AMLO: el mejor presidente que ha tenido México.

 2024:

Andrés Manuel Lopez Obrador deja la presidencia con un crecimiento promedio del PIB de 4%. La corrupción disminuyó significativamente y hoy el país ocupa el lugar número 25 en ranking de corrupción mundial, con 68 puntos, adelante de países como Chile y España; cercano a Estados Unidos.

Los programas para impulsar el deporte nos dieron 15 medallas en las olimpiadas de Japón, incluyendo 4 de oro, y 21 medallas en Paris; 6 fueron de oro. Tuvimos 3 campeones mundiales en atletismo y México pasó por primera vez a semifinales en la copa del mundo.

MORENA expulsó de su partido y denunció funcionarios públicos acusándolos de corrupción. Muchos fueron encarcelados. Otros fueron inhabilitados. El caso más sonado fue el de Manuel Bartlett quien después de tantas pruebas, por fin pisó la cárcel, y debido a su avanzada edad se espera que muera ahí. 

Se convirtió en tendencia elegir servidores públicos que no pertenecieran a algún partido antes de las elecciones o a candidatos independientes. La mayoría nunca había tenido algún cargo público y había trabajado en el sector privado antes de postularse. El partido MORENA, con mayoría relativa, incluyó en sus estatutos que ningún funcionario podía competir por otro puesto sin terminar el periodo para el que habían sido elegidos por lo que el llamado chapulineo era prácticamente cosa del pasado.

El presidente por fin cumplió su promesa de vivir en su casa particular y después de un largo proceso logró obtener un avión presidencial que respondía a las necesidades básicas de transporte para el ejecutivo: sin lujos, sin excesos. 

Se capturaron o abatieron al 60% de los capos del país. Se desmantelaron la mitad de las organizaciones criminales, las más fuertes hasta entonces. Cientos de funcionarios y militares fueron extraditados o encarcelados por formar parte de dichas organizaciones. La confianza en las autoridades nunca había tenido un nivel tan alto.

Se metió en cintura a las empresas para no solo persuadir el pago justo de impuestos sino impulsar la competitividad en el mercado. Empresas grandes se vieron obligadas a pagar salarios justos, bancos tuvieron que reducir sus comisiones, pequeñas y medianas empresas comenzaron a crecer al volverse altamente competitivas, y la inversión extranjera creció como nunca.

Uno de los logros más importantes del presidente Lopez Obrador fue la destitución de líderes sindicales. Tanto Pemex como los electricistas y los maestros pudieron finalmente eliminar la corrupción que tanto había dañado esos sectores. Por fin se eliminó la venta de plazas, se privilegió la eficiencia y el esfuerzo. Se acabaron los paros. La educación tuvo un avance evidente y significativo.

Y por último, la pobreza se redujo. Veinticinco millones de personas salieron de la pobreza extrema. La clase media aumentó otro tanto. Mexico tiene ahora 500 mil millonarios cuya fortuna supera 1 millón de dólares. Las universidades se duplicaron. Los hospitales privados y públicos se triplicaron. Y lo más impresionante: el número de emigrantes se redujo a 1.8 millones de personas en el último año de su mandato. 



Si al menos cinco cosas de lo que dice este texto se cumplieran, no dudaría ni un segundo en llamar a López el mejor presidente que ha tenido México.

Los dueños del buen gusto

El debate en twitter explotó hoy. Que si la comida gourmet no se puede tocar ni con la gota de un limón por ser obra de arte del chef y estar preparada al punto justo para deleitarse. Que si es un insulto al esfuerzo del chef que escoge los ingredientes perfectos para preparar su comida. Que si los incultos no saben apreciar la comida gourmet no deberían de ir a esos restaurantes. Que si el cliente no siempre tiene la razón. En fin.

Aquí mi humilde y sesgada opinión que nadie pidió:

En gustos se rompen géneros, ya sabemos todos eso. Lo que para unos es arte, para otros es fantochería; pero se necesita de un ojo educado para que una opinión tenga validez. Pero ¿qué pasa si se paga por el arte que se va a consumir? ¿Tiene derecho el artista sobre esa pieza? (Ya he hablado sobre por qué el cliente no siempre tiene la razón. Pero este no es el caso).

Trabajo en la construcción, y he tenido muchos clientes que quieren construir su casa. Es común que el cliente tenga sus propias ideas sobre el diseño y quiera imponer sus gustos; obvio, es su casa. Sin embargo no es raro escuchar a un arquitecto enojarse porque su diseño se ve alterado por un "ignorante". A veces es el experto, que trata de persuadir al desinformado de las razones o las bases sobre las que se diseña un espacio; pero otras veces es el arrogante y soberbio que exige que el diseño no sea contaminado por mentes menos competentes.

El arquitecto puede tener razón en lo que propone; vamos, puede ser hasta lógico lo que expone. Sin embargo, el cliente es quien está pagando por el diseño que quiere, y si algo no le gusta, lo va a cambiar. Existen muchos tipos de casas y y muchas ideas para proyectos: distribución, acabados, funcionalidad... fantochería. Pero al final quien va a vivir ahí y quien va a pagar es quien tiene la última palabra. Al arquitecto puede darle rabia, pero no es él quien va a sufrir día con día, el cliente sí.

Yo pienso que en el ámbito culinario es lo mismo. Sí, el chef te da un consejo sobre cómo debe de consumirse su producto. Sí, es mejor confiar en el chef y probar la comida justo como la preparó, sin "meterle mano". Y yo abogo por que, quien pague los ridículos precios que cobran en esos restaurantes,  pruebe la comida tal y como se la sirvieron. Pero si al cliente no le gusta o no le satisface el sabor de la comida que recibió: ¿hay razón para sentirse insultado porque quiere ponerle más sal a la comida? O ponerle limón a la carne, o salsa a un taco. ¿Quién se va a comer el platillo, el cliente o el chef? 

El chef está en su derecho de pensar lo que quiera del cliente: inculto, ignorante, iletrado, corriente, naco. Lo que quiera. Pero quién es él para decirle que su gusto está equivocado, si al final quien lo consume es el ignorante, el naco. A final de cuentas pagó la cantidad que le dijeron que tenía que pagar. El alimento es suyo. 

No estoy en contra de que si piden limón, o chile, o salsa, o mayonesa o mostaza, en el restaurante les contesten "no tenemos"; pero ¿ofenderse porque alguien prefiere aderezar su comida..? ahí está la petulancia de quién ve clientes como indignos de sus facultades, aunque puedan pagarlas. 

Se creen dueños del buen gusto. 



La noche triste medio milenio después


1520.

Cortés mantiene a Moctezuma preso. Tratando de calmar los ánimos de los mexicas, que comenzaba a levantarse en armas al ver a sus líderes prisioneras de los españoles, le pide al tlatoani que salga a tranquilizar a su pueblo. Moctezuma es asesinado por la multitud enfurecida; al salir al balcón, su propia gente desconfía de su lealtad. Hernán Cortés y sus soldados, acorralados, deciden que deben huir. Blas Botello, un astrólogo (adivino), convence a Cortes que la noche del 30 de Junio es el día que deben fugarse o de lo contrario todos morirán; Cortés lo escucha y planean la retirada.

Tenochtitlán no está conquistada, no está sometida. Los españoles que acompañan a Cortés tienen ya joyas y oro, pero no han logrado su objetivo. Por miedo a perder la riqueza de la que ya se habían hecho, huyen con ella, y es por ella que encuentran la muerte. Las joyas y las armaduras pesan demasiado y dificultan la huida. El terreno está rodeado de agua; el estrecho camino que recorren es una trampa mortal para los avaros. Los guerreros locales los persiguen, los alcanzan y los matan. Hernán Cortés logra escapar, pero al ver que pierde a la mitad de su ejercito, llora. 

Quinientos años después nos encontramos en un país dividido, tan dividido como el territorio en 1520. Españoles aliándose con enemigos de los mexicas para conquistar su gran ciudad. Mexicas desconfiando de su líder por salir a dialogar con ellos. El líder español escuchando al adivino sobre la mejor fecha para escapar de la furia del pueblo. Soldados prefiriendo la muerte antes que perder sus joyas robadas.

Hoy ya no somos un conjunto de pueblos en guerra. Somos un país buscando reconciliación entre sus habitantes. Desconfiamos del tlatoani. Linchamos a los contrarios. Preferimos la muerte antes de perder nuestras joyas (robadas o no). Atendemos a quienes nos dicen lo que queremos escuchar, aunque no tengan sustento sus palabras. Permanecemos divididos; casi queremos delimitar territorios y separarnos en pueblos independientes. 


La guerra y la sangre que nos hizo un solo pueblo, rico en cultura y tradiciones, parece no importarnos, porque no hay confianza en las intenciones del que tenemos a un lado. Y nos hundimos con nuestras armaduras. Cómo no llorar.

Elegir ser Dr. Manhattan


Piensa en esto. Si te dieran la opción de tener los poderes de Superman ¿la tomarías? La decisión no es tan fácil. Sobre todo si una condición es que, si aceptas, no puedes nunca volver a tu vida normal otra vez; y claro, no puedes saber qué tipo de persona serás o qué tipo de vida tendrás una vez que seas Superman. Ahora, ¿aceptarías?

Si no se analiza la respuesta puede parecer muy sencilla de tomar. Después de todo ¿a quién no le gustaría tener los poderes de un superhéroe? Sin embargo, no consideramos lo que conlleva esa elección porque no tenemos la experiencia para evaluar las desventajas de una situación que nunca hemos vivido, y no tenemos la experiencia ajena tampoco. No vemos las desventajas de ser famoso por ser casi invencible; o de lo que se esperará de nosotros al tener tanto poder. Puede no aparentarlo, pero resultaría muy inconveniente ser tan superior a todas las demás personas.

A pesar de lo poco realista que puede parecer esta reflexión, es una alegoría de una situación mucho más común. Es el mismo dilema que uno toma cuando (y si) decide ser padre. No puedes saber qué tipo de padre vas a ser hasta que lo eres. Y una vez que decides serlo, no te puedes echar para atrás (sí, puedes ignorar tus responsabilidades, más no puedes dejar de ser padre de alguien).

Aceptar una responsabilidad tan grande debería tomarse con mucha seriedad, pero no mucha gente lo ve así. Ser padre o madre debería de conllevar una gran evaluación previa.

El ejemplo de convertirse en Superman es el más común, sin embargo puede que el personaje no represente ese dilema tan bien. Hay otro que para mi gusto nos llevaría a reflexionar más sobre esa decisión que en un inicio parece fácil de tomar. El Dr. Manhattan, de la novela gráfica Watchmen, es un personaje más adecuado para esta situación hipotética. Es básicamente un dios. Puede hacer lo que quiera. Para él el tiempo no es lineal: está en el presente, en el futuro y en el pasado simultáneamente. Es indestructible y puede hasta crear vida si lo desea. Es un individuo muy particular. En la novela lo presentan como alguien indiferente, ya que, claro, al ser todopoderoso no logra ser empático con las personas; sabe que a pesar de ser omnipotente no puede cambiar la perspectiva pequeña de los humanos, pierde el interés en ellos; no se puede relacionar con las personas. La gente lo odia porque creen que debería de usar sus poderes para el beneficio de los demás, y sin embargo él solo se siente incomprendido.

Dr. Manhattan al final es un superhéroe frustrado y frío. No puede mantener relaciones amorosas, personales, porque no envejece como todos los demás. Él se interesa por muchas cosas, y sus parejas por cosas mundanas: no se entienden.

De una forma parecida, uno se convierte en padre sin saber cómo esto le va a cambiar la vida; arriesgando la tranquilidad de no ser responsable de un ser completamente dependiente. A pesar de no poder ver el futuro, es ilógico pensar que no se atravesará por situaciones difíciles, tristes, o incluso trágicas. Tampoco podemos estar cien por ciento ciertos de que nuestro hijo o hijos serán personas de bien; a pesar de nuestros esfuerzos nadie nos garantiza que la educación que les demos será suficiente, o que estaremos ahí para ellos en momentos cruciales. Nadie nos garantiza que viviremos lo suficiente para asegurar su bienestar.

Nadie nos asegura tampoco que nuestra idea de un buen padre sea la correcta. Nuestras mejores intenciones nos pueden engañar. Tratamos de prepararnos para ser buenos padres basándonos en la experiencia ajena, así, para la paternidad en general, para ser un padre genéricamente bueno, sin embargo nadie nos puede preparar para ser el mejor padre para nuestros hijos en particular, todo es una estimación, tratamos de tener buena puntería, a nuestra manera.  

Bien. Conociendo todos los contras, (de ser padre o de ser el Dr. Manhattan) ¿lo serías?

Yo no quisiera ser el Dr. Manhattan. No quisiera vivir eternamente. No quisiera ver el tiempo como un mapa del cual no puedes cambiar detalles, solo observarlo. No quisiera soportar muchas cosas que tiene que soportar. Pero sí quise ser papá, a pesar de todos los dilemas que pude evaluar.

Tomé una decisión ciega basada en un futuro incierto. Quise ser papá para poder tener a Lucas sin haberlo conocido. No sé lo que pasará, y no voy a poder cambiar las malas situaciones que puedan llegar a suceder. De igual manera, acepté ser padre, sabiendo que voy a sufrir, sabiendo que voy a gozar, sabiendo que no soy inmortal, sabiendo que me puedo llegar a arrepentir en algún momento, pero confiando en que al final de todo vale más la pena intentar ser la mejor versión de mí para esa personita que acaba de llegar, que vivir el resto de mi vida pensando qué hubiera sido si hubiera tomado esta decisión. Acepté una responsabilidad que me da un poder al que voluntariamente voy a renunciar en beneficio de alguien que tal vez me llegue a odiar alguna vez. Acepté poner mi mayor esfuerzo en educar a alguien que tal vez rechace mis enseñanzas. Quiero ser padre de alguien que probablemente me va a hacer sufrir como ninguna otra persona puede hacerlo... pero espero que no. 

Es la esperanza la que nos mueve  tomar este tipo de decisiones que parecen ilógicas. Espero ser el mejor padre que Lucas pueda tener. Espero ser la mejor versión de mí mismo siempre. Espero que cuando no sea esa mejor versión, sea mi esposa la que me ayude a mejorar. Espero ayudar a este mundo trayendo a una buena persona en la sociedad. Quiero disfrutar de los buenos momentos que se comparten solo con un hijo y sentir su amor. Para eso me esfuerzo; para eso me arriesgo.

Al final no hay certeza en nada, lo único que uno puede hacer es tener una buena actitud, confiar en que mi mejor versión saldrá a flote, y esforzarme por evitar mis demonios. Esa decisión de ser papá ya la tome, ahora estoy aprendiendo a tomar las mejores decisiones para Lucas.



Cicatriz abierta

Caminando sobre hojas secas desperté de mi sueño

Mi mano apretó el aire y mi pecho se hizo nieve

El cielo apenas se dejaba ver, no había ruido

Tal vez era octubre o tal vez mayo; tal vez llovía o solo era yo

¿De dónde vino ese espejismo? ¿No estaba ya lejos? ¿Seco? ¿Flaco?

Flotando fui al jardín, buscando alivio... descifrando memorias ¿de dónde llega acaso la nostalgia?

Me pareció ver su silueta; en el espejo, o en el balcón. 

Eran risas, seguramente. Pero tal vez no.

Eran rostros parecidos. Sí, hacía sentido. Las flores se asemejan entre sí.

Aun dudaba. 

¿Qué trae de vuelta a los retoños cada primavera? Hay cielos que solos llegan.

Hay mareos que te tumban, mas no por debilidad 

Es porque somos vulnerables, es inevitable, no se puede defender uno de todo

No se cura uno de todo

Ignoro qué me trajo de vuelta al camino ese, lleno de hojas, hojas secas

Pero eso ya no me importa; aquí sigo, desintegrándome en ceniza, pétalo por pétalo 

Sonó un eco; caí en cuenta:

Música, eso había sido; no me pude escapar (y tal vez no quería)



Vi el jazmín y tenía flores, sí, era Mayo




Amores

Una vida entera,
Oliendo rosas de un jardín.
Una vida entera.

Una sombra eterna,
Sin ver el sol de abril.
Una sombra eterna.

Un suspiro tuyo,
Una vida muy feliz.
Un suspiro tuyo.

Mariposa en un capullo,
Vida vivida y sin vivir.
Mariposa en un capullo.

Una estrella lejana,
Que no se puede alcanzar.
Una estrella lejana.

Una vida soñada,
Que no será realidad.
Una vida soñada.

Tormentosa sed saciada
Por un hermoso manantial
Valiosa joya encontrada

Flor engalanada
Tan frágil como cristal
Marchita por una helada.

Un lazo de hierro,
Imposible de vencer,
Un lazo del Cielo.

De Dios el sentimiento
Siendo enteramente El
Dar mas del cien por ciento

Un regalo sin defecto,
desear hacer el bien
El sol, el agua, el viento.

Lo que te hace ser correcto
Árbol que crece con la fe,
Un sincero “yo te quiero.”







En el día internacional de la poesía quise compartir uno de mis primeros poemas que me atreví a compartir.

Dra. Matilde Montoya


Lunes 9 de Marzo. Prometí no mencionar a López Obrador en mi cuenta de twitter todo el día para dar más énfasis a las mujeres que ese día realizaban un paro nacional. Entonces decidí publicar nombres de mujeres ejemplares para conmemorar el esfuerzo feminista. 

Publiqué a Meryl Streep, luego a Frida Kahlo, y pensé que debería enfocarme mujeres mexicanas poco reconocidas; así encontré nombres como Elva Carrillo, Andrea Cruz y María Izquierdo. Pero un personaje me llamó la atención más que los demás: Matilde Montoya, la primera mujer mexicana en recibir el título de Médico. No solo fue conocer lo que logró, sino la época en la que lo hizo. Las mujeres del siglo XIX no estudiaban. Vamos, pocos hombres lo hacían: para 1895, el 80% de las personas adultas en México eran analfabetas. Una mujer,  con la cultura machista en contra, logrando lo que pocas personas lograban, merece un reconocimiento mayúsculo. Sobre todo porque (y que no le sorprenda a nadie) hubo muchos profesores que estaba en contra de que una mujer entrara a la escuela de medicina. 

Matilde Montoya nació en la ciudad de México el 14 de Marzo de 1859. Desde pequeña mostró mucha capacidad para aprender.  A los 4 años sabia leer y escribir; a los 12 terminó su educación escolar. Y para la edad de 16 años obtuvo el título de partera. Pero todo esto no fue suficiente para impresionar a algunos hombres de su época que se opusieron a que obtuviera educación superior. La acusaron de masona y protestante por lo que tuvo que posponer sus estudios.

Vuelve a intentar ingresar a la Universidad en la ciudad de México y vuelven a atacarla y a desprestigiar su nombre alegando que no había acreditado ciertas materias; la verdad era que les molestaba que fuera la única mujer en la universidad. Pero en esta parte de la historia, Matilde tuvo suerte, ya que después de buscar apoyo en diferente instancias, fue nada menos que el presidente Porfirio Díaz quien envió un decreto para que pudiera presentar su examen, entrara a la escuela de medicina y eventualmente recibiera su título. 

El legado de Matilde Montoya no termina ahí. No solo abrió la puerta para que más mujeres pudieran ser médicos, sino que trabajó en pro de la educación de las mujeres en México, fundo una escuela para hijas de obreras, fue parte de la Liga Medica Humanitaria, fundó la Asociación de Médicas Mexicanas, y logró que el término de partera dejara de usarse de manera despectiva, entre muchos otras cosas. Es ejemplo de feminismo, qué mejor manera de representar a las mujeres que luchando por su educación. Me sorprende no escuchar más de ella por parte de las feministas de estos tiempos, me parece una imagen que representa perfectamente su movimiento. Es un ejemplo, no solo para las mujeres, sino para todo mundo. 

En el aniversario de su nacimiento, que viva Matilde Montoya.



El amor es trabajo

Muchas veces le pregunté a parejas casadas cómo le hacían para no aburrirse uno del otro. Nunca fue con la intención de ofender, era realmente curiosidad mía saber cómo lograba alguien vivir durante años con la misma persona y no caer en la rutina. Esto fue cuando era joven y mi relación más duradera no rebasaba un año. De las muchas respuestas que recibí ninguna superó un diálogo muy sencillo que vi en una película que pasó sin pena ni gloria del año 2005. En ella, una madre, interpretada por Meryl Streep, le dice a su hijo: “El amor no siempre es suficiente. No cuando hablas de matrimonio, e hijos y juntar cuentas de banco. Las relaciones personales son trabajo, los hijos son trabajo. Y no estoy diciendo que el amor no sea importante, lo es, pero a veces amas, aprendes y sigues adelante”.

Desde entonces reflexioné mucho en esa frase. Estoy de acuerdo, el amor no siempre es suficiente. Confiar en la atracción hacia otra persona y lo agradable estar con ella no garantiza una relación duradera, la costumbre normaliza hasta a la persona más especial a pesar de nuestras mejores intenciones. Y claro, mantener una relación y una familia exige esfuerzo, trabajo, sacrificio. No puedes esperar que sea el amor lo que resuelva todo. Al final, no es con amor que se solucionan problemas (ni se compra una casa ni se paga una escuela). Se tiene que trabajar para fortalecer lo que nos une. Conocerse, entenderse. Desvelarse para alimentar bebés. Cuidar de la pareja cuando se enferma. Explicar con paciencia, incluso cuando es la décima vez que se hace. Eso es trabajo, no amor. 

Sin embargo, creo que más bien, el amor ES trabajo. El amor se trabaja día con día, semana tras semana. Sí, existe el amor como un sentimiento, pero el amor puede ser muy fugaz, el amor es frágil, el amor se pierde, el amor se acaba. El amor duradero, el amor genuino se trabaja. El amor es estar ahí para la persona que se ama. No puedes amar a tu pareja y esperar que esta soporte tu indiferencia, tu apatía, tu agresividad. Amar es contener tu agresividad, sobreponerte a la apatía, olvidar la indiferencia. ¿Quién puede decir que ama a su hijo, mas no lo cuida? ¿Quién se aleja de la persona amada cuando esta la busca?

El amor es sonreír cuando no tienes ganas. Levantarte cuando estás cansado. Hacer, cuando quisieras no hacer nada. El amor no es solo disfrutar (y claro que se disfruta); el amor también es soportar los malos días, pero no solo eso, sino hacerlo con la mejor cara.

No es que el matrimonio o una familia sea solo trabajo, sino que el amor nos obliga a trabajar. El amor nos obliga a sacrificarnos por nuestra pareja, por nuestros hijos. Si el amor no se trabaja, se esfuma con cualquier descuido. Y no se puede trabajar por alguien sin algún interés de por medio. El esfuerzo que ponemos por alguien más es el amor que le tenemos a esa persona.

Sí, las relaciones son trabajo, pero es el amor lo que nos da motivo para realizar ese trabajo, que al mismo tiempo alimenta al amor y lo hace fuerte.

Pienso en la ocupación que realizó para ganarme el pan de cada día. El esfuerzo que invierto es lo que me da el resultado por el que cobro dinero. Son las ganas de hacer las cosas bien lo que le da valor a mi trabajo. Es saber que nadie te da nada gratis, y que tienes que ganarte el sueldo logrando metas. Y así es el amor también. 

Cuando me canso de levantarme en la madrugada, cuando llego a un lugar al que no quiero ir, cuando me visto en vez de quedarme en pijamas como preferiría, pienso que el trabajo que me está constando está abonando méritos a mi relación, y la hace más valiosa y más resistente. Y me doy cuenta que todo lo hago por el amor que doy y que recibo. Entonces el esfuerzo me cuesta menos; en mi mente solo repito: el amor es trabajo.

México Liendre

Con tal de quitar un pésimo gobierno estamos dispuestos a escoger otro igual o peor. México Libre obtuvo su registro como partido y pues bueno, ahora tenemos un partido más en México, el octavo, sin contar a Nueva Alianza ni a Encuentro Social. Otro partido que va a recibir dinero público sin rendir cuentas. Y lo peor, fundado por el expresidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, quienes por su berrinche hicieron el camino más fácil para que López Obrador llegara a la presidencia (sin olvidar que lograron también que el PRI volviera al poder en 2012). 

¿Son oposición al presidente? Sí. ¿Son lo mejor que hay en este momento? Es muy cuestionable. Pero aunque lo fueran, que sean la única opción para quitar a MORENA del poder no quiere decir que son una buena opción. Es el mismo problema en el que nos metimos para quitar al PRI y al PAN de la presidencia. Votamos (yo no) por la opción que podía quitarlos, pero resultó lo mismo, solo que con poder absoluto para hacer lo que quiera.

Difícilmente Calderón y Zavala van a lograr lo que logró López. Pero es para preocuparse que no entendamos como país que los extremos no son buenos, y que la experiencia que tuvimos con un político debe de contar para algo. Calderón no  fue un pésimo presidente, pero está muy lejos de ser lo que necesitamos para progresar. En su sexenio no combatió la corrupción, ni en el gobierno y mucho menos en su partido.

¿Para qué quiere volver al poder Calderón a través de su esposa? Lo que no hizo cuando era presidente no lo va a hacer ahora. ¿No nos quejamos de que López vive de nuestros impuestos desde siempre? ¿Por qué querríamos cambiar a la extrema izquierda por la extrema derecha? ¿De verdad no hay mejores opciones? Y lo peor es que veo a gente muy contenta porque piensan que con tal de quitar a López del poder, es justificable dar un cheque en blanco a quien sea.

Me da tristeza ver cómo no se distingue lo que hizo un demagogo ignorante como López Obrador, de lo que hace alguien mucho más inteligente y capaz como Calderón. Ambos quisieron ser obedecidos por todos en su partido, ambos renunciaron a quienes impulsaron sus candidaturas presidenciales, y ambos formaron su partido para no tener que rendir cuentas a nadie. 

Si somos honestos, no es escandaloso culpar a Calderón de que López esté en la presidencia. Su obsesión por llevar a su esposa al poder lo cegó. Sus errores en 2018 costaron muy caro; ¿y ahora vuelve con la bandera de "soy oposición"? Es patetico. Su imagen y la de su esposa están muy deterioradas; no puede quitarse la losa de corrupción que conocimos en su sexenio. No podemos borrar esos destellos de autoritarismo al no aceptar la derrota por la candidatura del PAN. No está en posición de pedir un cargo público cuando ya demostró durante 6 años lo que puede y no puede hacer.

Me queda claro que lo mejor que pueden hacer los expresidentes es callarse y olvidarse de la vida pública. 

Qué lástima de país.