Sentirse como turista



Justo leía, en un blog que frecuento, una entrada en la que la autora platicaba un poco su estado de ánimo. Un poco de no saber qué es lo que viene, ni estar contento con lo que uno hace o donde se está. Justo leía eso cuando en mi iPod empezó una canción que me gusta mucho: You are a tourist, de Dead Cab for Cutie. 

No sé si fue la canción, o el sentimiento similar que me está atacando estos últimos días, con todo lo malo que sucede en mi ciudad, en mi país. Pero me dieron muchas ganas de escribir de esto; acerca de cómo me siento ahorita. Estamos (yo y mucha gente) de luto por los eventos terroristas de los narcos hace algunos días, hablando siempre de la guerra contra la delincuencia organizada, del presidente, de la corrupción, de la crisis en Europa y en Estados Unidos, de las cosas malas, y yo con ganas de escribir algo positivo, de ver algo bueno, pero sin lograrlo. Hace mucho tiempo que no escribía en el blog, y cuando por fin pude concentrarme para armar una entrada, lo único sobre lo que podía escribir era sobre algo negativo. No estoy deprimido ni nada, y cuando platico con alguien de cualquier cosa que no tiene nada que ver con los temas que acabo de mencionar, se siente un alivio muy grande. Pero lo malo es que esas platicas y esos momentos son lo raro ahora. La mayor parte del día lo llevo estresado con el trabajo, con pendientes y con preocupación. 

¿Qué se hace cuando te sientes así? ¿Esperas a que se te pase? Eso es lo que yo hago normalmente. La canción de You are a tourist dice que hay que cambiar de aire, volver a empezar: cuando te sientes como un turista en la ciudad en que naciste, es tiempo de irse.  Y definir tu destino final, con tantos lugares a los que puedes llamar hogar. Porque cuando te ves como un villano en la historia que escribiste es fácil ver, que a veces las mejores intenciones necesitan ser rescatadas.

A mí me gusta releer mis libros favoritos. Escuchar música. Escribir. Y ahorita me dieron muchas muchas muchas ganas de escribir. Sin decir nada más que esto, lo que estoy escribiendo. Leer a Cy en su blog me hizo acordarme por qué escribo; como dije antes, escribo para mí, para desahogarme, porque no puedo no escribir. Es un alivio, una válvula de escape.

Y cuando pasa este momento, y estoy de vuelta en mi estado de ánimo favorito, contento, alegre, con entusiasmo, me gusta regresar y leer lo que escribí en estos momentos cuando uno no se siente del todo bien. Regresar y recordar que no siempre se está del todo feliz, por eso hay que aprovechar siempre y disfrutar al máximo cuando se está en una racha buena. Por que al final todo pasa, lo bueno y lo malo. Cuando se está de subida, hay que recordar esto para aprovechar al máximo el momento, y cuando se está de bajada, hay que recordar como le hicimos antes para sobrellevar estas etapas.

Y no les miento, sólo de escribir esto, me empiezo a sentir mejor.

Saludos, Cy. Te mando un abrazo cariñoso.

la casa alborotada



Hoy escuché un comentario de algún periodista, para mí desconocido, de los noticieros que aparecen a ciertas horas en la radio de Monterrey. El comentario decía en pocas palabras que ya 'esperamos' con ansias la salida de Felipe Calderón de la presidencia, y que por fin se iba a terminar el calderonismo, y que su gabinete se iría con él; que por fin se iba pero nos dejaba la casa alborotada, llena de problemas y que, si bien faltaba poco, la espera iba a ser larga porque ya era lo último.  Me quedé reflexionando cuánta gente piensa así aquí en México. Este sentimiento no es exclusivo de este comentarista que no aportó absolutamente nada con su comentario; así piensa muchísima gente que está o en contra del gobierno o simplemente harta de él, y, al igual que este comentarista, no aportan nada para mejorar el país. Comparar a nuestro país con una casa es muy acertado, pero decir que nos dejó la casa alborotada como si, antes de que llegara Calderón, hubiera estado ordenada y arreglada, me parece injusto, sin criterio y equivocado. La casa está alborotada desde hace mucho tiempo, y si bien Calderón no la ordenó, yo podría decir que sí la limpió un poco; no es suficiente, necesitamos limpiarla y ordenarla toda, pero Calderón no es para nada el único responsable.

Siguiendo con el ejemplo de una casa 'alborotada', yo propondría imaginar que hubo alguien que dejó entrar rateros y delincuentes a la casa que solo comían y bebían y estaban tirados viendo la televisión, ocupando espacios sin dejar a nadie que los quitara de su cómodo lugar. Ahí los dejaron todos los que vivían en esa casa sin decir nada; primero era uno y luego fueron más hasta que ya era imposible que la gente que trataba de mantener la casa limpia soportara tener a parásitos ahí, y hubo alguien que intentó poner orden y obligar a los rateros y delincuentes a ayudar para poder vivir todos mejor en la casa, pero estos, como tenían el puesto más cómodo sin tener que mover un solo dedo, reaccionaron con violencia porque sabían que los que trabajan no podían defenderse. Y hubo quien aprovechó a su favor la presencia de los delincuentes y que, a cambio de privilegios, se quejaron de quien quiso poner un orden, le echaron la culpa de 'alborotar la casa', le recriminaron que antes vivían en paz y con seguridad, cuando en realidad no era así, esperando que dejara a los delincuentes ocupar su cómodo lugar, y ellos seguir teniendo sus privilegios a costa de todos los demás que vivían en esa casa.

Lo mismo veo cuando escucho que alguien quiere echarle la culpa al presidente de violentar el país, como si los carteles, los secuestros, los grupos armados hubieran aparecido con la llegada del ejercito a las calles. Como si los Zetas, y todos los grupos criminales que mantienen secuestrada nuestra tranquilidad hubieran iniciado sus operaciones hace solo cinco años. Lo peor es que hay mucha gente (obviamente gente que está metida en la política) que le apuesta a que al presidente le vaya mal para poder después decir 'ya ves, él es peor que yo, por lo tanto te conviene votar por mí'. En Monterrey, hace algunos años, salieron a la calle gente encapuchada exigiendo el retiro del ejército. ¿A alguien le cabe duda que esa gente fue enviada por el crimen organizado? Creo que no. Entonces podríamos dudar también de los que se quejan de que el ejercito esté combatiendo a los criminales, ya que nadie prefiere que sean los criminales quienes tengan el control, porque a pesar de cualquier cosa, contra los militares si nos podemos quejar. Los narcobloqueos en mi ciudad no se los puedo reprochar al presidente, sino al alcalde de Monterrey y al gobernador de Nuevo León, ya que ninguno de los dos respondió con prontitud.  Los delitos que se cometen en las ciudades como Monterrey son asesinatos, robo de automóviles, asaltos, secuestros. Si las autoridades locales no evitan esos delitos y no brindan seguridad, no es por culpa del presidente, y no es por la guerra contra el narco, es por la ineptitud de los gobernantes locales. Si el gobernador o el alcalde no da resultados en cuestiones de seguridad ¿le vamos a reclamar a Calderón?

En México estamos acostumbrados a echarles la culpa a los demás. Es un gran error que comentemos; no reconocemos que nosotros mismos somos responsables de lo que sucede en nuestro país. Tenemos que darnos cuenta que es culpa de todos que el crimen organizado tenga tanto poder. Algunos tendremos más culpa que otros, algunos casi no tendremos nada de culpa, pero me queda claro que para que los criminales lleguen a tener tanto peso, no es por culpa de una sola persona, ni de un solo gobierno, sino que muchos tienen poner de su parte para permitir que los criminales crecieran y tuvo que pasar mucho tiempo para que se fueran haciendo de poder. Mientras no nos demos cuenta de eso, y sigamos echándole la culpa únicamente al presidente de la inseguridad en el país, no vamos a salir de ella. Hay que reclamarle a cada quien lo que le corresponde. Si los presidentes y gobernadores anteriores (y hablo de quienes nos gobernaron en los 80's y los 90's) dejaron crecer a los criminales, no le echemos la culpa al presidente actual de que ahora estemos pagando la factura. Si sabemos que los políticos roban dinero, y los justificamos diciendo que todos son así, o que no ganan el sueldo de alguien con esa responsabilidad y por eso pues no está tan mal, no podemos quejarnos de la situación actual. Si no nos informamos y solo escuchamos las respuestas cantinfleras de los políticos, no podemos quejarnos de que el país esté como está. Es culpa de todos que México esté hundido en la inseguridad. Pero el problema es que hay quien quiere mantenerlo así, y no somos capaces de identificar a esos personajes y reclamarles que ellos tienen más culpa por permitir que los crímenes se cometan para poder culpar a quien gobierna, y en eso están metidos todos los políticos; le apuestan a que le vaya  mal al otro, cuando a los ciudadanos nos importa poco de qué partido sea quien nos gobierne, mientras haga las cosas bien.

Los criminales, los narcos, los secuestradores, los delincuentes en general, deben estar muy contentos. Deben estar muy contentos de que la gente se queje del ejercito en las calles; de que le echen la culpa al presidente de la violencia en el país; de que estemos tan polarizados, como sociedad; de que nos aventemos la culpa los unos a los otros y no veamos que los delincuentes también culpan al presidente desde las tribunas, y que hay gobernadores y autoridades que también son delincuentes, y quieren que exijamos que nos dejen en paz, para delinquir a gusto.