Cuando tenía 10 años le pedí a mi mamá que me comprara un libro que se llamaba 'El fabricante de lluvia'. La novela me aburrió desde el principio, me quedé estancado, y nunca lo terminé. Pero en 2008 me di cuenta que del total de libros que tenía en mi estante, no había leído alrededor de 25%, y lo peor era que seguía comprando libros para leer. Entonces decidí no comprar más libros hasta haber leído todos los que tenía. Los acomodé horizontalmente en mi librero para identificarlos; siempre me ha gustado ver mis libros como trofeos que gané por mi esfuerzo. Por eso más me daba pena ver tantos libros que ni siquiera sabía de qué se trataban. Me decidí a presumir solo los libros que había leído, y comencé a leer aquellos que había dejado en 'stand by'.
Como eran tantos libros y no sabía por cuál empezar, decidí retomar el primer libro que dejé trunco: ‘El fabricante de lluvia’. Ciertamente el libro es bastante aburrido, sobretodo para un niño de 10 años. De toda la historia solo hubo un episodio que me entretuvo y llamó mi atención. De nuevo batallé, pero esta vez sí lo terminé, y me perdoné por no haberlo terminado 15 años antes. Pero después de terminar ese, seguí con otros con los que me llevé muy gratas sorpresas. Retomé un libro italiano que compré cuando estudié en Turín. Enseguida recordé por qué lo había dejado inconcluso: en la primera página del libro había una frase que no había entendido. Una frase es exageración, fue una sola palabra la que no entendí y eso me hizo renunciar al libro completo. Vamos, mi italiano no era tan bueno cuando escogí el libro y mi intención era mejorarlo, no frustrarme. Pero esta vez me tragué mi orgullo, busqué el significado y continué con la lectura. Y cada vez que no entendía algo, lo buscaba en el diccionario o en internet. Aprendí más italiano, y leí uno de los mejores libros que he leído hasta ahora.
De todos los libros que terminé, más de la mitad valieron la pena. Leí al menos dos que están en mi lista de favoritos. Y también hubo algunos que otra vez no terminé; pero esta vez no me sentí mal por no terminarlos. Les di su oportunidad, pero hay libros que no son para todos. También rompí mi propósito de no comprar más libros mientras no hubiera terminado los que tenía, pero tampoco eso me importó mucho; hay algunos libros que me llaman poderosamente mi atención, y no me da la gana dejarlos para después. Pero este ejercicio me ayudó mucho a leer más. Alguna vez leí los derechos del lector de Daniel Pennac, que compartió Sergio de Regules, y uno de ellos era dejar sin terminar un libro. Y estoy muy de acuerdo con eso, pero también pienso que hay que darle oportunidad al libro para que nos cautive. (Otro de los derechos es el derecho a no leer; muy importante para nosotros los lectores que a veces nos sentimos mal por pasar semanas o incluso meses sin levantar un solo volumen). Pero si el libro que escogimos no nos atrapa o no nos entretiene, podemos hacerlo a un lado y tomar otro. La lectura se trata de disfrutar y hay millones de libros para escoger, no hay necesidad de casarnos con uno. Es justamente por eso que fracasan los intentos de infundir la lectura en los niños cuando van a la escuela: en vez de preguntarles qué quieren leer, les obligan a leer libros que escogen otras personas. O les obligan a leer clásicos que les dicen que les deben de gustar, porque son clásicos; si a casi todos les gusta por qué a ti no. Pues porque no somos iguales todos y muchos clásicos son aburridos, por eso.
Pero lo bueno es que por material no paramos. Hay suficientes temas, cuentos, novelas, biografías, series y tragedias para entretener años y años de lectura; hay libros de todos los géneros, para todos los gustos y para todas las edades. Diferentes tipos de lectura para diferentes estados de ánimo y diferentes puntos de vista. Se puede comenzar a leer en cualquier lugar y a cualquier edad. Se puede empezar a leer con lo que le gusta y le interesa a uno; y eso te lleva a leer de otros temas que a su vez te llevan a otros temas. No se necesita ser el gran lector para ser un lector cotidiano. Se puede comenzar leyendo blogs (guiño) o revistas de los temas que nos interesan. Si no sabemos qué leer, hay muchas maneras de encontrar algo que nos interese. Podemos platicar con gente que lee, amigos que tengan el hábito y puedan contarnos sobre algún libro interesante. Podemos leer recomendaciones de libros en Amazon y otros medios electrónicos que venden libros; leer lo que otros piensan ayuda mucho a decidir si empezar a leer un libro o no.
En fin, excusas para no leer hay muchas, y sin embargo, hay muchas más razones para empezar a leer. Y para mí, ese fabricante de lluvia que me desalentó cuando era niño también me quitó esa responsabilidad autoimpuesta de leer sin gusto, y me ayudó a leer más, siempre disfrutando lo que leo.