Fratricidio humano

Si yo fuera Dios, les quitaría a los humanos la noción de mi existencia. ¿De qué sirve creer en Dios si no se va a cumplir el mandamiento más básico que se supone que nos enseña? ¿De qué sirve que nos dé libertad si nos vamos a matar unos a otros? Si yo fuera Dios, limitaría la libertad de los humanos para que no pudieran escoger el mal, de la misma manera que los padres educan a sus hijos restringiéndoles libertades; por su propio bien. Porque los humanos somos como los niños pequeños: no sabemos lo que nos conviene, y nos peleamos entre nosotros porque lo único que nos interesa es la satisfacción inmediata. Egoístas, envidiosos, resentidos. 

¿Cómo es posible que después de miles de años sigan matándose entre personas por un pedazo de tierra que a nadie le corresponde? Buscando y rebuscando en la Historia la razón que legitime el odio hacia las otras personas, y la razón por la que hay que pelear y matar a gente; los protagonistas de las guerras se merecen el calificativo de chiflados. La Historia se debe de conocer para no repetir los errores de nuestros antepasados, no para vengar a estos; y mucho menos para justificar el ataque a otro pueblo porque en un pasado remoto, los antepasados de unos residían en donde ahora están estos otros.

Hace cien años (el día de mañana) inició una de las peores guerras de la historia. Sin pensar en las terribles consecuencias que conllevaría el conflicto, dos países decidieron iniciar una guerra para expandir sus territorios y poder gobernar a otros pueblos que no querían ser gobernados. Se remontaron a siglos atrás para adjudicarse la pertenencia de territorios que lo único que satisfaría sería   la ambición y el orgullo de someter a otro pueblo; satisfacción que solo duraría el tiempo que les tomara decidir qué más pudieran obtener por la fuerza. Sin contar que el pueblo sometido buscaría la venganza y tarde o temprano acabaría obteniéndola; porque esa es la historia de las guerras.

Hoy me doy cuenta que la guerra nunca terminó. A pesar de que nos digan los libros que esa primer gran guerra terminó algunos años después de estallar, bien sabemos que después de esa hubo otras guerras entre otros países e incluso dentro de los mismos países, siempre por poder y control, y, después de menos de dos décadas, inició otra gran guerra, por las mismas razones que la primera: territorio, poder, control, y desprecio hacia otros pueblos. 

Me entero que seguimos peleándonos entre nosotros. Personas matando personas, y los espectadores defendiendo a unos y a otros, cuando en realidad ninguno es justificable. Por más que queramos defender a uno, siempre tendrá este una razón ‘legitima’ para atacar al otro. Y como dijo Benjamin Franklin: “jamás hubo una guerra buena, ni una paz mala.”  Solo para aquellos que no tienen que pelear una guerra es para quienes parece justificable hacerla. Solo los políticos que jamás serán afectados personalmente por el bombardeo al enemigo, son quienes defienden una guerra necesaria, o noble, o incluso... buena. Y quienes buscan ser más imparciales dirán que es un ataque unilateral, o que uno de los lados solo se defiende, sin embargo ningún asesinato es justificable. Si hablamos de injusticia porque de un lado matan a 500 personas por cada un habitante asesinado en el otro bando, estamos muy equivocados. La justicia y la verdad son las primeras bajas en cualquier guerra. Y lo peor es que esta guerra es por culpa de Dios. Ambos bandos creyendo que es voluntad de Dios habitar esas tierras; si es así, para mí ese es un Dios al que se debe de pensar dos veces antes de seguirlo. 

Hoy en día los pueblos siguen justificando los asesinatos que cometen contra otros pueblos. Seguimos siendo los mismos de hace 100 años. Nadie ganó. Y nadie gana nunca en una guerra. El filosofo Immanuel Kant dijo algo muy cierto: “la guerra es mala porque hace más hombres malos de los que mata”.  Basta informarse sobre las guerras del último siglo. Se destina más dinero a las armas, las bombas, los ejércitos y las guerras, que a la ciencia, el conocimiento, la educación y la alimentación de los pueblos. 


Seguimos siendo ignorantes y tontos. Para mí, la guerra es solo la manifestación de la estupidez humana.