noticias de buenas a primeras para satisfacer nuestra apetito de odiarlos aun más.
Después de reflexionar si la noticia pudiera ser real, antes de pensar en tomarla en serio, debemos de buscar otras fuentes que reporten lo mismo. Es muy fácil, todos los medios están hambrientos de contar noticias impactantes, lo lógico será que si alguien lo reportó y es verdad, más medios estarían muy interesados en contar esa historia. Hace algunos días vi publicado en facebook un reportaje (obviamente falso) sobre un muro que México construyó en la frontera con Guatemala. Aunque nos sorprenda, la gente creyó que era verdad. Y ni siquiera era nueva esa noticia falsa, llevaba ya en el internet un año aproximadamente.
Por último debemos cuestionar todas las noticias que nos lleguen. Aunque hayamos verificado más de una fuente (la noticia del muro México Guatemalteco estaba en 3 medios diferentes), debemos ir más allá, y cuestionar lo que se nos dice. Si leemos que alguien dijo algo, busquemos el vídeo, revisemos que no hayan tergiversado el dicho, leamos el comentario completo. Si leemos que una ley se aprobó, busquemos las fuente oficiales para verificarlo. Si leemos que a alguien le quitaron la visa en la frontera, preguntemos quién ha ido recientemente a Estados Unidos y si le ha pasado algo fuera de lo normal.
El escepticismo ayuda mucho para no caer en trampas. Usémoslo. No hablo de no creer en nada, simplemente de no creer todo lo que nos llega. La educación es un arma muy poderosa, no seamos mediocres, no nos conformemos con saber leer y escribir. Si queremos jactarnos de ser mejores que Trump, un buen punto donde empezar es evitar ser presas fáciles de la desinformación.