Existe un fenómeno muy curioso llamado Baader-Meinhof, que se refiere a cuando una persona, después de haber conocido un hecho especifico, se lo encuentra de nuevo en repetidas ocaciones. Este fenómeno también se conoce como sesgo cognitivo. ¿Les ha pasado que nunca han escuchado una palabra y después de conocerla la vuelven a escuchar en poco tiempo varias veces? Este efecto no es sobrenatural, lo que sucede es que cuando algo se conoce se identifica más fácilmente. No es que los coches se hayan multiplicado cuando los conocimos por primera vez o la palabra se haya puesto de moda justo cuando la leímos, es solo nuestro cerebro buscando secuencias posibles. Cuando conocemos algo, le ponemos atención.
Nuestro cerebro está programado para reconocer patrones, busca la repetición de elementos y si estos no se repiten, los ignora y los deshecha como información irrelevante. Por eso el primer paso para reconocer un patrón es poner atención. Si nuestro cerebro no está buscando algo, la información pasa desapercibida. Y por eso, entre más conceptos conocemos, más hacemos sentido del mundo, lo entendemos mejor.
Lo mismo se puede decir de nosotros mismos: entre más nos conocemos, vemos con más
facilidad los patrones que nos gobiernan y podemos cambiarlos o reforzarlos. La introspección es una herramienta que nos ayuda a entendernos a nosotros mismos y conocer quiénes somos, cómo somos, cómo reaccionamos a diferentes situaciones, y así evitar lo que nos molesta, y acercarnos a lo que nos hace mejores. También podemos practicar remedios para escapar de un sentimiento incómodo, ya sea miedo, vergüenza, ira, desesperación. Conocernos nos ayuda a reaccionar inteligentemente a nuestro entorno y tomar mejores decisiones. Es como tomar vino: si no sabemos nada de vinos, nos da igual el que nos den y no sabemos con que tomar un buen vino y tal vez no nos guste. Pero si sabemos detectar los sabores, podemos escoger una buena comida que nos haga disfrutar mucho la comida y el vino. Disfrutamos porque entendemos.
facilidad los patrones que nos gobiernan y podemos cambiarlos o reforzarlos. La introspección es una herramienta que nos ayuda a entendernos a nosotros mismos y conocer quiénes somos, cómo somos, cómo reaccionamos a diferentes situaciones, y así evitar lo que nos molesta, y acercarnos a lo que nos hace mejores. También podemos practicar remedios para escapar de un sentimiento incómodo, ya sea miedo, vergüenza, ira, desesperación. Conocernos nos ayuda a reaccionar inteligentemente a nuestro entorno y tomar mejores decisiones. Es como tomar vino: si no sabemos nada de vinos, nos da igual el que nos den y no sabemos con que tomar un buen vino y tal vez no nos guste. Pero si sabemos detectar los sabores, podemos escoger una buena comida que nos haga disfrutar mucho la comida y el vino. Disfrutamos porque entendemos.
Otra ventaja importante de la introspección es poder definirnos; poder explicar quiénes somos, en qué creemos, lo que valoramos, lo que despreciamos, lo que nos agrada y lo que no. Tener presente todo esto implica reconocer tus decisiones, y más importante, hacerte responsable de ellas. Si no eres capaz de explicar la razón de tus decisiones no eres capaz de formar una opinión propia. Vivir siguiendo lo que otros deciden por ti te quita libertad. Conocerte es ser libre.
En la escuela, cuando yo era chico, había una parte de los reactivos en los exámenes que decía: “explica tu respuesta”. No podías atinarle a la respuesta que creías que era la correcta, tenías que poder explicar por qué habías escrito eso. Si se puede explicar un tema, es porque se comprende. Se puede entender algo sin poderlo explicar, pero no se puede hacer lo contrario. Si ignoramos aspectos de nuestra personalidad es difícil poder justificar un comportamiento ante una situación, y si no podemos explicar nuestros comportamientos, no podemos cambiar aquellos que nos causan problemas; problemas que tal vez podríamos haber evitado fácilmente, si los reconociéramos. Hay muchas preguntas que nos podemos hacer para conocernos: ¿por qué te casas? ¿te gusta lo que haces? ¿te importan las marcas de lo que usas? ¿por qué? ¿por que te vistes como te vistes? ¿en qué crees y por qué?
Hay diferentes ejercicios de introspección. Este blog para mí es uno de ellos. Cada vez que escribo me esfuerzo por explicar sentimientos personales, ideas o creencias. Articular con palabras lo que pienso me ayuda a defender mis puntos de vista. Si no puedo encontrar bases para defender una idea propia, quiere decir que mi idea no es tan sólida como yo creía y no valga la pena defenderla. Aceptar que lo que creo no tiene mucho sentido me ayuda a no aferrarme a esa ideología y estar abierto a escuchar alguna propuesta diferente.
Escribir me ayuda a poner atención a los elementos que se repiten en mi entorno, y formar patrones míos. Reconocer estos patrones me familiariza conmigo mismo, y me ayuda a poner atención en otras cosas para formar más patrones. El conocimiento ayuda a tener más conocimiento. Cuando me di cuenta de esto supe que no quería dejar de aprender; sentir el fenómeno Baader-Meinhof cuantas veces pudiera y hacer sentido de mí mismo, para ser consciente, entender a otras personas y tratar de ser mejor.