Un soldado en cada hijo

No creí que sucedería. Desde que era candidato a la presidencia jamás tuve una razón para sentir aprecio hacia Enrique Peña Nieto. Y no era un desprecio gratis; todas las decisiones que tomaba gritaban corrupción, y sus declaraciones demostraban su ineptitud y su falsedad. En un inicio le di el beneficio de la duda, pero jamás le regalé ni un comentario positivo que no se mereciera. Hasta el jueves pasado, 26 de enero. Por fin sentí orgullo por alguna decisión que haya tomado, y esto para mí es muy importante. Ningún gobernante se merece el apoyo incondicional e incuestionable del pueblo que representa. Ni Felipe Calderón ni el Bronco, a quienes yo he apoyado mucho, están libres de criticas merecidas por malas decisiones; ni Obama, ni Merkel, ni Mandela ni nadie. Su trabajo no es ser populares, sino gobernar eficientemente; por mejorar al pueblo. Peña Nieto, por primera vez en 4 años dio una muestra de valentía y también de inteligencia. Todos sabemos que no es fácil enfrentarte a un bully, y menos al más poderoso de todos. Pero enfrentarte, delante de todos, y ganarle a un bully te merece respeto. 

El nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, trató de amedrentar al presidente mexicano Enrique Peña Nieto, y a todo México usando su cuenta de twitter, y expresando que si México no estaba dispuesto a pagar por el muro que quiere construir, entonces no tenía caso que se llevara a cabo la junta entre los dos mandatarios. Esto lo hizo con la intención de poner presión y de provocar al gobierno mexicano para que accediera a sus ridículas demandas. Pero el presidente Peña Nieto, en vez de dejarse intimidar, e incluso, adelantándose a los planes de Trump, contesta con un twit en el que cancela su reunión con el presidente. Y con esto levantó la dignidad de los mexicanos, nos represento con valentía y nos dio una razón para sentirnos orgullosos. Creo que nunca me había sentido así fuera de los partidos de futbol de la selección nacional, o las olimpiadas o los logros de connacionales de trascendencia mundial. Más sorprendentemente, nunca me había sentido ni en lo mínimo contento con Enrique Peña Nieto. Sus decisiones nunca me habían hecho sentir representado. 

Por eso escribo esto. Estoy contento de poder sentir empatía con mi presidente. Aunque
mucha gente no me crea, no me gusta sentirme avergonzado de tener un presidente como Peña Nieto. Quiero sentirme parte de un país unido, donde defendemos lo nuestro y “saltamos” cuando ofenden a nuestros representantes. Y esta es la primera vez que siento que quiero estar detrás de mi presidente señalando al enemigo y amenazando con atacar si se atreve a ofendernos. 

Y algo que todavía me da más gusto es ver como nos unimos. Por fin. Nunca había visto tanta unidad entre los mexicanos fuera de desastres naturales y partidos de fútbol. Nunca había visto a políticos de diferentes partidos apoyarse en contra de un enemigo común. Eso me da orgullo y esperanza. 

Tal vez la elección de Trump haya sido algo bueno para nosotros. Después de todo, si nos ayuda a olvidarnos de nuestras ideologías para pensar en el bien común del país, y nos devuelve el patriotismo tan necesario en México, pues le agradezco a Estados Unidos por elegir a un presidente tan estúpido.


Espero todavía que este sentimiento se permee y nos haga querer ser mejores. Que nos haga pensar en nosotros como país y no como individuales. Escuchar con atención nuestro himno, y sentir hacia nuestra nación que “si osare un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo, piensa ¡oh, patria querida! que el cielo, un soldado en cada hijo te dio”. Que nos haga querer combatir juntos a los esos enemigos, que casi todos están entre nosotros: corruptos que no nos dejan avanzar; y por fin empezar a trabajar como equipo, como país.  


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