Hay preguntas tan generales y ambiguas, que son prácticamente imposibles de contestar acertadamente ¿Es malo fumar? ¿Es malo ver televisión? ¿Es lo mismo robar mucho que robar poco? Para esta última pregunta tal vez deberíamos definir primero cuánto es poco y cuanto es mucho. Y tal vez no se pueda definir de una manera universal, sino que se deba de comparar lo que se está considerando. La moral humana no tiene fronteras bien definidas y las culturas influyen mucho en lo que las personas consideran moralmente bueno o moralmente malo.
Robar es malo, sin lugar a dudas. Pero ¿cómo castigas a quien robó? ¿No se debe de preguntar primero qué fue lo robado? Para empezar a considerar este punto, podemos poner como ejemplo a los políticos. ¿Se merece el mismo castigo alguien que robó cinco millones de pesos que quien se robó cinco mil millones de pesos? Yo creo que no. Igual que no se merece el mismo castigo quien se roba 500 pesos contra quien se roba 100 mil pesos. Y si comparas quien se robó 500 pesos contra el que robó cinco mil millones de pesos, no queda duda que el castigo no puede ser el mismo para ambos ladrones. Pero ahora pongamos otra perspectiva: hace poco sucedió que el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, fue acusado de robar 35 mil millones de pesos y obviamente todo mundo estaba muy enojado; pero luego salió a la luz que no solo se había robado esa mayúscula cantidad de dinero, sino que en su administración se había medicado a niños que padecían cáncer con agua destilada en vez de quimioterapia. Esto fue lo que finalmente desató la indignación de todo el país y la gente exigió que le cayera todo el peso de la ley. Ya no se trataba solo de robar sino de jugar con la salud de los niños. Este acto ya se trataba de delitos de lesa humanidad. Y a esto, vuelve la pregunta ¿se merece el mismo castigo? Para mí la respuesta es un rotundo no.
Este tipo de dilemas son muy comunes cuando uno trata de buscar una respuesta absoluta. Pero bien sabemos que cuando se habla de personas, no hay absolutos. Hace poco, con la tragedia del Colegio Americano del Noreste, en donde un muchacho disparó una pistola contra 3 compañeros y una maestra, comenzaron a circular las fotos y el video de lo sucedido. Mucha gente estuvo en contra de eso, pero hubo algunos conocidos, que si bien no defendían el hecho (compartir fotos y el video de la masacre) cuestionaban qué diferencia había entre compartir ese vídeo y compartir fotos pornográficas o de mujeres semidesnudas en el teléfono celular; acusaban que era el mismo morbo en ambos casos. Aunque para mí y otras personas la respuesta era lógica, para estos dos amigos no lo era. Lo que yo defendía era que a pesar de ser ambas situaciones actos inmorales, había una diferencia muy clara entre las dos: las modelos porno saben que las están fotografiando para ser exhibidas, los muchachos afectados en la masacre no. Incluso defendí el hecho de que solo era diferentes los dos casos si la persona exhibida había consensuado el acto. Hace algunos años se volvió común exhibir a muchachas que se habían grabado sin ropa para mostrárselas a alguien en particular, mas no para que se compartiera con otras personas, y ahí sí, era igual de grave compartir esas imágenes como las de la masacre; porque la afectada no estaba de acuerdo con ello. Ahí sí existía morbo. El morbo en sí recae en querer ver algo prohibido. Las fotos pornográficas que envían en casi todos los grupos de hombres de whatsapp, son solo para entretener, no por morbosidad.
Pensar que todo esta mal, y que no hay grados para calificar los crímenes, y que todos deben de ser castigados por igual me deja pensando, ¿cómo se llega a esto? En el libro de George Orwell, 1984, el país descrito busca la total dominación del pueblo, y busca que la gente no piense. El gobierno represor intenta manipular la historia, los hechos y los pensamientos de los habitantes, y una manera en la que intenta esto es decretando que prácticamente todo acto para vincularse entre las personas sea un delito. El sexo, el amor, la intimidad, la afinidad familiar, todo es malo para el sistema. Nadie debe de sentirse a gusto. Esto, a pesar de ser una exageración, no difiere mucho de la historia real, incluso hoy en día. Yo no puedo entender por qué la Iglesia católica alguna vez fue tan estricta con respecto a los actos sexuales de las personas, pero ahora puedo entender cómo hay personas que no pueden diferenciar entre un acto sumamente repugnante y uno recreativo, dado que ambos se catalogan como inmorales. Y siguiendo la misma línea, agradezco que crecí en un ambiente poco riguroso y severo, porque aunque parezca que eso no es un lujo, existen personas que piensan que las mujeres deben de ir tapadas de pies a cabeza y que no deben de dejarse ver nada más que los ojos, todo por el bien mayor y para evitar tentaciones. Y eso no quiere decir que yo abogo por el libertinaje sexual, o que deseo que las mujeres se exhiban sin su consentimiento, pero lo que se busca es un punto medio, y la burka es claramente un extremo.
Hay muchas situaciones controvertidas donde es difícil decidir si se está cayendo en una inmoralidad, sobre todo cuando no queda claro si afecta a un tercero o no. Saber discernir donde se cruza una raya muy fina y no muy clara requiere de mucha sabiduría, que no creo poseer yo, todavía. Pero no creo que ser tan inflexible y satanizar toda acción ayude a crear una conciencia sana... es justo así como se llega al fanatismo.
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