Qué se contesta a un berrinche


¿Se puede tratar de razonar con quien no quiere hacerlo? En mi experiencia no es posible. Cada vez que quiero discutir algún tema con alguien que no está dispuesto a escuchar me doy cuenta que pierdo mi tiempo. No importan las razones que se expongan cuando el objetivo de la otra persona sea estar en contra a como de lugar. 

Donald Trump escupe amenazas e insultos en twitter no para confrontar a quien amenaza o insulta, lo hace para engañar a sus electores y hacerles creer que busca el bien de su país. Claramente las decisiones que toma no ayudan al propósito que presuntamente busca, por lo tanto solo podemos asumir que su intención es crear faramalla y espectáculo, no dar resultados. Cuando el día de ayer, 30 de Mayo, Trump publicó en twitter que iba a imponer aranceles a los productos importados por su país provenientes de México para obligar a nuestro país a frenar el flujo migratorio, dejó claro que no entiende cómo funciona la economía y el mercado. Pero también quedó claro que su base electoral tampoco entiende nada de eso, y le aplaudieron que defendiera a Estados Unidos (por que eso es lo que creen que hizo).
La carta que envió Andrés Manuel como respuesta al tuit de Trump no sorprende más que en el contraste del tono con el que el presidente gringo ataca. López Obrador invita a Trump al dialogo, a la diplomacia y al respeto. En ningún momento se humilla ante el bully estadounidense, aparte de que le recrimina la postura de su gobierno para con los inmigrantes quienes, le recuerda, son bienvenidos en ese país según su misma tradición. También le señala que el slogan utilizado, America First, no aplica para un país que se jacta de procurar la justicia. Y finalmente le pide resolver cualquier desacuerdo en lo privado y con los funcionarios de los gobiernos de ambos países. Esto último es lo que más me gustó de la carta, hacer énfasis en evitar los señalamientos en twitter o en los medios. 

Pero es claro que, al igual que Trump, López le habla a su electorado. Empieza la carta mencionando al "mejor presidente de México", Benito Juárez, cuya mención no aporta absolutamente en nada al mensaje que envía. Luego menciona a Cárdenas y a Roosevelt como ejemplo de presidentes que se entendieron a pesar de los desacuerdos que tuvieron, como si los conflictos entre ellos hubieran sido simples discusiones que terminaron en un apretón de manos. López intenta compararse con estos dos presidentes que si bien la historia los evaluó bien, no se puede decir que fueron ejemplares, en especial Benito Juárez. Pero López, al igual que Trump, confía en la ignorancia de la gente. Y para rematar le deja claro "a Trump" que él es muy valiente y no es timorato, que al aclararlo casi casi suena como una afirmación de lo contrario, pero pues como digo, la carta es para los mexicanos más que para Trump.

A final de cuentas, yo creo que esta carta de López es un acierto. Si bien es muy suave en su reclamo a Trump, sobre todo por el nivel de amenaza que lanza el presidente del país vecino, el nivel tan pueril de Trump no se debe de contestar de la misma manera. Cuando un niño hace un berrinche exigiendo algo ¿qué se le contesta? ¿se pone uno a hacer un berrinche que lo iguale? El berrinche no obedece a una razón lógica, sino a una reacción por algo que no gusta. Eso es lo que está haciendo Trump. No está a gusto con la situación en la que lo tienen en su país: el reporte de Mueller lo tiene señalado por corrupción ante todos. El tuit de ayer es un esfuerzo por distraer a los ciudadanos; ataca a México para aparentar fortaleza. Hace apenas algunas semanas que Trump felicitó a López por su esfuerzo en detener a los migrantes en nuestro país, ¿ahora nos castiga por no detenerlos? 

Si López le hubiera contestado con más amenazas o con agresividad, solo le daría armas a Trump para seguir distrayendo al público general. Y más aún, con esto se cuelga una medalla con sus simpatizantes en México. Creo que esta reacción es de lo poco que puedo contarle a López como un movimiento medianamente inteligente. Si aprendiera más de historia, si no fuera tan condescendiente y si fuera mas conciso en lo que dice, la carta tal vez hubiera tenido un mayor impacto.  


 


Una vida plena

“Si alguien ama una flor de la que existe solo un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que las mire para ser dichoso.” - El Principito

Ya lo decía Séneca hace como dos mil años: No tenemos escaso tiempo, sino que perdemos mucho. No recibimos una vida corta, sino que nos la hacemos. Y así es. La vida no es corta, la vida es tan basta como nos alcanza nuestra propia razón. El tiempo se consume a pesar de nuestros mejores deseos. Ya sea que estemos durmiendo o trabajando, o corriendo o danzando, el tiempo pasa. Pero si ponemos atención, el tiempo rinde más. La misma flor que ayer estaba y hoy no está, para alguien fue perfume y color, y para otros ni siquiera fue. Si no disfrutamos y aprovechamos el tiempo que tenemos, bien pudiéramos no tenerlo y sería lo mismo.

No tiene caso guardar tiempo para después, como si pudiéramos congelarlo mientras se hace algo más; el tiempo no se recicla, se escapa entre las manos y nunca lo volvemos a ver. Nosotros no gastamos el tiempo, es el tiempo el que nos desgasta a nosotros. De nada sirve encender una vela para después salir del cuarto. Y tampoco nos sirve una vela nueva si nunca nos atrevemos a encenderla. En ambos casos, la vela se desperdicia. En ambos casos nos negamos la luz. 

Pasó un año ya desde que se apagó tu brillo. Y entre más pienso en ti, más me doy cuenta de que tu tiempo con nosotros bastó para que dejaras una hermosa marca que llevo a todos lados. La manera que viviste tu vida fue una lección que poca gente puede instruir. La fuerza que mostrabas, a pesar de tu delicado cuerpecito, me hacía sentir tan humilde que me obligaba a reflexionar si yo hubiera soportado eso, si yo hubiera aprovechado, como tú, cada segundo. 

Ahi es donde estás ahora. No hay momento de duda en el que no piense en ti y me hagas cambiar mi actitud. No hay alegría que no se acreciente al pensar en ti. Haces que cada momento tenga una energía especial, porque pienso en ti y me esfuerzo por disfrutar como tú lo hubieras hecho. Recuerdo tu risa, tu sencillez, tus palabras amorosas que me decías, los juegos que te gustaban, y mi vida se vuelve más hermosa. Mis segundos se vuelven más valiosos. Recuerdo que no estas conmigo y me nace el ánimo para gozar cada instante que estoy viviendo. Cada malestar que tengo que soportar se vuelve ligero, porque tú me enseñaste que no es tan grave; que no vale la pena desgastarse con pequeñeces, porque tengo tiempo, tengo vida. No hay manera de que no me duela un poco tu recuerdo, pero aprendí de ti a convertirlo en amor. 


Esa eres tú. El ejemplo de carácter, de valentía, de entusiasmo, hasta el final. Por ti aprendi a estar tranquilo con mi conciencia. Por ti tengo los brazos abiertos a la muerte. Por ti siento alegría de saber que si este fuera mi último momento, no sentiría pena de dejar la vida, porque la hice valer. Eres tú, Constancita, mi gran ejemplo de amor por la vida. Tengo la esperanza que sea lo que sea que me quede de vida, me alcance para que se parezca al menos un poco a la tuya, sin desperdicios, llena de amor, llena de pasión, plena. Desde hace un año ya no eres la niña hermosa que conocí; eres amor puro en mi corazón. 


Cuestionar las noticias no hace daño

Filosofía no era mi clase favorita en la preparatoria. Y aunque muchas veces pienso que debí hacer un esfuerzo más grande cuando estudiaba por interesarme y entender lo que me querían enseñar, en este caso no creo que haya sido mi culpa. La clase de filosofía más bien era “historia de la filosofía”. Hubiera preferido que me motivaran a filosofar, a cuestionar, a reflexionar sobre causas y efectos de lo que nos sucede en el mundo y en nuestra vida. Ahora me doy cuenta de cuánta falta hace aprender filosofía, y lo importante que es hoy en día, más que nunca. Estamos conectados, el mundo entero, con un aparato que podemos llevar a todos lados; y lo que digo yo, o el presidente de Estados Unidos puede ser escuchado al momento por quien sea que tenga uno de estos aparatos. Las noticias abundan, son instantáneas. Las declaraciones son indelebles. La difusión de datos tiene un alcance sin precedentes. Y sin embargo no podemos asegurar que estamos mejor informados que antes. Las mentiras y los engaños también multiplicaron su propagación.

Recientemente estuvo circulando en Twitter y en Facebook un meme que decía que en Dinamarca si recibes apoyo social quedas inhabilitado para votar en las elecciones. Esto, a pesar de ser desmentido por la embajada de Dinamarca en Argentina, sigue circulando en las redes sociales. Algunas personas para defenderse al verse evidenciados por compartir información falsa como esta lo que dicen es ‘no importa que no sea verdad yo apoyo esa propuesta’. No se trata de que apoyes o no algo que es falso, o no, se trata de la manera en que te quieren engañar haciéndote creer que un país democrático con finanzas sanas, limita a sus ciudadanos que usan apoyo gubernamental para evitar clientelismo electoral.  Como ya he explicado antes, la verdad importa y mucho.  

La idea de inhabilitar a votantes que reciben un apoyo gubernamental se puede discutir ampliamente, pero no debe de estar basado en una falacia. Aunque no lo quieran aceptar los que cayeron en el engaño, creer que Dinamarca lleva a cabo esta política influye en nuestra aceptación de adoptar esta idea. Y aunque puede parecer inofensivo compartir este tipo de datos falsos, no es así. Acostumbrarnos a dar por hecho que la información que recibimos es confiable nos vuelve manipulables. 

Si el meme en vez de decir Dinamarca, hubiera dicho Venezuela, el impacto del meme no hubiera sido el mismo; o por lo menos no hubiera imantado a las mismas personas. Los de derecha, capitalistas, antiobradoristas, no hubieran tomado en serio la publicación, porque no hace lógica. Sin embargo, tampoco es lógico que en Dinamarca sucediera esto. Allá muchísima gente recibe apoyo del gobierno, simplemente porque pagan muchísimos impuestos, pero esto no lo ven como algo ilógico y hasta se atreven a decir que apoyan la propuesta. Nuestra capacidad de discernir lo que hace sentido se ve afectada por los patrones que vamos formando en nuestra mente. Perder esa capacidad nos puede meter en problemas. 

Tenemos una obsesión de recibir y compartir información lo más rápido posible constantemente, y esto nos lleva a no identificar la posibilidad de que sea falsa. Pero lo peor es el poco interés de verificar la información; estamos tan deseosos de que nos den la razón que aceptamos cualquier cosa que nos guiñe el ojo. Nos volvemos adictos al placer que nos causa “descubrir” el motivo absoluto por el que "nuestra democracia no es de primer mundo, como la sociedad de Dinamarca: desarrollada, amable, progresista y opulente". Nos engañan y nos dejamos engañar. Preferimos creer que tenemos la razón a descubrir si en realidad es así, y nos encerramos en nuestra burbuja, buscando quién piense como nosotros para sentirnos acompañados. Y cuando alguien nos muestra datos que contradicen lo que pensamos, terminamos enojados al grito de ¡fake news!


Urge hacer un hábito de verificar la información que nos llega, sobre todo en una época en que estamos inundados de datos, estadísticas, reportajes y noticias. Nos acostumbramos a evitar la fatiga, a leer solo los encabezados, a absorber sin filtro todo lo que está al alcance, a satisfacer esa necesidad de ratificación del mundo. Necesitamos ser más exigentes con lo que consumimos, hacernos preguntas que impliquen razonar si lo que estamos leyendo o escuchando tiene lógica. Es mejor saber que confiar. No debe de importar la cantidad de datos que procesamos, debemos preocuparnos por la calidad. Y preocupantemente hay quién piensa que la filosofía no sirve para nada.



Ateo

Esta es la respuesta a un comentario que me llegó en la entrada de "El niño ateo"

No quise escribir el comentario en la entrada por la extensión de este, por eso decidí escribir un post entero para contestar. 

Agradezco de antemano a Rebeca, que escribió en mi blog. 



Hola! Me acordé de tu blog y dí con este texto porque en varios haces referencia a tu ahora ateísmo. Sentí cierta confusión de leerte, principalmente porque los argumentos que das son de la existencia de Dios ligados 100% a la fe y creo que ahí es donde hace falta mas estudio. Recientemente tuve una charla con una persona Ex-masona convertida al catolicismo, como me imagino sabrás, la masonería se creó en principio para atacar a la iglesia católica porque la iglesia no aceptaba los avances de la ciencia. Platicando con ella me dí cuenta de que cuestionar las prácticas de la iglesia, los mandamientos que “te hacen” seguir, juzgar a sus sacerdotes, etc. no tienen nada que ver con la existencia teológica de un Dios. Esta persona, después de mas de 5 años de estudios teológicos y filosóficos (obviamente no tenía nada que hacer mas que estudiar), encontró que Dios existe, un Dios personal, no un bien supremo como algunas religiones lo hacen ver. Pero lo que te convierte en alguien con o sin fe es precisamente eso: LA FE, la cual no es racional. 

Enseñarles o no a tus hijos sobre Dios es algo muy personal, y como bien lo explicas tomaste la decisión de ser ateo a los 26 años, pero muy seguramente hubo situaciones de las cuales te ayudó creer en algo. El papá Francisco hace poco dijo que no tiene nada de malo dudar, sino no ir mas allá para buscar una respuesta. Sé que nada de lo que diga va a hacerte cambiar de opinión, entiendo tu hartazgo y lamento mucho no hayas encontrado una mejor forma de vivir tu fe en su momento y que no hayas encontrado a alguien más preparado para contestar tus dudas. Definitivamente les faltó explicarte que Dios te creó libre, libre para dudar, para estudiar, para hacer bien o mal. Ojalá encuentres lo que busques y no te quedes con una posición ta mediocre como el no creer en nada. 

Saludos!



Hola Rebeca. Decidí escribir una entrada de blog para contestar a tu comentario. No estoy seguro de entender del todo lo que me quieres decir, pero algunos puntos me llamaron la atención y decidí que merecían una explicación amplia, que en un comentario puede ser tedioso, pero en una entrada de blog hace más sentido. Así que voy a tratar de contestarte lo más claro que pueda, tratando de hacer el mayor sentido posible. 

Creo que mi respuesta se resume en esta idea: mi ateísmo nace de lo absurdo de la idea de dios. No necesito creer en “algo”, como mucha gente me dice. Alguien una vez me dijo, igual que tú, que era mediocre no creer en nada; la frase que usaron, irónicamente, fue “¿no te parece que no creer en nada es como ser tibio?”. No, no me parece en absoluto mediocre no creer en nada. Sobre todo porque ser ateo no significa que no creo en nada, solo significa que no creo en dios. Yo creo en muchas cosas, y en muchas ideas. Principalmente creo en mí. ¿Dejo de ser ateo porque creo en algo? No. En realidad, es al contrario. A mí me parece muy mediocre creer en dios, en mayor o menor categoría dependiendo de cuánta responsabilidad se le otorga al dios en el que se cree. Pero sí, me parece mediocre creer en algo que no sabemos si existe o no. 

Yo hablo de mi ateísmo y de cómo dejé de creer en el dios judío, cristiano, católico, mas eso es solo porque YO era católico. Pero en realidad dejé de creer en todas las supersticiones e ideas ilógicas que existen en nuestra cultura. Como dije en la entrada que comentaste, dejé de creer en las ideas que no tenían sustento. En verdad te lo digo, creo que es de lo mejor que he hecho en mi vida. Dejé de creer en fake news: o me das una fuente confiable o pruebas que sustenten tus dichos, o no te creo lo que me digas. Me olvidé de ovnis, fantasmas, mala suerte, correos engañosos, pseudo ciencia, medicina alternativa, homeopatía y todo lo que no tuviera pruebas contundentes con las cuales sostener los argumentos. 

Esto no quiere decir que solo creo en aquello que puedo probar por mis propios medios. Por ejemplo, no puedo entender como funciona el aire acondicionado; tiene algo que ver con comprimir fluidos y reducir su temperatura con la bajada de presión, pero no lo entiendo completamente y jamás sería capaz de construir un aire acondicionado que funcionara. Sin embargo los uso, y les creo a los fabricantes cuando me dicen que funcionan, ¡porque funcionan! No creo que la tierra sea plana aunque nunca he ido al espacio a verificarlo. Pero cuando me hablas de dios y sus métodos funcionan al asar, con probabilidades que no demuestran la existencia de un dios, pues no creo en él. 

Me hablas de un dios personal, pero en realidad no entiendo lo que quieres decir. Dios existe o no existe, si cada quien tiene un dios personal, pues es casi como decir que cada quien tiene conciencia. Claro, la conciencia existe, pero si eso es dios, pues se queda muy cortito a lo que la gente piensa que es dios: cada quién decide qué es dios para cada uno, y por lo tanto pues dios puede ser todo o nada. Si la idea de “dios” es tan vaga como eso, no me interesa ni siquiera pensar en dios. Luego dices que me faltó hablar con gente más preparada que me explicara que “dios” me creo libre para dudar de él. Primero que nada tengo que decir que esas personas más preparadas no me faltaron en mi vida. Eso me lo explicaron muy bien cuando era joven. Pero lo que no entiendo de tu comentario es la diferencia entre un dios personal, lejano del dios católico, pero que al mismo tiempo me creó libre. ¿Quién es ese dios personal del que hablas? ¿Cómo sabes que te creó? Si es personal, pues es un dios diferente del de cualquier otra persona, ¿no?

Creer en algo que no existe puede ser útil, sí estoy de acuerdo, así es justamente como funcionan los placebos. Pero yo creo que es mucho más peligroso que útil. Que me haya “ayudado” creer en dios en alguno de los 26 años que creí que existía, no lo dudo. Mas sin embargo creo que hubiera sido más útil encontrar otra alternativa que la fe ciega en algo inexistente. ¿Cómo puedo saber qué hubiera hecho en aquella circunstancia si no hubiera creído en dios? Tal vez hubiera encontrado alguna solución a mi problema en vez de aceptarlo porque "los planes de dios son perfectos y tiene algo mejor preparado para mí". 

Pudiéramos decir que creer en Santa Claus es algo bueno ¿cierto? ¿Por qué no seguimos creyendo en Santa Claus ahora? ¿Qué nos limita a creer en un personaje ficticio y no en otro? Y algunos dirán “a mí sí me gusta creer en Santa Claus” “me gusta creer en personajes fantásticos”, perfecto, muy bien, pero te aseguro que ninguna de esas personas toman decisiones serias basadas en Santa Claus. 

Creer en algo porque te puede ayudar en algunas circunstancias no me parece una razón suficiente para hacerlo. Mi argumento más fuerte es que gracias a que personas creen en algo que no existe y que no pueden comprobar, terminan creyendo que ese dios les pide estrellar aviones contra edificios, o estar seguros que los homosexuales son una aberración, o conformarse con su pobreza porque al fin y al cabo, cuando mueran tendrán un paraíso bellísimo para habitar en él eternamente. 

Creer en ideas ilógicas es muy peligroso, y no creo que pesen más los buenos sentimientos que “dios” provoca, a los infames crímenes que se cometen en su nombre y gracias a una plena confianza en que se realizan porque él así lo quiere. No hay persona más peligrosa que aquella que está convencida de que un ser de quien no tiene pruebas de su existencia le exige llevar a cabo una atrocidad. ¿Sabes por qué? Porque no hay manera de convencerlo de lo contrario. No pueden convencerlo de que es falso lo que piensa, porque sus creencias no están basadas en evidencia. 

A mí me gusta saber, no creer. Prefiero meditar mis decisiones y mis convicciones, a esperar que lo que esté haciendo sea lo correcto, confiando en lo que alguien más dice. Prefiero ser dueño de lo que hago, sin justificarme culpando a otros. Por eso no creo en dios. 

Pero para que no quede duda que ser ateo no es no creer en nada, aquí te dejo un credo que escribí, después de convertirme en ateo, cuando me pregunté a mí mismo en qué creía, ya que dios estaba fuera de la lista. Esto fue lo que resultó: