Futbolito en el trabajo

Son las doce y media de la tarde. Llego a una de las obras que estoy supervisando y administrando como parte de mi trabajo. Todas las actividades están detenidas. Es la hora de la comida. A veces me gusta y a veces no me gusta llegar a esa hora, porque nadie está trabajando, todos descansan. Me gusta porque así puedo revisar bien el avance sin preocuparme por la cantidad de maquinas que pasan por el sitio, o preocuparme que no me vaya a caer una pieza de acero encima. También porque puedo preguntarle más fácilmente a los trabajadores sobre alguna duda que tenga, porque no están concentrados en alguna tarea y también porque no hay ruido que haga difícil la comunicación. Pero a veces no me gusta llegar a esa hora simplemente porque todo está detenido y no hay nada que ver en cuestión de actividad. A mí me gusta ver cómo se van realizando cada una de las pequeñas tareas que a lo largo de los meses van formando una nave industrial (o cualquiera que sea el proyecto que se esta construyendo).

Pero hoy me dio mucho gusto llegar a esa hora por una razón especial. Los albañiles, que se la pasan todo el día laborando en trabajos que requieren mucho esfuerzo físico, estaban jugando fútbol. Tomando el ancho de una bahía por el ancho de tres bahías como cancha, y con dos cascos amarillos delimitando cada una de las porterías, los albañiles corrían de un lado a otro pateando el balón. Cinco contra cinco no dejaban de moverse buscando meter el gol. 

No pude evitar dejar de hacer mi trabajo un rato y detenerme a verlos. Me pareció muy curioso el hecho de que usaran las columnas como límite del campo, y después de ver los cascos definiendo las porterías me entró un poco de nostalgia porque me recordaron cuando era yo chico y jugábamos, mis amigos y yo, tochito en la calle. Poníamos la reglas sobre los limites del área para jugar, el touchdown, el primero y diez. Y nos pasábamos horas aventando el balón, cambiando equipos para jugar unos con otros, gritando '¡carro!' cuando se acercaba uno y teníamos que hacernos a un lado. Hasta me dieron ganas de ponerme a jugar con los albañiles. 

Me sorprendió mucho verlos tan activos en su hora de descanso, después de pasar toda la mañana trabajando en un oficio que es muy fatigante (y lo sé de primera mano), y aprovechar la hora de comida para jugar un partido de fútbol. Pero claro que tomando en cuenta que el deporte te distrae y al distraerte igual descansas, no debería haberme sorprendido tanto. 

De verdad disfruté hoy ver esto en la obra. Me gusta ver gente divirtiéndose en cosas sanas y alegres. Estuve viéndolos un buen rato, para después regresar a mi trabajo. Revisando los detalles en la estructura, asegurándome que hubiera suficiente material para que no se detuviera el proceso, contando las grúas que se estaban utilizando... y pensando que tal vez la próxima vez sí les pida chance de jugar con ellos un rato.


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