Fin de año y temas pendientes

Cada año me quedo con muchas ideas que me gustaría desarrollar en entradas de este blog y que por diferentes razones se quedan truncas. Es un poco frustrante, sobre todo cuando las ideas no maduran y se quedan en la lista de "notas por publicar ". Este año dejé pendientes varios temas por desarrollar: desde el consumismo desde un punto de vista catastrófico, pasando por villanos empáticos y cómo se traducen en personajes reales que gente admira a pesar de ser criminales, hasta observaciones sobre si pedir disculpas realmente importa hoy en día ya que tanta gente quiere ver hundidas a celebridades que se expresan incorrectamente a pesar de exigir (y recibir) disculpas de parte de ellos.

Pero al final lo que más mal sabor de boca me dejó fue dejar pendiente una entrada sobre una reflexión de la mini serie Chernobyl, de HBO. Después de ver esta extraordinaria producción medité mucho sobre las mentiras colectivas; la manera en que el Estado engaña al pueblo, y cómo al pueblo le gusta estar engañado. La falta de responsabilidad que esto implica, y las catástrofes que pueden llegar a ocurrir debido a eso.

Después de ver la serie leí dos libros sobre el tema y vi varios documentales en internet. La tragedia de Chernóbil fue un evento de mucha importancia. No solo evidenció la corrupción en la Unión Soviética, sino que expuso los riesgos de manejar una planta nuclear sin las debidas precauciones. Los relatos de las personas que vivieron ese accidente son tristes, conmovedores, admirables y trágicos. Hay mucho que aprender de ese episodio de la Historia; sobre todo porque con mucha preocupación veo que estamos repitiendo los mismos errores que llevaron a la implosión de esa economía.

La manera de torcer la realidad por parte de las autoridades soviéticas era inigualable. El modo de mantener dormidos a sus habitantes y oprimirlos de manera que se acostumbraran a no pensar y obedecer instrucciones siempre, era deprimente, y entre más estudio este fenómeno me causa más repugnancia. Ningún sistema político es perfecto; ningún país tiene un gobierno idóneo; pero la Unión Soviética, no tengo dudas, fue uno de los peores experimentos.

Hay mucho qué decir sobre esto. Tal vez debería haber escrito varias entradas para lograr desglosar los diferentes ángulos desde los que se puede explorar este tema. Lamentablemente varios de estos ángulos resultan en comparaciones con el actual gobierno que tenemos en México. En especifico la manera de ignorar la ciencia y a los expertos que son acusados de fatalistas o traidores, y el aborrecible método de culpar a otros de las fallas propias. 

No quería dejar terminar el año sin recomendar esta serie, este tema, estas reflexiones. El final de un año y el inicio del siguiente son buenos momentos para hacer pausas, ver hacia el pasado para evaluar, y hacia el futuro para planear.  

Este año que comienza en algunas horas será muy importante para mí, pase lo que pase. Tendré muchas situaciones qué reflexionar, y poco tiempo para hacerlo. Pero espero poder por lo menos darme un espacio, de vez en cuando, para escribir mis pensamientos, y dejar evidencia de lo que me parece digno de recordarse. 

Feliz 2020. 

Treinta y siete años, y un dia

Cumplir años ya da hueva. Nada más te haces más viejo y menos gente te da regalos. Cada año prefiero festejarme más modestamente. Ya no me agradan las fiestas llenas de gente en las que el objetivo final es alcoholizarse.

Cada año hay menos fiesta pero utilizo más mi cumpleaños para hacer un balance de lo que es mi vida, de lo que busco, de lo que he hecho y de lo que haré. Como nací muy cerca al fin de año, me queda bien para ese tipo de reflexiones.

Antes esperaba impaciente mi cumpleaños; el fin del semestre, las vacaciones, la peda, las posadas. Deseando que mis amigos se quedaran en Monterrey para que asistieran a mi fiesta. Cada año diferentes anécdotas, aunque al fin todas iguales. No es que me arrepienta, la verdad reflexiono y pienso qué buenos recuerdos me dejaron. Pero sospecho ya la edad me pegó un poco, la "madurez".

Ahora ya le pienso en cuanto voy a gastar en esos chistecitos. Ya busco no desvelarme tanto. Ya no busco el desmadre, la pachanga. El esfuerzo para hacerlo pesa más que la gratificación. Aparte ya no tengo vacaciones como antes. Ahora hay que trabajar sí o sí al siguiente día.

Pero así es la vida, supongo. Vamos dejando atrás costumbres que nos gustaban, y vamos adquiriendo nuevas. En mi caso fui invitando cada vez a menos gente, hasta que ahora solo busco algo tranquilo con unos cuantos amigos cercanos. Y si todo sale bien, el próximo cumpleaños será diferente a todos los anteriores, porque ya tendremos un bebé en casa a quien atender.

En esta edad se hace un parteaguas en mi vida, supongo. Aquí pongo una marca que se va a volver referencia en el futuro. A los 37 años empieza otra cuenta. Cumpliré 37 años más uno de papá. Ya se acabaron las reflexiones de mi vida como individual, ahora tendré una nueva evaluación.

En febrero (o enero) que llegue ya sea Lucas o Camila, dejo de ser solo yo.

Por lo pronto, sigo celebrando un año más. Un otoño más. Un cambio más.

Feliz cumpleaños... a mí.

Marcha Feminista

Es ridículo pedir un alto a la violencia utilizando la violencia. No se puede exigir un alto a la impunidad utilizando la impunidad. Eso es lo que concluyo después de escuchar a quienes defienden a las feministas que vandalizaron la ciudad de México en días pasados. 

La manifestación de las mujeres es completamente legítima, no digo lo contrario. Lo que critiqué desde el principio (y no soy el único) es el daño a propiedad pública y privada para llamar la atención de las autoridades. Nadie niega que hay un problema grande de machismo en este país, pero eso no se va a solucionar con manifestaciones, sino con educación. Y no va a cambiar en un año ni en un sexenio; esto va a llevar décadas. La cultura (buena o mala) no se puede eliminar en el corto plazo. Se necesitan varias generaciones de educación y una marcha no hace diferencia en los lugares alejados, donde el problemas es más serio.

Pero de eso no se trata la marcha. Lo que realmente están pidiendo es que se termine con la impunidad que las autoridades le otorgan a los asesinos y violadores de mujeres; pero lo hacen exigiendo impunidad para poder hacer destrozos en la ciudad. Y no estoy comparando ambos delitos; sin duda un feminicidio o una violación hacen ver el vandalismo como un juego de niños, por más radical que este pueda ser, pero es impunidad al fin y al cabo, justo lo que exigen que no suceda.

Las manifestaciones generan más impacto cuando se llevan a cabo de manera inteligente. Sean agresivas o pacíficas, el objetivo debe de tener fundamentos y simbolismo. En Chile las feministas hicieron una coreografía y una canción que interpretaron en una plaza pública; el día de hoy esto se replicó en varios países; sin rayar ni un solo muro. ¿Cuál de los dos métodos habrá acaparado más reflectores?  La respuesta es obvia.

Las mujeres mexicanas brillan por su inteligencia y por su esfuerzo. Me rehuso a pensar que el vandalismo sea su última propuesta para ser escuchadas. Estoy seguro que algo se les puede ocurrir para causar un mayor impacto que imitar estupideces dignas de fanáticos de fútbol.

Y yo no estoy en contra de que una manifestación tome medidas extremas, pero siempre tienen que ser llevadas a cabo con inteligencia para no desvirtuar el fin de estas. Si buscan justicia para las víctimas, ¿por qué no presentarse ante los jueces? Si buscan llamar la atención con violencia, ¿por qué no al menos dirigirla a quienes deberían escuchar sus demandas? Acaban de matar a una mujer que denunció sentir que corría riesgo su vida. El presunto responsable salió libre gracias a la decisión de dos jueces y un magistrado, ¿por qué no dirigir las protestas a esos personajes? 

No se pueden negar los logros que han tenido estos movimientos. Las mujeres tienen mucho más poder de lo que tenían quienes vivieron hace 100 años. Hay mujeres ya en todos los niveles de gobierno: diputadas, senadoras, gobernadoras, jueces, ¿por qué no les dirigen la protesta a ellas? ¿Por qué no exigirles con nombre y apellido que se unan a su causa? Ellas sí pueden hacer algo. Y si piensan que eso no funciona, pediría que demostraran que el vandalismo tiene efectos positivos.

La discusión en redes sociales estuvo muy apasionada estos últimos días. Pero nunca fue sobre si tenían razón en manifestarse o no, sino sobre si la violencia era efectiva y necesaria. A cada reclamo sobre el uso de violencia llegaba la acusación “te importa más un monumento que una vida”. O  el alegato “los monumentos se limpian, las víctimas no regresan”.  Tuve que resistir las ganas de preguntar irónicamente si las víctimas ya habían resucitado después del vandalismo feminista. No quise echar más leña al fuego, pero esa fue mi reacción; no, no importa más un monumento que la vida de una mujer, sin embargo no tengo que elegir entre una y otra. 


No puedo estar a favor de que vandalicen monumentos o edificios porque no veo la lógica en ello. Menos en los argumentos que usan para defender estos actos. Si me aseguraran que destrozar estatuas soluciona el problema, no dudaría en apoyarlo, pero no es así. En vez de demostrar lo que son capaces de destruir para ser escuchadas, yo preferiría demostrar lo que estoy dispuesto a construir para apoyar a las víctimas y ser ejemplo para la sociedad. Cuesta trabajo, y mucho. No es fácil, pero tampoco es fácil acabar con este problema tan profundo. Se requiere de mucho sacrificio y mucho más esfuerzo que el necesario para rayar muros.



Fábulas de AMLO

Cuando queremos explicar algo que puede resultar complicado, es normal recurrir al ejemplo; la metáfora que ilustra lo que queremos decir. Pero es necesario encontrar un ejemplo que realmente se parezca a lo que queremos explicar, o de lo contrario puede resultar contraproducente. 

El presidente López Obrador lleva todo su mandato comparándose y poniendo como ejemplo a personajes históricos para explicar su situación y sus decisiones. Su base electoral evidentemente no le cuestiona absolutamente nada, pero los que sí lo hacemos nos parece ridículo lo que dice. Se ha comparado con Madero, con Benito Juárez y recientemente con Jesucristo. Cualquiera que sepa de historia sabrá que ninguno de los casos con los que López se compara son adecuados, pero uno en particular me sorprende que no sea un escándalo: la comparación con Juárez, un presidente que se reeligió hasta su muerte. Para fortuna de López, la gente que lo apoya no conoce los detalles de la historia de esos personajes y quienes sí los conoce, los pasan por alto para no tener que criticarlo. 

Otro ejemplo de metáforas mal utilizadas se dio cuando hace algunos días en su conferencia de prensa mañanera, los periodistas, cansados de que no les dieran la palabra y que solo los periodistas chayoteros pudieran hablar, comenzaron a hacer preguntas sin esperar el micrófono. Lo cuestionaron severamente, algo a lo que no está acostumbrado el presidente; no eran preguntas a modo que dan pie a que explaye sus sermones de propaganda que es para lo que está hecha esa conferencia diaria. El presidente no se sintió cómodo y lanzó una dura crítica a la prensa. Les reclamó que “mordieran la mano que les quitó el bozal”, dejando claro que él piensa que fue quien liberó a la prensa de la “opresión en la que vivían”. 

En primer lugar, no se puede jactar López de ser el progresista que dejó hablar a la prensa. Ese fue, aunque le pese a mucha gente, Fox. Él sí fue el primer presidente que soportó todo tipo de críticas de la prensa sin represalias. López ni por error es un vanguardista en ese aspecto, y menos cuando descalifica a quien sea que se atreva a criticarlo.

En segundo lugar, y más importante: pedir que no cuestionen a quién les “quitó el bozal” ¡es sí mismo poner un bozal! ¿Qué quiere López? ¿Que no le exijan explicaciones? ¿Que solo lo alaben? ¿Cómo es eso apoyar la libertad de prensa? Si estás a favor de la libertad de prensa no puede ser solo cuando te conviene lo que dicen. Sobre todo cuando los cuestionamientos son 100% legítimos. 

Evidentemente el presidente deja mucho qué desear con sus declaraciones. Cuando tiene que defender corruptelas se excusa en que la ley lo permite, y cuando no le conviene dice que la moral debe de estar sobre la ley, y así siempre tiene una manera de excusar su actuar. 

Pero el peor ejemplo de falta de claridad en sus ideas nos lo dio en un tuit donde recomendó leer una fábula de Esopo llamada "Las ranas pidiendo rey". La historia resumida va así: 

Un grupo de ranas le pide a Zeus que les envíe un rey porque reconocen que no hay orden en su comunidad. Zeus les envía un tronco para que les sirva de rey. El tronco no hace absolutamente nada y las ranas se quejan con Zeus; quieren otro rey, uno más activo. Zeus entonces les envía una serpiente, que las devora y las elimina a todas.

La moraleja en la narración dice: Para elegir un gobernante es mejor que sea compasivo y honesto que uno corrupto y malvado, aunque sea emprendedor. 

Después de leer la historia no estoy seguro qué es lo que López quería que entendiéramos. No recuerdo alguna otra fábula que me haya hecho sentir tanto desprecio. Con todo respeto a Esopo, en este ejemplo falló rotundamente. Sí, es mejor para las ranas tener un tronco que no hace nada a una serpiente que las engulla, pero comparar eso con un gobernante me parece absurdo. Un tronco inanimado no es compasivo ni honesto. Un tronco es el equivalente a nada. Y una serpiente no es emprendedora solo porque se puede mover; una serpiente es un depredador. Ninguno de los dos es "mejor", solo que uno es menos nocivo para las ranas. 

Ahora, López no escribió esa fábula; él la leyó y decidió que era conveniente recomendarla, por lo que cabe cuestionar ¿con qué rey se identifica él? ¿Con el tronco que no hace absolutamente nada y que las ranas exigen cambiar porque les da igual tener un rey tronco que no tener rey? ¿O con la serpiente? Que llega con mucho dinamismo y demuestra que es activa (tal vez entablando juntas de trabajo a las 6 de la mañana) pero que lo que hace es eliminar por completo a la población de ranas.

Un mandatario inteligente no pone ejemplos que puedan generar más dudas de las que supuestamente quiere aclarar. Pero López nos da dos opciones, o un mandatario inútil pero inofensivo, o uno emprendedor pero depredador. ¿Qué tal si no queremos ninguno de los dos? ¿No se le ocurre a López que lo que queremos es un presidente hábil, astuto, honesto y que no nos asesine?



Las fábulas pueden ser muy efectivas, si se utilizan adecuadamente. Cuando eres torpe, si tienes suerte, solo causarás confusión.


Reviviendo tu cumpleaños


Para lograr la paz con tu partida me dedico a recordar. Para no sufrir tanto, para lograr rescatar algo positivo de tu ausencia, repito en mi memoria lo que sentía cuando estaba contigo. No hay mejor manera de tenerte cerca que recordar los mejores momentos que pasamos juntos. Sobre todo me encanta recordar tu dulzura. La manera en que me decías cosas bonitas. Recuerdo varias frases que realmente adoro:

"Me gusta como bailas."
"Pintas muy bonito."
"Qué bueno que viniste."

Y tu risa. Siempre tu risa. Era tan agradable escuchar tus carcajadas. No había nada que no me atreviera a hacer para hacerte reír. No me importaba hacer el ridículo enfrente de todos, con tal de verte riendo. A veces pensaba que eso era lo mejor que sabía hacer.  

Cuando me concentro y realmente busco en mi memoria tu voz y tu pequeño rostro a veces me pongo a llorar. Ya sé, siempre digo que tu recuerdo me da felicidad, pero es difícil no derramar algunas lágrimas cuando sabes que jamás será otra cosa que un recuerdo, por más hermoso que sea este. Es más, entre más hermoso el recuerdo, más profundo me duele. Pero es un dolor que no me lastima, porque me confirma que sigues en mí, que no te has ido en realidad. 

Por eso te dedico estas palabras, que aunque nunca serán más reales que los sentimientos, me ayudan a dejar huella de lo mucho que te amo y de lo grande que fue tu impacto en todos los que te conocimos.

Hoy es tu fiesta. Hoy festejamos todos por ti. Feliz cumpleaños, hermosa Cons. 

La calma en las historias


Creo que todos estamos de acuerdo en que la última temporada de GoT fue un mugrero. Pero tengo que aceptar que el segundo episodio, el  previo a la batalla de la noche larga es uno de mis favoritos de toda la serie. No es exageración. Todo lo que pasa en el capítulo me gustó. Y obviamente todo tiene que ver con que sabía (sabíamos) que era el episodio previo a la gran batalla contra los muertos que se libraría en el siguiente capítulo. Era la calma antes de la tormenta.

Estamos ante lo que puede ser la última noche en la vida de los personajes, y los vemos convivir de manera diferente entre ellos. Unos se acomodan en un salón frente al fuego y platican. Otros llevan a cabo sus tareas y obligaciones. Otros hacen el amor. Todos tienen momentos íntimos, y es eso lo que me atrae tanto del episodio, la intimidad que tenemos con los personajes que ya conocemos. Verlos reaccionar no en el peligro o la felicidad o la tristeza, sino en la calma, que saben que va a concluir dentro de poco, y ver cómo utilizan su tiempo. Hay cierta belleza en lo cotidiano. Como cuando pasas la noche con amigos frente a una fogata, hablando de todo y de nada. O las noches solitarias que se disfrutan porque es uno mismo el protagonista, solo con tus pensamientos. Cuando logras que esos momentos en los que no pasa nada sean interesantes eres un buen narrador de historias.











También existe un cómic, de los X-men, que me encanta. Se publicó en 1996, fue el numero 337 de The Uncanny X-Men, y es la primera publicación después del final de una saga que se llamó Onslaught, en el universo de Marvel. En la batalla final de esa saga murieron la mayoría de los personajes de Marvel. Fue un épico final y este cómic relataba lo que sucedió inmediatamente después a eso. Era la calma después de la tormenta. Yo tenía 13 años cuando leí ese cómic y desde esa primera vez me provocó una sensación de bienestar que no puedo describir fácilmente. Se muestra a los superhéroes en una mañana lluviosa, despertándose para desayunar. Es así de sencillo. Hacen referencia a lo que acaba de pasar, a algunos personajes que murieron, a la nueva situación en la que se encuentran... y conviven. Eso es todo. Pero por alguna razón me hablaba a mí. 

Me gusta releer el cómic y volver a sentir que pudiera estar ahí. Sentir esa confianza con los personajes y con la situación. Ese momento de intimidad familiar. De pausa entre batallas. Un momento de descanso con el que nos podemos identificar.

No sé por qué pero me llaman mucho la atención esos episodios en las historias. Creo que son momentos diferentes en los que puedes conocer otro rostro de los personajes. En ambos ejemplos conocemos detalles de la vida de los participantes. En ambos ejemplos la historia no avanza mucho, simplemente nos revelan otra parte de las vidas que vamos siguiendo.

Los momentos de euforia, o de peligro o de triunfo son muy necesarios en los relatos, pero no son las únicas situaciones que nos pueden develar a un personaje; también los momentos de paz, de serenidad. Al fin la vida misma transcurre mucho tiempo en ese estado. No vivimos en peligro constante, o con la adrenalina al máximo todos los días. Es en la calma cuando se moldea nuestra personalidad. Es en la reflexión que desciframos quiénes somos, y aprendemos de las decisiones que tomamos cuando estuvimos en esas situaciones catalizadoras. 

En la calma nos preparamos para un futuro inmediato. En calma reflexionamos sobre lo que acaba de pasar. Tal vez nunca escribimos sobre lo que sucede cuando estamos en paz, pero es cuando estamos en paz que escribimos sobre los episodios buenos o malos que nos marcaron. 

Las historias con final feliz no terminan en caos. Nadie termina un relato en medio del cambio, en medio de la pelea o en medio de una carrera. Llega la calma y entonces podemos decir “fin”, mas no significa que ahí termina todo. Tal vez por eso me gustan los episodios de tranquilidad, porque se revela el interior de un personaje sin que algún factor externo lo obligue. Es el paisaje que se deja ver tal como es, después de la guerra. Con cicatrices, o limpio, o accidentado, pero en calma.

Opiniones sobre el aborto

Desde hace meses tenía la intención de escribir sobre el aborto de nuevo. Ahora con la despenalización del aborto en Oaxaca me dieron una buena excusa. 

Hablar del aborto crea polémica, sobre todo en un país como el nuestro, profundamente católico, religioso, “conservador”. Lo de conservador va entrecomillado porque aunque nos duela aceptarlo, somos una sociedad muy hipócrita: nos asusta el divorcio, pero tenemos un índice creciente de estos; condenamos las relaciones prematrimoniales, pero las llevamos a cabo a escondidas; condenamos la poligamia, pero todos conocemos las escapadas de nuestros conocidos. En fin somos muy contradictorios. Y aún así me sorprende la manera de defender la penalización del aborto. Una cosa es estar en contra del aborto. Otra muy diferente es querer que sea un crimen abortar.

Desde hace tiempo que creo que el aborto (sobre todo antes de las 12 semanas, como se estipula en la ley) no es ningún crimen. Hay muchas situaciones que lo amerita, pero aun la simple razón de no querer tener un hijo para mí es suficiente para permitirle a una mujer abortar sin ponerla en el nivel de un criminal que merezca estar en la cárcel. Pensemos en eso, una mujer que decide interrumpir su embarazo merece un castigo como cualquier ladrón, asaltante,  defraudador, asesino, secuestrador. ¿Hace sentido? ¿En ese nivel se encuentran? No lo creo. Pero desde hace algunos meses, mi perspectiva sobre el aborto sufrió una ligera alteración. 

Hace no mucho tiempo (a principios de año, para ser más específico) mi esposa y yo perdimos un bebé en la novena semana de embarazo. El corazón simplemente dejó de latir. Digo ‘perdimos’ porque era nuestro, pero en realidad debería decir mi esposa perdió un bebé. Yo solo estaba ahí para apoyarla, pero la que sufrió lo peor de esa situación fue ella.

Perdimos un embarazo que ambos deseábamos menos de dos meses después de que sucedió y no fue una situación fácil. En primer lugar el golpe emocional y anímico fue fuerte. Pero el proceso para expulsar el producto fue peor. Solo puedo imaginar lo que mi esposa tuvo que soportar durante más de 10 días. Tengo que aceptar que durante el proceso me asusté mucho. No le deseo eso a nadie. 

Después de ver lo que pasó, no puedo más que sentir el mayor respeto hacia las mujeres que tienen que soportar un embarazo, sea cual sea la edad y sea cual sea su situación. Pero en especial las que tienen que pasar por un aborto, espontáneo o intencional. No es nada fácil. La decisión de aceptar un aborto es difícil; y la decisión de continuar con el embarazo lo es aún más. Desde entonces entendí que no soy nadie para decirle a una mujer lo que puede o no puede hacer con su cuerpo.

Si va a haber un debate sobre el aborto, sobre cuándo se puede abortar o en qué circunstancias, debe de ser evaluado por mujeres, siempre apoyadas con evidencia científica, pero a nosotros los hombres no nos compete en absoluto la decisión (a menos que seamos responsables del embarazo en cuestión, y aún en esa situación, nuestra opinión nunca estará sobre la de la madre). Al final son ellas las que van a pasar por un proceso incómodo, doloroso y a veces traumático. Y si decidieran continuar con el embarazo no deseado, todavía merecen más respeto y apoyo, porque esos nueve meses no pasan rápido. 

A pesar de haberlo omitido, espero haber dejado claro que ya no estoy hablando ni siquiera de si el feto antes de las 12 semanas es un ser humano o no. Para mí eso ya no es ni siquiera un tema de debate. En un mundo en el que nos multiplicamos exponencialmente, cada vez vivimos más años y tenemos problemas sociales tan importantes, traer más personas al planeta claramente no es una prioridad.

Pero pasando a otra parte de la discusión, donde todavía pienso que cabe mi opinión, hay algunos bemoles que se deben atender. Aclaro que lo que sigue lo escribo solamente porque creo que el aborto, aparte de ser legal, debe ser gratuito; lo que me lleva a pensar en la responsabilidad de cada persona. Yo no creo que el aborto gratuito deba de ser un derecho para una mujer en su tercer embarazo no deseado. Esto es considerando la obvia situación de que se tiene acceso a métodos anticonceptivos. No estoy hablando de la muy improbable situación de que quedara embarazada una tercera ocasión por una violación. Pero creo que si se va a invertir dinero de los contribuyentes para el beneficio de las mujeres que desean abortar, entonces podemos exigir que sean responsables. 

Yo no veo el aborto como una solución a la deficiente educación sexual. Lo veo simplemente como una opción para no crear una situación peor, que sería un niño que no tiene oportunidades, educación ni atención de su familia. No creo que sea peor interrumpir el desarrollo de un feto, antes de que tenga corteza cerebral, y que probablemente pudiera resultar comoquiera en un aborto espontáneo, que condenar a niños a una vida sin oportunidades como millones de niños en este país, o las mujeres que de la noche a la mañana tienen que ponerse a trabajar, dejar sus estudios, y perder la oportunidad de desarrollarse en lo que hubieran querido. Pero tampoco deseo una invitación a la irresponsabilidad. Si una mujer paga el aborto que se practique, por mí que haga lo que quiera cuantas veces quiera. No lo veo correcto, no lo veo saludable, pero no soy yo quien le diga que hacer con su cuerpo y con su vida. Pero si quieres que el gobierno te pague tu falta de sensatez, entonces no mereces ese derecho. Ya lo he escrito antes, no creo que todos tengan derecho a tener hijos si eso representa una carga para los demás. Si no eres capaz de controlarte, probablemente necesites que te limiten.

No veo nada de malo en evitar que mujeres que no quieren embarazarse, se les pida usar un DIU. Es reversible, es seguro, y lo único que evita es más costo a la sociedad. 

Para mí el debate del aborto es para construir una mejor sociedad. Si vemos con objetividad, es peor para todos traer niños al mundo que no son deseados. Y a los que están en contra intransigentemente, les pido que se preocupen por los niños que ya están en este mundo y que no tiene familia u oportunidades, antes de ver por los que solo les van a preocupar hasta el momento en que salgan del vientre de sus madres.


F1 y... pigmentocracia, pff

¿Quién gana con el espectáculo de la F1 en México? ¿Los que gastan su dinero para acudir? ¿O los que hacen negocio con el espectáculo? ¿A dónde llega el dinero de la derrama económica que genera la F1? ¿A los fifís? ¿A los pirrurris?

El racismo en México existe. El clasísmo existe. La discriminación es real. Pero ¿es la F1 una muestra de todas esas fallas? ¿De verdad somos tan miopes? Como dijo el filósofo estadounidense Sam Harris, cuando las acusaciones no están bien fundadas, fallan y se vuelve contra ti. Si Estefania Veloz quería señalar el racismo en el país, una de las peores maneras de hacerlo fue como lo hizo, señalando que a la Formula 1 asisten, en su mayoría, “güeritos de ojo verde”. ¿Eso es racista? ¿Eso es clasista? A la Formula 1 puede acudir quien sea que compre un boleto. Sí, los boletos son caros, pero no por eso se le niega a nadie la entrada. Menos por su color de piel.

Trescientos treinta y siete mil espectadores en 2017, y 335 mil en 2018 ¿de verdad piensa Estefania que “todo mundo” es como ella los describió? Realmente me parece patético el comentario de esta panelista que claramente solo busca provocar a una parte de la sociedad a la que parece tener cierto resentimiento. No entiende que la F1 es muy popular en México, y no solo los que asisten al evento están contentos de tener el Gran Premio en nuestro país. Ya sabemos de la derrama económica que genera este evento, y es por la gente rica (rubios y morenos, nacionales y extranjeros por igual), a la que tanto critica Estefania, por la que esto es un éxito. Pero al ser el gobierno quien patrocina el evento, era el gobierno el encargado de proporcionar los empleos temporales a la sociedad, y es la marca MEXICO la que era exhibida en todo el mundo. Ahora serán las marcas de las compañías que patrocinen el evento quienes tengan el beneficio, por cierto, muy “neoliberal”, algo con lo que también Estefania tiene una fijación.

Pero lo frustrante es que aquí nos tienen a todos hablando de la “pigmentocracia” en la F1. Este es el nivel de debate que proporcionan los ridículos panelistas políticos que tenemos en este país. Nada de investigar las razones por las que la proporción de las posiciones de mayor jerarquía en los trabajos es mayoritariamente de tez blanca; nada de investigar el clasísmo en la sociedad (que no tiene que ver con el color de piel), obviamente nada de presentar investigaciones sobre las tendencias sociales en todo el mundo, nada que represente un esfuerzo mental. Se van directo a lo que causa polémica, lo que enciende a las masas. Dudo que les interese lo que piense la gente gente sobre la “pigmentocracia”. La distracción y la polarización, ése  es su objetivo. Mientras tanto, los políticos, felices, mueven lo que quieren, a su antojo. A ellos sí les importa muy poco la “pigmentocracia”.


A nadie le gusta ser novato.


Tenía 24 años. Compré una consola después de mucho tiempo de no jugar nada cuando iba a nacer mi primer sobrina porque no quería ser un tío que no supiera jugar videojuegos. No necesito decir que se convirtió en mi vicio favorito. Nunca antes de esa consola había jugado en línea y era de mis pasatiempos más divertidos. Pero como no llevaba mucho tiempo jugando era obvio que no era tan bueno como muchos otros jugadores del mundo con los que me tocaba competir. 

Mis juegos favoritos eran los de guerra. Las competencias eran lo mejor, sobre todo cuando era por equipos. Pero ser el peor del equipo nunca ha sido divertido, menos para tus compañeros que tienen que soportar tu mal juego. Una vez, estábamos protegiendo algún tipo de bandera del otro equipo, y yo queriendo ser útil para mi equipo lancé una granada que aturdía a los jugadores pero, torpe como era, la lancé cerca de mí y de un compañero y nos aturdió a ambos y a nadie más. Todavía recuerdo a mi compañero decir “Chema, you’re terrible”. Desde mi sillón me sentí aliviado que nadie podía ver mi cara. Me avergonzaba ser tan malo. Pero no me quedaba duda que no había nada más que hacer que seguir jugando, seguir fallando y seguir aprendiendo. 

No recuerdo el momento exacto que me di cuenta que ya era un buen jugador. Pasó más de un año antes de que tuviera la suficiente confianza de llamar a alguien “noob”. Pero recuerdo perfectamente una partida, en la que no conocía a nadie de mi equipo; la modalidad no te dejaba reaparecer después de que te mataban, por lo que una vez que morías, solo podías ver a los otros jugadores de tu equipo jugar hasta que un equipo vencía al otro. Al final el único que quedaba de mi equipo era yo, por lo que todos los demás estaban viéndome jugar. Del otro equipo solo quedaba un jugador también, y yo tenía que defender una bomba para que no lograra desactivarla. Me escondí cerca del objetivo y esperé a que llegara el otro jugador. Sabía que tenía que venir y tenía que hacerlo pronto ya que había límite de tiempo. Estaba nervioso, la victoria de mi equipo dependía de mí. Tenía miedo que el rival me sorprendiera por algún punto ciego, pero de repente lo ví entrando por una ventana frente a mí, y sabía que no me había visto. Entonces lancé una granada que aturdía dentro del cuarto en el que estaba, y corrí para entrar por una puerta detrás de él. El arma que traía conmigo no tenía balas, pero no importaba, no alcanzaría a reaccionar antes de que pudiera acercarme lo suficiente para acuchillarlo. Esperé a que detonara la granada y entré en la habitación para eliminarlo. Y así ganamos la partida. 

Al final de cada partida, en ese juego, mostraban la repetición de los últimos segundos del juego, la última jugada que había determinado la victoria. Cuando eso sucedía ya podías escuchar otra vez a todos los jugadores que antes quedaban silenciados para que no intervinieran en la partida. Escuché a un jugador contrario preguntar en forma de burla qué pensaba hacer yo con mi arma si no tenía balas, y recuerdo perfectamente a un jugador de mi equipo contestarle engreídamente y en defensa mía: “kick your ass, apparently”. No era un noob ya. Mi equipo, al que no conocía, me defendía de las burlas contrarias. Estaban contentos de tenerme en su equipo. 

Hasta ahora no encontrado otra manera de dejar de ser novato. No he encontrado otra manera de aprender que no sea practicando. Lo peor es que no es fácil dar el primer paso que es aceptar que se es novato, que eso no va a cambiar de la noche a la mañana, y que en el transcurso podemos llegar a frustrarnos muchas veces. Por eso hay que recordar todas las veces que hemos sido noobs antes, y que ahora no lo somos. Aprender a conducir un coche. Aprender otro idioma. Aprende nuestro oficio. Aprender a cocinar. Siempre se empieza de cero; y es solo practicando e intentando que llegamos a hacer algo bien hecho. Puede tomarnos días, o semanas o meses o años. Pero si nunca comenzamos, nunca aprendemos, aun así pasen décadas. 

Recordar cuando eramos novatos nos ayuda a motivarnos. Sabemos que no sabemos, y eso también es una ventaja contra los que sí saben: podemos ver las cosas de manera diferente, lo que otros dan por hecho. No es malo no saber, lo importante es no conformarse con lo que se sabe. La inercia que nos impide avanzar rápido, pronto se vuelve inercia que nos mantiene en movimiento y adquiriendo velocidad. Y cuando vemos hacia atrás, recordando nuestros inicios, sentimos orgullo. Y de pronto, ya no somos novatos.




Mi de vez en cuando. 10 Años


Hace 10 años empecé a escribir mi blog. Me di cuenta este mes. En 2009 leía algunos blogs de gente conocida, y decidí abrir uno personal donde pudiera compartir ideas que hasta ese entonces solo escribía en mi libreta y que eran solo mías. Aunque siguen siendo solo para mí, claro que me enorgullece compartir lo que escribo y recibir mensajes de personas que les gusta leerme. 

Lo que escribo son ideas que me parecen dignas de recordarse. Por eso me pareció interesante escribir lo que he aprendido en diez años y cómo he cambiado mi forma de escribir y de ver las cosas. 

Primero escribía para dar continuidad a "mi de vez en cuando" que es mi libreta donde escribía mis pensamientos. Mis primeros posts son ideas breves desarrolladas en algunos párrafos, justo como escribía en mi libreta. La dificultad que representa escribir con papel y lápiz me invitaba a escribir ideas concretas y no ensayos de muchos párrafos. Me entretuve durante un tiempo escribiendo así, ideas concisas y sin prisa por llenar una entrada; si caía una idea, la escribía, si no, me quedaba con mis propios pensamientos. 

Esto cambió cuando me entró la inquietud de escribir una novela. Ese proyecto consumía mi interés por la escritura y estancaba mis aspiraciones, no quería concentrarme en otra cosa, y junto con el trabajo, la lectura y mis otras actividades, no tenía tiempo para escribir nada más; pero tampoco avanzaba como quería. Entonces decidí escribir ensayos con los que pudiera practicar mi redacción y así no estar dependiendo del desarrollo de mi novela que no tenía muy claro si la iba a poder terminar. Así comencé a escribir sobre temas que surgían de las platicas del día a día: noticias que generaban polémica o que simplemente me parecía que merecían una explicación más amplia o diferentes puntos de vista desde dónde analizarse, reseñas de películas o libros, preguntas interesantes que me llegaban directamente o de rebote, situaciones personales, etc. Todo lo que ameritaba una reflexión se volvía interesante para mi blog. 

Siempre fui claro en que lo que quería lograr con este blog era simplemente desarrollar mis propias ideas del mundo. No intento otra cosa que dejar escrito lo que pienso. Si hay posts que parecen persuasivos no es porque quiera convencer a alguien más que a mí mismo. Es la manera que encontré de darme cuenta si lo que pienso es porque tengo razones para opinar así o porque estoy siendo influenciado por mis propios paradigmas, mi cultura o mi sociedad. Algunas veces he tenido que investigar temas que desconocía o que no tenía muy claros para poder formar una opinión o para constatar que las razones que exponía tenían fundamentos; más de una vez me llevé sorpresas al aprender que lo que yo creía estaba equivocado. Más de una vez dejé de escribir al darme cuenta que mi argumento no tenía sentido. 

Tampoco he podido escribir todo lo que quisiera. No son pocas las ideas que perdí en la almohada y que jamás logré incluir en mi blog. Y, frustrantemente, tengo más de 80 posts inconclusos que mantengo en una lista de "ideas para blog" en mi espacio de trabajo. Son ensayos truncos que no he logrado terminar o que perdieron relevancia entre el día que lo escribí y el día que debí publicarlos. Los mantengo ahí, porque siempre pienso que llegará el día en que madurarán lo suficiente para cambiar de espacio. Por lo menos algunos de ellos. Porque al final siguen siendo ideas que alguna vez me parecieron dignas de recordar. 

Al pasar el tiempo me propuse acanzar metas para no abandonar el blog. No es raro que me suceda que pierda el interés en algún proyecto por no darle seguimiento. Por eso, en su momento, me propuse escribir mínimo 2 veces al mes. No siempre he cumplido esta meta. Sobre todo si hablamos en sentido estricto. Desde que me lo propuse, en 2011, la mitad de los años he escrito 24 posts o más. Pero a veces no escribo ni siquiera un post al mes. En 2012 dejé de escribir durante 6 meses porque a mi mamá le detectaron cáncer de mama, y eso me mantuvo muy alejado de la redacción. Y el año pasado otra vez  escribí solo 17 posts, incluso menos que en 2012. No sé si al igual que en aquella ocasión, la tragedia familiar que vivimos el año pasado haya sido la razón de mi apatía para escribir. Pero hasta este post, tengo escritos 230 posts, en 10 años, lo que me da un promedio de 23 posts al año, o sea 1.91 posts por mes. No está tan mal, ¿cierto?

Aunque escribo sobre cualquier idea, los temas políticos abundan en mi blog, y sinceramente no estoy orgulloso de eso. A pesar de que he recibido comentarios positivos por mis ensayos sobre política, considero que los temas que más me gustan y que me parecen más interesantes son los que se enfocan en conocimiento, ya sea personal o científico. Me gusta enforcarme en temas positivos, o que invitan a cuestionarnos a nosotros mismos. Cuando hago introspecciones o análisis de temas históricos o culturales, siento que desarrollo mi mente mucho más que cuando hago criticas que a mi parecer son obvias y redundantes: un político no debe de robar, o mentir. ¿No debería de ser así desde un principio? Pero creo que esos temas políticos no solo son un análisis de la situación que vivimos, sino una manera de dejar control sobre lo que sucede. Los políticos desgraciadamente hacen carrera de vivir del dinero del pueblo, y es interesante evaluarlos a través de los años. Dejar registro de lo que dicen o hacen, ayuda mucho para exhibirlos en el futuro. Pero ciertamente es agobiante escribir tanto sobre López Obrador, particularmente (algo parecido a lo que sucede en Estados Unidos con Trump; es imposible no hablar de él).

Pero lo bueno es que no han faltado ideas sobre las cuales escribir. Libros, películas y sobre todo la vida, me dan mucho material para desarrollar mis pensamientos y escribirlos en este espacio, invitando siempre a la reflexión, a abrir la mente. Las pláticas se vuelven más interesantes cuando puedo compartir una idea a la que le dediqué tiempo para analizarla. Los conceptos se vuelven más claros, los recuerdos, más vívidos. Los sentimientos, más nítidos. 

Me queda mucho por escribir, y espero nunca dejar de hacerlo. Siento todavía una barrera que necesito romper para sentirme satisfecho con la calidad, cantidad y variedad de mis ensayos. Y no pierdo la esperanza en que algún día llegue a sorprenderme a mí mismo.



Del Castillo, a Los Pinos, al Palacio

Andrés Manuel Lopez Obrador está obsesionado con equipararse a Benito Juárez. Lo idolatra, lo pone como ejemplo para todo y lo menciona a cada oportunidad. Quiere que la gente lo identifique con él, de nuevo confiando en la ignorancia del pueblo, ya que como todos los personajes de la historia, Benito Juárez tiene sus claroscuros y para nada se puede defender como un ejemplo de presidente (de hecho fue Porfirio Díaz quién lo enalteció para poder tener un héroe a quién venerar, por necesidad de una identidad nacional). El otro presidente que escogió para definir el nivel de líder al que aspira fue a Lázaro Cárdenas. Por tanto sus dos referencias de un buen presidente son Juárez y Cárdenas.

Por eso, desde antes de la campaña presidencial, ya anunciaba que de llegar a la presidencia dejaría de utilizar Los Pinos como residencia oficial, y se cambiaría a vivir en Palacio Nacional. Esto tenía dos objetivos: el primero, imitar a Benito Juárez quien vivió en Palacio Nacional durante su presidencia, y el segundo, imitar a Lázaro Cárdenas quien cambió la residencia oficial del presidente del Castillo de Chapultepec por una residencia menos ostentosa

Castillo de Chapultepec
Desde que anunció que dejaría Los Pinos dijo que lo convertiría en un espacio para la cultura y para que todos los mexicanos pudieran visitar la casa; justo como dijo Lázaro Cárdenas cuando anunció que no viviría en el Castillo de Chapultepec y lo convertiría en un museo para que la gente pudiera visitarlo. El problema es que Lázaro Cárdenas cambió el fastuoso Castillo de Chapultepec, justamente por Los Pinos. Por lo tanto, pareciera que López critica a su ídolo Cárdenas por vivir en una lujosa residencia. Pero lo más importante es que López Obrador cambia una residencia tradicional ¡por el Palacio Nacional! Y falta todavía saber cuánto van a costar las adecuaciones para que la familia presidencial viva ahí. 

Los Pinos
El otro tema del que López no hace comentario es que si bien Benito Juarez vivió en Palacio Nacional, también lo hicieron los presidentes anteriores, incluido López de Santa Anna, a quien López Obrador aborrece. Por lo tanto, ¿no hubiera sido más fácil ahorrarse tiempo, dinero y esfuerzo y continuar con Los Pinos como residencia oficial? Sabemos que López toma decisiones más por cómo se ven al ojo popular que por eficiencia o practicidad, pero creo que en este caso se le pasó la mano. 


Si bien yo hubiera preferido que se quedara en su casa particular, como dijo en algún momento que haría, entiendo lo incómodo que es para el presidente de la república tener que trasladarse todos los días de su casa a su oficina, pero justamente esa era la ventaja de residir en Los Pinos. Y ahora que se da cuenta que no es nada conveniente, pues tiene que arreglar un problema que antes no existía. Y claro, aguantar las criticas de parte de quienes nos damos cuenta de sus pifias. 


Niños de falda


El debate empezó por la distorsión de información que se dio en las noticias. Ahora en las escuelas de la Ciudad de México no es obligatorio que las niñas usen falda. Para esto se usó el termino de "uniforme neutro", dijeron que "la falda no es exclusiva para las mujeres", y comenzó la polémica.

Hay que dejar claro una cosa: la intención principal de modificar el reglamento del uniforme es permitir que las mujeres puedan usar pantalón si lo prefieren. Eso es lo importante. Todo lo demás, en mi opinión, es una excusa para atacar al gobierno en turno.

La polémica comienza porque, al permitir que las niñas utilicen pantalón, se debe de permitir, por tanto, que los niños utilicen falda si así lo quisieran. No se exige que los niños usen falda, no se pide que los niños usen falda y no se alienta a que los niños usen falda. Lo que se está alentando es la libertad de decisión. ¿Que por qué lo tienen que especificar? Para que no haya duda de que no se está restringiendo ningún derecho a nadie: tanto las mujeres tienen derecho a vestir como quieran como los hombres tienen derecho a lo mismo. Si alguien no puede entender eso, necesito argumentos que expliquen por qué piensan que se está haciendo algo incorrecto. 

Dudo que alguien esté a favor de que las mujeres sean obligadas a usar faldas para asistir a la escuela, y partiendo de ese supuesto, la pregunta sería ¿por qué estamos tan en contra de que los hombres usen falda? Tanto hombres como mujeres comparten prendas similares como sombreros, camisas, cinturones, bufandas, etc. Normalmente se adecuan las prendas para ser usadas por uno u otro sexo. ¿Por qué debería limitarse el uso de la falda a las mujeres? Me parece ilógico que se satanice esto, y tengo algunas razones para creerlo, pero todas llevan a lo mismo: la falda es solo una prenda, usarla es una moda o un estilo personal.

Las razones por las que creo esto son las siguientes:

  1. Antes las mujeres no utilizaban pantalón. Tuvieron que remar contra corriente para que por fin se les permitiera este lujo exclusivo de los hombres. Las ventajas de usar pantalón son diversas, entre ellas, proteger su intimidad. Ahora es normal ver a una mujer con pantalón, a nadie le escandaliza esto. Hasta hace poco más de un siglo era mal visto que una mujer usara pantalones y en algunos países estaba prohibido por ley. Los paradigmas cambian. 
  2. En algunos países es normal que los hombres usen falda. No es solo la cultura escocesa, aunque es la más conocida. En Indonesia, en Perú, incluso en México se puede decir que algunas culturas, como los huicholes, usan una variante de falda en su vestimenta. Y no solo en la cultura sino en la religión. ¿Alguien diría que las sotanas de los sacerdotes son muy masculinas? Los ropones de bautismo ¿son muy diferentes los de los niños que los de las niñas?
  3. Las modas cambian con el paso del tiempo. Siempre. Hasta hace relativamente poco tiempo, los hombres poderosos vestían ropas coloridas y llamativas. En la naturaleza es común que los animales machos tengan pieles o plumaje más llamativo que las hembras, por lo que en las culturas esto se emuló a través de vestimentas pomposas. No fue sino hasta hace dos siglos que esto comenzó a cambiar y los hombres de muchas culturas comenzaron a vestir más sobriamente.
  4. Los estereotipos de cómo se debe de ver un hombre o una mujer existe solo en nuestra cabeza. La masculinidad no depende de la manera en la que vestimos. Si existen tradiciones de vestimenta es solo eso, tradición. No existen tradiciones que no puedan cambiar, incluir nuevos elementos o incluso desaparecer.

Por último es importante entender que la mayoría de los hombres nunca van a ir de falda a la escuela. Ya sea porque ellos no quieren, por miedo a la burla y el rechazo, o porque sus padres no los dejan. Que no se nos olvide que nadie está obligando a nadie a educar a sus hijos de cierta manera. Pero sí se están quitando trabas para que si alguien así lo decide, se sienta con derecho de vestir diferente.

No hay que olvidar que la normalidad la creamos nosotros. Creer qué hay prendas de vestir que están prohibidas porque nadie las usa es tan absurdo como creer que todos deberíamos de vestir exactamente igual, y peor aun, creer que ese es el fundamento de la felicidad. 

Magia mágica


En 2007 compré el DVD (no había BluRays todavía) de El Laberinto del Fauno, una de mis películas favoritas, y vi la versión con el comentario del director, Guillermo del Toro. En él habló de algo que me llamó la atención: en una escena, la protagonista de la historia huye de su padrastro, y en el laberinto, un muro de piedra se abre por sí solo para dejarla pasar al tiempo que se cierra de nuevo cuando llega su padrastro. En esa parte de la película Guillermo del Toro afirma que no hay una explicación para que eso sucediera fuera de la magia misma. En un mundo donde queremos que todo haga sentido y tenga una explicación, a veces nos olvidamos de disfrutar la fantasía.

Recientemente me enteré que J. K. Rolling, famosa escritora autora de Harry Potter, ha decidió explicar durante los últimos años las dudas que los fans tienen acerca del mundo de ficción de sus novelas. La obsesión es sorprendente; ha llegado a explicar como satisfacían los magos sus necesidades fisiológicas antes de que adoptaran los sanitarios en su vida cotidiana. Y las explicaciones obviamente no se limitan al universo de Harry Potter, en todas las sagas de ficción existen fans que quieren explicaciones a inconsistencias producto de circunstancias ajenas a la historia ficticia y piden respuestas a huecos en las tramas para las que los autores no tenían pensado profundizar.

Esto me lleva a reflexionar que a veces es válido y satisfactorio quedarnos con la explicación más simple: no hay explicación. Hay cosas que pasan “porque sí”. No es necesario saber absolutamente todos los mecanismos que hacen funcionar una historia de ficción, por la obvia razón que ese universo no existe. 

Aceptar algo imposible como posible no tiene nada de malo si entendemos que la ficción en sí es imposible. Por ejemplo, querer que James Bond reaccione como una persona normal cuando cae en un lago de agua congelada es desperdiciar el momento de disfrutar de una película. ¿Por qué querríamos que James Bond sufriera una hipotermia que lo dejaría inmovilizado por horas al menos, si eso arruinaría el clímax de la escena? Casi siempre se necesitan libertades literarias para escribir una buena historia. Incluso las películas basadas en hechos reales distorsionan un poco la verdad para hacerla más atractiva al público.

Hay una línea delgada y borrosa entre la ficción ridícula y la medida adecuada de fantasía en una historia que hace que las inconsistencias pasen a un segundo plano y no nos interese si se apega estrictamente a la realidad o no. Aprender a dejar la fantasía en el mundo fantástico ayuda a disfrutar más ese momento en que no vivimos en el mundo real.



Qué se contesta a un berrinche


¿Se puede tratar de razonar con quien no quiere hacerlo? En mi experiencia no es posible. Cada vez que quiero discutir algún tema con alguien que no está dispuesto a escuchar me doy cuenta que pierdo mi tiempo. No importan las razones que se expongan cuando el objetivo de la otra persona sea estar en contra a como de lugar. 

Donald Trump escupe amenazas e insultos en twitter no para confrontar a quien amenaza o insulta, lo hace para engañar a sus electores y hacerles creer que busca el bien de su país. Claramente las decisiones que toma no ayudan al propósito que presuntamente busca, por lo tanto solo podemos asumir que su intención es crear faramalla y espectáculo, no dar resultados. Cuando el día de ayer, 30 de Mayo, Trump publicó en twitter que iba a imponer aranceles a los productos importados por su país provenientes de México para obligar a nuestro país a frenar el flujo migratorio, dejó claro que no entiende cómo funciona la economía y el mercado. Pero también quedó claro que su base electoral tampoco entiende nada de eso, y le aplaudieron que defendiera a Estados Unidos (por que eso es lo que creen que hizo).
La carta que envió Andrés Manuel como respuesta al tuit de Trump no sorprende más que en el contraste del tono con el que el presidente gringo ataca. López Obrador invita a Trump al dialogo, a la diplomacia y al respeto. En ningún momento se humilla ante el bully estadounidense, aparte de que le recrimina la postura de su gobierno para con los inmigrantes quienes, le recuerda, son bienvenidos en ese país según su misma tradición. También le señala que el slogan utilizado, America First, no aplica para un país que se jacta de procurar la justicia. Y finalmente le pide resolver cualquier desacuerdo en lo privado y con los funcionarios de los gobiernos de ambos países. Esto último es lo que más me gustó de la carta, hacer énfasis en evitar los señalamientos en twitter o en los medios. 

Pero es claro que, al igual que Trump, López le habla a su electorado. Empieza la carta mencionando al "mejor presidente de México", Benito Juárez, cuya mención no aporta absolutamente en nada al mensaje que envía. Luego menciona a Cárdenas y a Roosevelt como ejemplo de presidentes que se entendieron a pesar de los desacuerdos que tuvieron, como si los conflictos entre ellos hubieran sido simples discusiones que terminaron en un apretón de manos. López intenta compararse con estos dos presidentes que si bien la historia los evaluó bien, no se puede decir que fueron ejemplares, en especial Benito Juárez. Pero López, al igual que Trump, confía en la ignorancia de la gente. Y para rematar le deja claro "a Trump" que él es muy valiente y no es timorato, que al aclararlo casi casi suena como una afirmación de lo contrario, pero pues como digo, la carta es para los mexicanos más que para Trump.

A final de cuentas, yo creo que esta carta de López es un acierto. Si bien es muy suave en su reclamo a Trump, sobre todo por el nivel de amenaza que lanza el presidente del país vecino, el nivel tan pueril de Trump no se debe de contestar de la misma manera. Cuando un niño hace un berrinche exigiendo algo ¿qué se le contesta? ¿se pone uno a hacer un berrinche que lo iguale? El berrinche no obedece a una razón lógica, sino a una reacción por algo que no gusta. Eso es lo que está haciendo Trump. No está a gusto con la situación en la que lo tienen en su país: el reporte de Mueller lo tiene señalado por corrupción ante todos. El tuit de ayer es un esfuerzo por distraer a los ciudadanos; ataca a México para aparentar fortaleza. Hace apenas algunas semanas que Trump felicitó a López por su esfuerzo en detener a los migrantes en nuestro país, ¿ahora nos castiga por no detenerlos? 

Si López le hubiera contestado con más amenazas o con agresividad, solo le daría armas a Trump para seguir distrayendo al público general. Y más aún, con esto se cuelga una medalla con sus simpatizantes en México. Creo que esta reacción es de lo poco que puedo contarle a López como un movimiento medianamente inteligente. Si aprendiera más de historia, si no fuera tan condescendiente y si fuera mas conciso en lo que dice, la carta tal vez hubiera tenido un mayor impacto.