Muchas veces le pregunté a parejas casadas cómo le hacían para no aburrirse uno del otro. Nunca fue con la intención de ofender, era realmente curiosidad mía saber cómo lograba alguien vivir durante años con la misma persona y no caer en la rutina. Esto fue cuando era joven y mi relación más duradera no rebasaba un año. De las muchas respuestas que recibí ninguna superó un diálogo muy sencillo que vi en una película que pasó sin pena ni gloria del año 2005. En ella, una madre, interpretada por Meryl Streep, le dice a su hijo: “El amor no siempre es suficiente. No cuando hablas de matrimonio, e hijos y juntar cuentas de banco. Las relaciones personales son trabajo, los hijos son trabajo. Y no estoy diciendo que el amor no sea importante, lo es, pero a veces amas, aprendes y sigues adelante”.
Desde entonces reflexioné mucho en esa frase. Estoy de acuerdo, el amor no siempre es suficiente. Confiar en la atracción hacia otra persona y lo agradable estar con ella no garantiza una relación duradera, la costumbre normaliza hasta a la persona más especial a pesar de nuestras mejores intenciones. Y claro, mantener una relación y una familia exige esfuerzo, trabajo, sacrificio. No puedes esperar que sea el amor lo que resuelva todo. Al final, no es con amor que se solucionan problemas (ni se compra una casa ni se paga una escuela). Se tiene que trabajar para fortalecer lo que nos une. Conocerse, entenderse. Desvelarse para alimentar bebés. Cuidar de la pareja cuando se enferma. Explicar con paciencia, incluso cuando es la décima vez que se hace. Eso es trabajo, no amor.
Sin embargo, creo que más bien, el amor ES trabajo. El amor se trabaja día con día, semana tras semana. Sí, existe el amor como un sentimiento, pero el amor puede ser muy fugaz, el amor es frágil, el amor se pierde, el amor se acaba. El amor duradero, el amor genuino se trabaja. El amor es estar ahí para la persona que se ama. No puedes amar a tu pareja y esperar que esta soporte tu indiferencia, tu apatía, tu agresividad. Amar es contener tu agresividad, sobreponerte a la apatía, olvidar la indiferencia. ¿Quién puede decir que ama a su hijo, mas no lo cuida? ¿Quién se aleja de la persona amada cuando esta la busca?
El amor es sonreír cuando no tienes ganas. Levantarte cuando estás cansado. Hacer, cuando quisieras no hacer nada. El amor no es solo disfrutar (y claro que se disfruta); el amor también es soportar los malos días, pero no solo eso, sino hacerlo con la mejor cara.
No es que el matrimonio o una familia sea solo trabajo, sino que el amor nos obliga a trabajar. El amor nos obliga a sacrificarnos por nuestra pareja, por nuestros hijos. Si el amor no se trabaja, se esfuma con cualquier descuido. Y no se puede trabajar por alguien sin algún interés de por medio. El esfuerzo que ponemos por alguien más es el amor que le tenemos a esa persona.
Sí, las relaciones son trabajo, pero es el amor lo que nos da motivo para realizar ese trabajo, que al mismo tiempo alimenta al amor y lo hace fuerte.
Pienso en la ocupación que realizó para ganarme el pan de cada día. El esfuerzo que invierto es lo que me da el resultado por el que cobro dinero. Son las ganas de hacer las cosas bien lo que le da valor a mi trabajo. Es saber que nadie te da nada gratis, y que tienes que ganarte el sueldo logrando metas. Y así es el amor también.
Cuando me canso de levantarme en la madrugada, cuando llego a un lugar al que no quiero ir, cuando me visto en vez de quedarme en pijamas como preferiría, pienso que el trabajo que me está constando está abonando méritos a mi relación, y la hace más valiosa y más resistente. Y me doy cuenta que todo lo hago por el amor que doy y que recibo. Entonces el esfuerzo me cuesta menos; en mi mente solo repito: el amor es trabajo.