El cliente "siempre" tiene la razón

El argumento de que el cliente siempre tiene la razón hoy en día está mal entendido. La razón por la que se dice que el cliente siempre tiene la razón es porque en un mercado libre, tu no puedes obligar a alguien a comprar o utilizar un producto que el cliente no prefiere. No importa si tu producto es mejor que el de la competencia, si el cliente no lo quiere comprar, el cliente tiene la razón. 

Pero ahora, parece ser que el usuario quiere justificar su mal trato al proveedor utilizando este argumento: 'yo puedo hacer lo que quiera porque soy el cliente, y el cliente siempre tiene la razón'. El cliente no tiene la razón cuando trata mal al empleado, ni cuando exige un precio que no es justo, ni cuando exige entregas inmediatas de productos o servicios que tienen tiempo de entrega. Si el cliente cree que puede exigir lo que quiera y lo merece solo porque él es quien tiene el dinero, está muy equivocado, y le falta mucha educación. El cliente solo tiene la razón sobre lo que decide comprar en el libre mercado. Si alguien cree que lo que merece pagar por un mercedes son 10 mil pesos, pues se va a ir a su casa muy decepcionado. Pero si todas las personas piensan que un Mercedes no vale lo que la agencia pide por él, eventualmente el Mercedes va a bajar de precio, o va a quebrar la empresa. 

Por más que me da coraje que la gente pague tanto dinero por un café del Starbucks, el cuál creo que es de los peores cafés que he probado, no puedo hacer nada para evitarlo, la gente cree que lo que paga por ese café es un precio justo, y como lo siguen comprando, Starbucks no tiene ningún interés en bajarlo. Así funciona; el cliente tiene la razón. 

Pero ahora veamos cómo algunas personas han tratado a los empleados del Oxxo, exigiendo que les cobren los productos a  su manera, o gritándole a quienes les ayudan a subir el hielo a su coche,  porque son el cliente, entonces el empleado del Oxxo es quien tiene la razón y no debería de atenderlos. 

Cuando trabajaba en la construcción de casas para clientes específicos conocí personas que lejos de merecer respeto eran el vivo ejemplo de la falta de educación. Se enojaban cuando pedían que avanzáramos en una parte de su casa que todavía no iba en el programa de obra y nos exigían que hiciéramos lo que ellos decían porque ellos eran los dueños y ellos mandaban.  Les exigían a los albañiles que ignoraran mis órdenes porque ellos mandaban sobre mí. Se comparaban con sus vecinos y siempre creían que les habíamos dado un trato preferencial que ellos no tenían y esa era prueba de que su casa estaba quedando mal. Muchas veces quise hacerles ver lo patéticas que eran sus vidas cuando exigían frecuentemente cambios absurdos y luego se quejaban por el costo que estos generaban. Estaban seguros que su dinero podía comprarles lo que quisieran y creían que por ser los clientes podían tratar a los trabajadores con prepotencia. Gritaban, insultaban, amenazaban y acusaban de ser maltratados. Al menos tres de los dueños  las casas caían en la categoría de peor cliente que te puede tocar. 


Yo nunca les dije nada, he aprendido a dejar que las personas sientan que ganan las batallas con tal de que dejen trabajar. Pero aprendí mucho sobre cómo no se debe de tratar a quien te da un servicio. No importa quién seas tu ni quién te esté atendiendo, la buena educación aplica en todos los casos. Creer que el dinero consigue lo que sea es un error que te puede meter en muchos problemas; con dinero contratas un servicio, o consigues un producto, no compras el alma del vendedor. Los clientes no siempre tienen la razón, y aprender eso evita que te avienten café caliente en la cara. 





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