La nieve por un dia


Pasa cada ocho o nueve años. Nieva un día, amanece todo blanco. Sacamos nuestras ropas más calientes, las que nunca usamos en Monterrey, y salimos al lugar donde haya más nieve. Chipinque era nuestro lugar favorito de niños.

No vas a la escuela, juegas todo el día con la nieve, y luego, al día siguiente solo queda un poco de blanco en las montañas. Sobre alguno que otro techo se ve un poco de hielo, pero ya no hay nada con qué jugar. En el periódico aparecen las notas que nos avisan lo que acabamos de ver todos. Y un día después es como si nunca hubiera nevado; tienes que esperar otros ocho o nueve años para que vuelva a suceder. 

Por eso somos la burla de otros cuando salimos a tomar fotos en la nieve. Pero cuando algo sucede tan infrecuentemente, es obvio. De chico, si no sales de Monterrey a vacacionar en invierno, has visto nevar dos veces máximo antes de cumplir quince años.

Es bonito que nieve solo por un día. Nos divertimos, la aprovechamos y la extrañamos inmediatamente. Van marcando tu vida: todos nos acordamos qué hicimos los días que nevó en Monterrey. (En cambio es imposible recordar todos los días que estamos a 40 grados, sea primavera, verano u otoño).

Ayer nevó en Monterrey. Hoy ya no hay nieve ni en las montañas. Y a esperar ocho años. Tal vez nueve.