39

Una galleta de cumpleaños. Eso es todo por este 2021. Y está bien. Este año llego tan agradecido que no necesito nada más. 39 años. Segundo aniversario de pandemia. Casado. Dos hijos. Sin covid. Nunca me ha dado. Con salud, con amigos, con dinero (algo). Antes, 39, casi 40, parecía muy lejano, ya para viejos. Ya no, ja.

Tengo que aceptar: más de una vez dudé que llegaría a esta edad. Cuando tenia 25 años creía que ya había vivido suficiente; que mi vida era demasiado completa  para exigir más. Y tal vez en ese entonces sí lo era. Pero volteando a ver todo lo que me faltaba por vivir, ahora parece tan poco…

Tengo un techo, comida, transporte, lujos que cualquier documental sobre pobreza te hace sentir millonario: café caliente recién hecho por la mañana, calentador para el frío, aire acondicionado para el calor, Internet, plataformas de streaming, alimentos en mi refrigerador (y con muchas opciones), un asador para hacer carnes asadas, botellas de licor que no es barato.

Llego a los 39 más completo de lo que hubiera pensado hace tiempo. Más fragmentado de lo que hubiera pensado hace años. Con más planes de los que tenía hace una década. Con menos energía para festejar también.

Llego feliz. Contento. Emocionado. Curioso de saber cuánto tiempo me queda. Esperando que sean muchos años más. Pero preparado por si no.

Beso a mi esposa. Pienso en mis hijos. Me como mi galleta de cumpleaños. Y me voy a dormir.
Feliz cumpleaños a mí.