La Navidad pasada mi mamá me regaló un Kindle.
Desde siempre he dejado claro con toda la gente con la que platico que no me
gustan los libros electrónicos; a pesar de que tienen ventajas contra los
libros tradicionales, a mí me gusta mucho sentir el libro que estoy
leyendo. Poder saber a simple vista si es un libro gordo o delgado; sentir su
peso, hojear las páginas sin dificultad. Poder saltar de atrás a adelante en un
solo movimiento. Las portadas de los libros me fascinan. También me gusta
muchísimo la colección de libros que tengo en mi cuarto, los tengo como trofeos que
he ganado y son un adorno muy bonito. También me gusta el hecho de que los
pueda prestar a otras personas fácilmente sin la necesidad de quedarme sin leer
el libro que esté leyendo. Y por último, escribir mi nombre en el libro.
Los libros como objetos me encantan, ya he escrito de esto antes. Pero ahora que tengo el Kindle, y que resistí la
tentación de venderlo (porque en realidad no lo quería y es un regalo caro que
podía cambiar por otra cosa) tengo que decir que le he agarrado un placer
culposo. Acepto que
disfruto mucho de las ventajas del Kindle. Puedo leer en la noche sin necesidad
de encender la luz, y cuando me da sueño solo apago el Kindle y cierro los
ojos, no hay necesidad de levantarme. También puedo acomodarme mejor para leer
ya que no tengo que detener el libro para que no se cierre. Otra ventaja (y creo que es la más importante) es la
facilidad para conseguir libros. En el momento que quiero comprar uno, entro a
la tienda, lo descargo y lo comienzo a leer. Esto no era un problema antes de
conocer el Kindle, porque como siempre compraba más libros de los que alcanzaba
a leer antes de volver a la librería, siempre tenía algo pendiente. Pero ahora
que puedo comprarlo en el instante que se me antoja, es una maravilla, porque
me ha pasado que no tengo ganas de leer ninguno de los libros que tengo
pendientes; o a veces me da por leer sobre algún tema y no tengo que hacer una visita a la librería (o esperar a que me lleguen por correo). Y cuando salgo de
viaje, no hay preocupación por llevar algún libro extra por si termino el que estoy leyendo, o decidir antes de irse qué libros llevar. También, las cualidades que
te ofrece son buenas. Puedes subrayar el libro y hacer un post en Facebook;
incluso aparecen en el libro lo que otra gente ha subrayado. Y también tienes
la opción de buscar palabras en el diccionario en el mismo aparato.
Aun así, creo que nunca voy a dejar de comprar
libros físicos. Si llego a leer algún libro electrónico que me llame mucho la atención
o que me identifique con él, lo voy a comprar físico para tenerlo en mi estante aunque
gaste el doble y lo tenga dos veces. Por ejemplo, si hubiera leído en libro
electrónico ‘The Catcher in the Rye’, o ‘El Principito’ o cualquier otro que me
haya marcado, estoy seguro que como quiera lo tendría en mi estante. Incluso
cuando me he comprado libros con pasta blanda, y me llegan a gustar mucho, los
vuelvo a comprar en alguna versión más bonita, o en alguna versión más antigua
que me llame la atención. Por lo tanto, no creo que alguna vez deje de comprar
libros. De hecho hay una estadística del 2009 que dice que solo 15% de la gente
que tiene un libro electrónico dejó de comprar libros tradicionales.
Otro asunto con el que tengo un problema con el Kindle
es que no me dejan comprar libros de otros países. Si tengo una cuenta de
México, no puedo comprar en la tienda de Estados Unidos. Cuándo me regalaron el
Kindle y no sabía todavía de las ventajas y no me interesaba conservarlo, lo
primero que me hizo alegrarme de tenerlo fue la posibilidad de comprar
los libros en italiano que tanto quería leer y que me costaba carísimo traerlos
de allá. Siempre tenía que esperar a que alguien fuera a Italia para pedirle
una extensa lista de libros, y obviamente me daba pena porque tenían que
pararse a buscarlos y aparte traerlos cargando de tan lejos. Entonces rápidamente
me metí a amazon.it y qué desagradable sorpresa me llevé cuando me decían que
no podía comprar por no estar en ese país. ¡Me parece una estupidez! No logro
entender por qué no aprovechan la facilidad del internet para vender más. ¿A
quién le importa si estoy en México y
quiero comprar libros en italiano? En realidad me enojé mucho porque estaba muy
emocionado.
Otra
desventaja son las portadas que aparecen en el Kindle, de ofertas y libros que
están promocionando, me desesperan muchísimo. No soporto traer mi aparato y que
en vez de ver la portada del libro que estoy leyendo, aparezca una de un hombre
y una mujer besándose, o una imagen de 5 libros con el precio de lo que
cuestan. Es muy incómodo no tener la opción de cambiar esas imágenes que
aparecen como si fuera el libro que estás leyendo. Ya van varias veces que
gente se queda viendo el Kindle y les tengo que explicar que no es la portada de lo que estoy leyendo.
Y por último, el Kindle es frágil, y tienes que
cuidarlo más. Yo nunca pensaba dos veces para dejar un libro en mi coche cuando
iba a algún lugar, pero con el Kindle, tengo que estar pendiente de que no se
me vaya a olvidar. No le puedes despegar el ojo en ningún lugar porque corres
el riesgo de que te lo roben, lo que no sucede con un libro tradicional. Y si
un libro se te olvida en el avión o en el metro, lo vuelves a comprar y no
gastas más que una pequeña fracción de lo que te cuesta el libro electrónico.
Por lo tanto, las ventajas y desventajas que
ofrecen los libros electrónicos hacen que estos sean más una opción agradable
que un reemplazo de los libros tradicionales. Querer compararlos es difícil,
pero qué bueno que no tenemos que escoger entre unos u otros; especialmente
cuando son un regalo.