Los dueños del buen gusto

El debate en twitter explotó hoy. Que si la comida gourmet no se puede tocar ni con la gota de un limón por ser obra de arte del chef y estar preparada al punto justo para deleitarse. Que si es un insulto al esfuerzo del chef que escoge los ingredientes perfectos para preparar su comida. Que si los incultos no saben apreciar la comida gourmet no deberían de ir a esos restaurantes. Que si el cliente no siempre tiene la razón. En fin.

Aquí mi humilde y sesgada opinión que nadie pidió:

En gustos se rompen géneros, ya sabemos todos eso. Lo que para unos es arte, para otros es fantochería; pero se necesita de un ojo educado para que una opinión tenga validez. Pero ¿qué pasa si se paga por el arte que se va a consumir? ¿Tiene derecho el artista sobre esa pieza? (Ya he hablado sobre por qué el cliente no siempre tiene la razón. Pero este no es el caso).

Trabajo en la construcción, y he tenido muchos clientes que quieren construir su casa. Es común que el cliente tenga sus propias ideas sobre el diseño y quiera imponer sus gustos; obvio, es su casa. Sin embargo no es raro escuchar a un arquitecto enojarse porque su diseño se ve alterado por un "ignorante". A veces es el experto, que trata de persuadir al desinformado de las razones o las bases sobre las que se diseña un espacio; pero otras veces es el arrogante y soberbio que exige que el diseño no sea contaminado por mentes menos competentes.

El arquitecto puede tener razón en lo que propone; vamos, puede ser hasta lógico lo que expone. Sin embargo, el cliente es quien está pagando por el diseño que quiere, y si algo no le gusta, lo va a cambiar. Existen muchos tipos de casas y y muchas ideas para proyectos: distribución, acabados, funcionalidad... fantochería. Pero al final quien va a vivir ahí y quien va a pagar es quien tiene la última palabra. Al arquitecto puede darle rabia, pero no es él quien va a sufrir día con día, el cliente sí.

Yo pienso que en el ámbito culinario es lo mismo. Sí, el chef te da un consejo sobre cómo debe de consumirse su producto. Sí, es mejor confiar en el chef y probar la comida justo como la preparó, sin "meterle mano". Y yo abogo por que, quien pague los ridículos precios que cobran en esos restaurantes,  pruebe la comida tal y como se la sirvieron. Pero si al cliente no le gusta o no le satisface el sabor de la comida que recibió: ¿hay razón para sentirse insultado porque quiere ponerle más sal a la comida? O ponerle limón a la carne, o salsa a un taco. ¿Quién se va a comer el platillo, el cliente o el chef? 

El chef está en su derecho de pensar lo que quiera del cliente: inculto, ignorante, iletrado, corriente, naco. Lo que quiera. Pero quién es él para decirle que su gusto está equivocado, si al final quien lo consume es el ignorante, el naco. A final de cuentas pagó la cantidad que le dijeron que tenía que pagar. El alimento es suyo. 

No estoy en contra de que si piden limón, o chile, o salsa, o mayonesa o mostaza, en el restaurante les contesten "no tenemos"; pero ¿ofenderse porque alguien prefiere aderezar su comida..? ahí está la petulancia de quién ve clientes como indignos de sus facultades, aunque puedan pagarlas. 

Se creen dueños del buen gusto.