Imagina que vivieras en 1960, cuando no existían los teléfonos celulares. Si estabas en la calle y querías llamar a alguien tenias que buscar un teléfono público, pagar por la llamada y esperar que la otra persona estuviera en el lugar al que estabas llamando. Te separabas del teléfono y ya no estabas en contacto con nadie que no estuviera físicamente cerca de ti. Si tenias que tomar el metro para ir a trabajar, o si tenías que caminar por la calle para llegar a otro lado ibas solo durante el trayecto. Podías llevar un libro para leer. O tal vez el periódico. Pero si no, ibas pensando para ti mismo.
En esos tiempos en los que los recorridos eran más largos había mucho tiempo para pensar. Pero ahora, todos tenemos un aparato con el que estamos conectados con nuestros amigos todo el tiempo sin importar dónde estén. Quien quiera nos puede contactar cuando sea, compartirnos una historia, una noticia, un chiste, o exigirnos más trabajo. Mientras esperamos en el banco podemos estar jugando Angry Birds o contestando un correo electrónico o viendo algún video en YouTube. Si en los 60's se empezaron a preocupar porque la gente se informaba con la televisión y ya no quedaba tiempo para platicar y leer en casa ¿qué pensarían esas personas si vieran que ahora ya no tenemos tiempo ni para platicar con nosotros mismos? Día y noche estamos conectados con el mundo, y lo que hacemos justo antes de cerrar los ojos e intentar dormir es revisar las últimas publicaciones en Facebook.
Ya no tenemos tiempo para meditar. No tenemos espacio para pensar nuestros propios pensamientos. Desde que se inventaron los grupos de chat nos aburrimos si no tenemos con quien platicar mientras esperamos un elevador. Es posible que solo cuando nos bañamos es que podemos estar totalmente solos. Hemos perdido independencia. Y no estoy criticando la tecnología ni a las "nuevas generaciones”, simplemente estoy señalando algo que hemos perdido y que vale la pena recuperar: nuestro espacio personal. Estar solos. Estar con nosotros mismos. Pensar en lo que hicimos durante el día. Idear lo que queremos para nuestras próximas vacaciones. Reflexionar sobre el libro que leímos o el último capítulo de la serie que estamos viendo. Platicarnos.
Newton reflexionó sobre la gravedad en un momento de ocio. Arquímedes obtuvo sus ideas para determinar el volumen en sus ratos dentro de la bañera.Tal vez valga la pena darnos un tiempo para nosotros. Podemos apagar el teléfono 1 hora antes de dormirnos. Escoger un libro para leer cada mes y esforzarnos en hacerlo. Meditar 15 minutos cada día, en la mañana antes de comenzar nuestra rutina. Escuchar música sin letra mientras manejamos. Hacer ejercicio sin compañía. Hacer lo que nuestra especie sabe hacer mejor que ninguna otra: pensar.
2 comentarios:
Excelente Reflexión Chema, muy interesante ver como realmente no podemos estar desconectados del mundo, por 1 hora, sin sentir que nos ¨falta¨ algo, que desde 2-3 años, estas conectado en el celular o tableta sin pensar que eso afecta mucho (en este caso los papas), y como se van perdiendo esas platicas de antes, ese buscar un poco mas estar en rpeencia de gente, platicar y no solamente platicar con una pantalla!!!
Un arbazo!!!
Javier Palencia!
Si palencia, ese sentimiento de que nos falta algo, si te pones a pensar, es muy patético. Y lo que dices de los niños, tienes toda la razón, en vez enseñarles a imaginar, los estamos haciendo dependientes del entretenimiento inmediato y deshechable.
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