Mi mamá

Pensar en las razones que te hacen querer y admirar a tu mamá puede llevarnos a escoger las más obvias circunstancias por las que por lo general todas las mamás son reconocidas. Me gustan también los videos donde hacen burla de los estereotipos de las mamás, sobre todo las mexicanas; dan mucha risa porque es una evidencia de que todas son muy parecidas y a todos nos hicieron pasar por lo mismo. Pero si dedicamos un poco de tiempo a pensar exclusivamente en nuestra mamá vamos a recordar momentos precisos rodeados de circunstancias que nos marcaron y que hicieron que ese momento demostrara que nuestra mamá es la persona más influyente de nuestras vidas. 

Yo recuerdo, por ejemplo, un momento cuando estaba estudiando fuera, y que estaba pasando problemas con mi novia de entonces. No tenía ganas de contarle mi situación a nadie; estaba solo allá y nadie conocía a mi novia, y no me sentía con ganas de escribir correos electrónicos para describir lo que pasaba a mis amigos. Pero al final fue a mi mamá a la que le conté, a pesar de que me sentía incomodo porque era una situación íntima y no creía que mi mamá fuera la más adecuada para darme un consejo de relación amorosa, sin embargo lo hice. No me equivoqué. Mi mamá me dio el mejor consejo que pude recibir, y caí en cuenta de muchas cosas. Me ayudó mucho en ese momento difícil. Después de reflexionar en lo que me dijo mi mamá, me sorprendió haber dudado de lo que ella me pudiera aconsejar, porque obviamente ella me conoce perfectamente, a pesar de que tenía ya veintiún años, seguía siendo mi mamá, y esos momentos de vulnerabilidad, sobre todo estando yo en otro país, son en los que nuestra personalidad es la más simple, la más original, y es la que mejor conocen nuestras madres. 

Otra anécdota que me recuerda el amor de mi mamá y su apoyo constante es la vez que participé en un concurso de oratoria para hablar frente al gobernador del estado, en un evento de la asociación de football americano de la que era parte. Mi mamá fue la que había sugerido a la presidenta de mi club que yo podía ser un buen candidato para esa tarea. La convocatoria era abierta, pero solo yo y otro jugador acudimos a participar. Yo tendría unos 13 años, el otro jugador era mayor que yo. Me pidieron ensayar un articulo para pronunciarlo frente a los jueces que iban a decidir quién iba a hablar frente al gobernador. Mi mamá estaba ahi conmigo. Cuando estaba todavía ensayando, vimos al otro participante que había asistido. Los dos nos estábamos preparando, pero el otro muchacho se veía con más experiencia, más seguro de sí mismo mientras repetía los párrafos sin leer el texto. Yo me puse muy nervioso, porque sabía que no me iba a poder memorizar completamente la cuartilla que tenía que pronunciar. Pero mi mamá que estaba ahi conmigo me aconsejó no memorizar todo, sino llevar la hoja conmigo y usarla como guía, sin leerla textualmente, pero apoyándome para no equivocarme, sobre todo por si me ponía muy nervioso. 

Entré yo primero pensando que hubiera tenido una ventaja contra el otro orador si hubiera sido segundo, algunos minutos más para practicar. Estaba nervioso, traté de no sentirme mal por llevar el texto como guía. Hice mi trabajo y salí. Ahí estaba mi mamá para preguntarme cómo pensaba que me había ido. Me sonrió, me aseguro que pasara lo que pasara estaba orgullosa de mí, y nos fuimos. A la semana siguiente me llamaron para pedirme que preparara un texto de mi autoría para pronunciarlo frente al gobernador. 

Qué puedo decir más que mi mamá fue el apoyo que me ayudó a ser mejor que el otro participante, que iba solo. Mi mamá me había preparado desde chico, llevándome a clases de declamación, para aprender a hablar en público; pero también confiaba en mí y me impulsaba a hacer cosas para las que yo no me creía apto; me apoyó cuando parecía que había un rival mejor que yo. No me cabe duda que ese apoyo me dio ese pequeño impulso que me hizo superar al otro orador. Ese apoyo que siempre he tenido, aunque no siempre lo he sentido tan evidente. 


Esa es mi mamá, la que me conoce desde antes de nacer. La que aprendió a descifrar mis fortalezas y debilidades, y que me acompañó de la mano durante años.  Es la que me sigue enseñando, y que me ayuda a ser mejor.  

No hay comentarios: