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O tal vez es
algo más. Es querer ver el 'lado oscuro' de la luna. El lado oscuro del lado
luminoso de la luna. Porque la luna no la ves si no es blanca; plateada, con
sus grises moteados. De día, con el azul del cielo, o brillante de noche
opacando a las estrellas. Amputada tal vez, o simplemente un fino brazo que
curvea su silueta. Y luego se esconde y no se deja ver, hasta que reaparece. Pero
blanca. No oxidada, ni oscura. Y como hoy se presenta así, con un rojo crudo
que hipnotiza, que no todos conocen, salimos a verla. Porque nos hace verla
diferente, y nos hace pensar. Y a otros rezar, y otros escribir, como yo. O creer en algo, y llegar a inventar
historias que expliquen la razón de que la luna se muestre así. Teñida.
Y por quererla ver
así, bronceada y oscurecida, se nos olvida que somos nosotros los que estamos
mostrándole nuestro lado oscuro. Que ella nos ve como el hoyo negro que tapa al
sol. Es la luna la que nos ve escondidos en nuestra sombra. Es la oscuridad que
proyectamos la que nos da el espectáculo. Y la luna está disfrutando, de un
eclipse de sol.
2 comentarios:
Creo que diste en el clavo, Chema: nos gusta por distinta, aunque sea más fea (véase mi post de hoy)
no se por que se borro mi otro comentario que respondi la semana pasada. pero aqui lo repito:
pues si mi querido Sergio, lo raro aunque no siempre es pariente de lo feo, a veces sí es menos agradable, pero por ser raro, se cotiza mejor ;)
Claro que lei tu post de ese día. Hasta te deje comnetario.
Saludos Sergio, gracias por pasar.
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