Las reglas de Uber

Las leyes humanas son un producto de la imaginación. La única manera en que pueden funcionar es que todos estemos de acuerdo con ellas y que la gran mayoría las cumplamos. Sabiendo eso, podemos entender muy fácilmente por qué Uber es un negocio tan exitoso.

Los taxistas inconformes con Uber tienen buenas razones para estar enojados: a ellos les pusieron muchas trabas para poder trabajar, tuvieron que comprar placas especiales para poder operar o se tuvieron que mochar con alguna autoridad (y esos moches no son nada baratos). Ganaron su poder a base de paciencia y colmillo. Y cuando llega un negocio que no ha tenido que pasar por nada de eso, ni sobornar al gobierno, ni años de pleito para ganar plazas, es obvio que van a defender su negocio. 

En realidad las reglas que pone el gobierno para poder operar con una red de taxis son necesarias. Aquí en Monterrey, antes de que existieran los “ecotaxis”, había puros taxis amarillos (como todavía hay en muchos lugares de México, como Saltillo, donde viví hace tiempo) que te cobran lo que quieren; no tienen una tarifa definida, y no te puedes quejar con nadie de que te cobraran de más. En realidad si el gobierno no pusiera orden en ese aspecto, viviríamos en una especie de anarquía. Pero como en todo lo que hace el gobierno, la corrupción se adueña rápidamente de lo que caiga en sus manos. Por esta razón las reglas dejan de ser justas. Ya no le dan la concesión a quien de mejor servicio. Se empieza a pudrir el sistema con favores, mordidas, y desfalcos. La ley deja de funcionar.

Y lo que sucede es que las reglas, como decíamos, son producto de la imaginación. Si jugamos un juego y no seguimos las reglas, el juego es absurdo. Lo mismo pasa con las leyes. Lo que hizo Uber, es que llegó y nos propuso nuevas reglas, más efectivas y que todos estamos dispuestos a cumplir. Y le ganó al gobierno.

La gente está más a gusto con el servicio que da Uber y con las tarifas que le cobran. La comodidad del celular es mucho mas efectiva que las llamadas a la central de taxis o las filas en la calle para esperar el servicio. El sistema de localización todo mundo lo sabe usar, y los sistemas de cobro son muy transparentes. Y lo más importante: cada quien decide si usa Uber o no. A nadie lo obligan a utilizar el servicio, lo que no sucede por ejemplo en los aeropuertos, donde si necesitas transporte publico te limitan a los que tengan en disponibilidad. Cobran más de lo que cobra el servicio de Uber, y, a veces, tienen un servicio de peor calidad. 

Es por eso que no se va a poder eliminar a Uber. Porque proponen algo que la gran mayoría prefiere; no es algo impuesto, ni es la única opción. Y es aquí donde vemos que la corrupción nos afecta a todos, y que el gobierno no se preocupa por la gente, sino por sus propios intereses. Sabemos que los servicios regulados por el gobierno son extorsionados por este, y por eso tiene que subir el precio del servicio, para poder pagar los moches que exigen los políticos corruptos. Cuando llega el que no tiene que pagar eso, ¿quien es el que se enoja? El que compró su exclusividad con el gobierno para poder cobrar lo que quisiera. y ¿a qué defiende el gobierno? Al que le paga el dinero que exige ilegalmente. En vez de entender que los ciudadanos vamos a preferir un servicio que nos convenga, contra una ley que sabemos que ya no sirve para poner orden, sino para aprovecharse de nosotros.


¿Qué pasaría si algo similar a lo que sucede hoy con Uber, sucediera en la construcción de obras para la ciudad? Las grandes constructoras acostumbradas a cobrar lo que quieren por trabajos de mala calidad estarían muy disgustas; pero la ciudadanía se llevaría todos los beneficios. ¿Qué pasaría si entrara al país competencia para Pemex, para CFE, para los partidos políticos? No durarían mucho tiempo más. Las reglas cambiarían. Serán más eficientes. Se cambiarían las reglas por unas que todos estamos dispuestos a cumplir, porque nos convienen. Porque la ley a final de cuentas, sigue siendo una invención humana, que no tiene ningún valor si nadie esta dispuesta a cumplirla (empezando por nuestros gobernantes). 


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