Hasta pronto Opus 102

Ayer vi en Facebook muchas quejas porque el gobierno del estado decidió cambiar la estación de radio Opus 102 FM a una frecuencia en AM. Vi varios comentarios como “la cultura se quedó sin casa” o “la cultura pasó a segundo plano”, lo que me hizo reflexionar por qué tanta gente se indigna y se queja sin antes hacer preguntas. 

Hay que explicar que la estación Opus 102 FM ofrecía música clásica, jazz, ópera, música contemporánea y estilos de música menos populares y más culturales. Había programas interesantes donde hablaban de libros, poemas y otros temas de ese estilo. Es una de las pocas estaciones de radio culturales que tenemos en la ciudad, por lo que no es de sorprenderse que a la gente no le haya gustado que cambien de programación.

Tengo muchas razones para estar tranquilo ante este cambio, y me sorprende que haya tanto rechazo a una idea que no conocen. Creo que hay mucho prejuicio e intolerancia ante una nueva idea que puede ser buena. La desinformación de algunos medios como Milenio y Proceso que publicaron que la estación Opus desaparece, también ayuda a que el sentimiento de rechazo y enojo crezca. Hay que aclarar que la estación no desaparece, solo cambia de banda. 

Yo necesito información que desconozco para poder emitir un juicio más educado sobre esta decisión: 
¿cuántas personas escuchan la estación Opus, y con qué frecuencia? Yo escucho normalmente esa estación, pero no frecuentemente. En una semana regular no sintonizo la estación en más de una ocasión, y casi siempre es porque no hay nada que me interese en las otras estaciones de radio. Sí conozco un programa que transmitían en la tarde (Adagio) que me gusta mucho y que probablemente escucharía más si tuviera oportunidad, pero como solo escucho la radio cuando voy manejando en mi coche, no siempre coincido con el horario.
¿Por qué medio se escucha la estación más frecuentemente? Como dije arriba, yo casi nunca escucho la radio si no es en mi coche cuando manejo, a veces ni en ese tiempo, últimamente he traído de moda escuchar podcasts (hay varios muy interesantes) pero yo sé que mucha gente escucha su radio todos los días. Mi pregunta va en el sentido de que la gente que escucha Opus, ¿cómo lo hace? ¿En su coche como yo? ¿En su casa? ¿En el trabajo? Y esto me interesa porque, fuera del lo que sucede en el carro, donde vas en movimiento, la banda AM no se escucha mal, e incluso en el coche se escucha bien, pero acepto que tiene mejor calidad la banda FM. Pero, ¿de verdad vale la pena quejarse tanto solo porque en vez de escuchar FM ahora habrá que cambiar a AM para escuchar lo que queremos?
¿A quién afecta directamente que eliminen esa estación? Y estoy hablando de quién realmente resulta afectado. Una incomodidad no es una afectación seria. Tener que cambiar a AM en vez de solo cambiar de frecuencia no es una afectación seria. Estoy preguntando ¿quién va a perder su estación favorita? 

Esas preguntas me sirven porque yo no entiendo quién puede quejarse de que tenga que escuchar la estación en la banda AM. Y estas son las razones: en primer lugar, solo las personas que no tengan radio AM se perderán de la programación. Nadie más. Si lo que les molesta es que la calidad del sonido es más baja es el único argumento que puede ser considerado, pero hay otras opciones para escuchar la misma música con buena calidad; prácticamente todos los programas de radio ya se pueden encontrar por internet; y si hay gente que no tenga acceso a internet por falta de recursos: hago esta pregunta seriamente ¿cuántas personas que no tengan acceso a internet les interesa escuchar Opus 102? No estoy criticando ni asumiendo nada, la pregunta realmente es seria y por eso fue que aclaré que necesito esta información para hacer un juicio educado; pero realmente creo que no mucha gente que no tenga acceso a internet le interese escuchar música clásica o jazz; y antes de que se me acuse de esnob repito que la estación no desaparece; incluso si no se tiene internet se sigue teniendo acceso a la cultura. Yo conocí muchas comunidades de muy escasos recursos en Nuevo León, en Hidalgo, en Coahuila, en el Estado de Mexico y en Chihuahua. En todas ellas la mayoría de la gente escuchaba la radio AM. La razón era obvia, la frecuencia FM no llega tan lejos como la AM, y en los ejidos y comunidades que están lejos de absolutamente todo, la opción era esa. Entonces si la preocupación es que existen muchas personas interesadas en escuchar música clásica pero que no tienen acceso a internet, deberían agradecer que ahora es más fácil para ellos escuchar esta estación. 

Otra razón por la que no entiendo tanta queja es la falta de argumentos. Decir que por transmitirse en AM la estación va a tener menos audiencia me lleva a preguntarme por qué no comenzar a escuchar la radio AM. ¿Alguna vez hemos escuchado esa banda? Yo sí, sobre todo para escuchar narraciones de partidos de futbol. Pero también he escuchado noticias y programas que para mi grata sorpresa me llaman la atención. ¿Por qué en vez de quejarnos no nos interesamos en conocer más lo que se transmite? A mí me llamaron “fresa” por sugerir que si queríamos escuchar música cultural lo podíamos hacer en Spotify o Jango. Pero no escuché a nadie quejarse de los “fresas” que no quieren escuchar AM en vez de FM. 

Y por último y más importante: ¿alguien sabe qué se va a transmitir ahora en vez de lo que se escuchaba antes? ¿Dan por hecho que la programación nueva no va a ser cultural? Porque lo que decían en Facebook es que la cultura era la afectada. ¿Tienen certeza de eso? El gobernador aclaró que cambia la programación para dar gusto a más personas, pero va a seguir siendo cultural; incluso seguirán transmitiendo jazz y trova en ciertos horarios. ¿Cómo saben que no les va a gustar más la nueva propuesta?


A todo esto quiero decir que estar abiertos al cambio no quiere decir estar de acuerdo con ellos, pero lo que no he visto en Facebook es alguien aportando ideas, reflexionando, cuestionando. Solo quejas, y más quejas.  

Estar solo


Imagina que vivieras en 1960, cuando no existían los teléfonos celulares. Si estabas en la calle y querías llamar a alguien tenias que buscar un teléfono público, pagar por la llamada y esperar que la otra persona estuviera en el lugar al que estabas llamando. Te separabas del teléfono y ya no estabas en contacto con nadie que no estuviera físicamente cerca de ti. Si tenias que tomar el metro para ir a trabajar, o si tenías que caminar por la calle para llegar a otro lado ibas solo durante el trayecto. Podías llevar un libro para leer. O tal vez el periódico. Pero si no, ibas pensando para ti mismo. 

En esos tiempos en los que los recorridos eran más largos había mucho tiempo para pensar. Pero ahora, todos tenemos un aparato con el que estamos conectados con nuestros amigos todo el tiempo sin importar dónde estén. Quien quiera nos puede contactar cuando sea, compartirnos una historia, una noticia, un chiste, o exigirnos más trabajo. Mientras esperamos en el banco podemos estar jugando Angry Birds o contestando un correo electrónico o viendo algún video en YouTube. Si en los 60's se empezaron a preocupar porque la gente se informaba con la televisión y ya no quedaba tiempo para platicar y leer en casa ¿qué pensarían esas personas si vieran que ahora ya no tenemos tiempo ni para platicar con nosotros mismos? Día y noche estamos conectados con el mundo, y lo que hacemos justo antes de cerrar los ojos e intentar dormir es revisar las últimas publicaciones en Facebook. 

Ya no tenemos tiempo para meditar. No tenemos espacio para pensar nuestros propios pensamientos. Desde que se inventaron los grupos de chat nos aburrimos si no tenemos con quien platicar mientras esperamos un elevador. Es posible que solo cuando nos bañamos es que podemos estar totalmente solos. Hemos perdido independencia. Y no estoy criticando la tecnología ni a las "nuevas generaciones”, simplemente estoy señalando algo que hemos perdido y que vale la pena recuperar: nuestro espacio personal. Estar solos. Estar con nosotros mismos. Pensar en lo que hicimos durante el día. Idear lo que queremos para nuestras próximas vacaciones. Reflexionar sobre el libro que leímos o el último capítulo de la serie que estamos viendo. Platicarnos.

Newton reflexionó sobre la gravedad en un momento de ocio. Arquímedes obtuvo sus ideas para determinar el volumen en sus ratos dentro de la bañera.Tal vez valga la pena darnos un tiempo para nosotros. Podemos apagar el teléfono 1 hora antes de dormirnos. Escoger un libro para leer cada mes y esforzarnos en hacerlo. Meditar 15 minutos cada día, en la mañana antes de comenzar nuestra rutina. Escuchar música sin letra mientras manejamos. Hacer ejercicio sin compañía. Hacer lo que nuestra especie sabe hacer mejor que ninguna otra: pensar. 


El plagio del plagio

Cuando pensamos en originalidad, ¿qué queremos decir? ¿Qué esperamos de algo original? ¿Algo nunca antes visto? Es muy común escuchar quejas por el parecido de construcciones emblemáticas con las de otras partes cuando se conocen muchos lugares del mundo (y ahora con internet, se pueden hacer comparaciones sin necesidad de viajar). La razón puede ser que tenemos una idea de que copiar algo es malo o desleal. Sin embargo parece que solo aplicamos ese criterio para las creaciones que nos son propias; parece que somos más tolerantes con el talento extranjero. 

En el año 2003 se terminó de construir en mi ciudad, Monterrey, el 'Puente La Unidad’ que conecta los municipios de San Pedro y Monterrey. Aparte de las quejas, que nunca faltan, sobre el enorme costo del proyecto, vino una critica también típica en este tipo de creaciones: el puente era una copia de uno que existía en España. Más allá, decían que lo habían plagiado y que el diseñador de que puente de Sevilla debería de demandar a los constructores y diseñadores. La demanda obviamente nunca procedió, y dudo que lo hayan intentado. Sin embargo, el arquitecto Santiago Calatrava, quien inició con este tipo de puentes, sí llegó a comentar su descontento, lo que resulta ridículo cuando se observa lo que ha diseñado alrededor del mundo. 

Pocas obras, sean las que sean, son totalmente originales. Estamos acostumbrados a considerar algo original si no lo hemos visto antes; pero esto no quiere decir que sea original. Si somos exigentes, nadie se salva, ya sean obras arquitectónicas, de ingeniería, historias, películas, canciones, pinturas, etc. Busquemos algo que nos parezca bello y original, y lo más seguro es que encontremos algo que se hizo antes que se le parezca de algún modo. Incluso a Santiago Calatrava se le puede criticar que el tipo de puente por el que se le conoce, es solo una variación de otro tipo de puente; sin embargo yo nunca he escuchado a nadie que lo critique por esa razón, o por que sus puentes de arco atirantado se parezcan a todos los que hay por todo el mundo desde hace mucho tiempo; incluso aquí en Monterrey, el Puente del Papa se puede considerar como inspiración de Calatrava para su Puente Lusitania. Y no debería de criticársele. ¿Acaso alguien se queja de que el puente Golden Gate tenga tanto parecido con el puente de Brooklyn? ¿O que cualquier edificio cilíndrico tenga el obvio parecido con la torre de Pisa? He escuchado muchas veces cómo la gente despotrica contra cualquier cosa que se presente como hecho en México si tiene algún parecido con algo que se haya hecho en otro lugar. Pero me sorprende que jamás he escuchado a alguien que se queje de lo mismo en otros países, sin embargo, los casos son incontables:

- el arco del triunfo en Paris; copia de muchos arcos que se pueden encontrar en el foro romano

- el Museo de Liverpool; copia del Museo Nacional de Arte del Siglo XXI de Roma




- la Torre Agbar en España; muy parecida a el Gherkin de Londres


- el centro de Arte Contemporaneo en Ohio; su muy parecido y más antiguo Museo Ulster en Belfast, Irlanda del Norte


- el palacio de la cultura y la ciencia en Varsovia; copia de la torre Big Ben, en Londres






- el capitolio de Washington (y muchos edificios de gobierno de Estados Unidos); basados en el diseño del Partenón en Grecia
 

- el monumento a Washington, el obelisco en Buenos Aires; basados en el diseño egipcio de hace 4500 años

- Jansen Campus en Suiza; muy parecido al Museo de Arte de Denver












- el Monumento a la Independencia en la Ciudad de México; diseño muy parecido (aunque mucho más bonito) al del Angel Dorado en Berlín




Y así nos podemos ir, ciudad por ciudad, país por país, en todos lados, copias o más copias de algo que se hizo antes. Y sin embargo no son plagios. Comúnmente los diseños varían en algo, se diferencian de alguna manera, y siguen siendo bonitos.

Me acabo de enterar este año que la famosísima saga de Star Wars, de la que soy fan desde hace muchos años, no es tan original como yo pensaba. Justo este año por primera vez comencé a leer la novela Dune, de Frank Herbert; desde el inicio comencé a notar las similitudes. Luego me enteré de otra saga de historietas llamada Valerian es otra obra a la que debemos agradecer que Star Wars exista como lo conocemos. Pero aun así, me sigue gustando Star Wars, sigo disfrutando lo que se creo a partir de otras obras. Y lo más importante, nadie está demandando a nadie por derechos de autoría. ¿Por qué creemos que nadie puede crear nada sin basarse en algo que existe? 

Hay diferencias importantes entre el plagio e influencia. J. K. Rowling tuvo muchas influencias de El Señor de los Anillos para escribir Harry Potter. El Rey Leon, inspirado en la caricatura japonesa Kimba el león blanco y Hamlet. Cuántas obras no conoceríamos si fuéramos estrictamente críticos de la copia de ideas. 


Podemos detectar muchísimas similitudes en todo lo que vemos, y normalmente nunca cuestionamos la autoría intelectual. No todo lo original es mejor que lo copiado, y no todo lo copiado resulta en plagio. Podemos reconocer originalidad en obras parecidas; pero querer criticar lo nuestro nos impide apreciar lo que tenemos.  


Las improbabilidades infinitas

Cuando pensamos en las probabilidades de que cada uno de nosotros esté aquí en este momento podemos llegar a calcular uno entre miles de millones. En la escuela (católica) me enseñaron una vez las miles de posibilidades de que yo no existiera si mis padres no se hubieran conocido, si mis abuelos no se hubieran conocido, si mis bisabuelos no se hubieran conocido, si cualquier otro espermatozoide de los miles de millones que pudieron haber fecundado a aquel óvulo hubiera hecho la tarea en vez del que me creo a mí, yo no estaría aquí. Y por lo tanto, si estás aquí debes de agradecer y buscar tu cometido en la Tierra. 

En un vídeo que vi en Facebook, un muchacho calculaba esa pequeñísima probabilidad de que cada uno de nosotros estuviera aquí, supongo que recibió la misma plática que yo. Y determinaba que esa probabilidad es igual a 1 entre 10 a la 2,650,000 potencia; y ese numero es prácticamente 0. Sin embargo, a pesar de que es cierto lo que dicen también es cierto que sólo podemos hacer ese cálculo justamente porque estamos aquí, si no estuviéramos aquí alguien más que hubiera nacido sería quien estaría sorprendido por la pequeñísima probabilidad de que nació. ¿Es para sorprenderse que algo pase cuando eventualmente iba a pasar?

Lo mismo podemos decir de la vida en la tierra: escuché alguna vez el dato curioso de que una pequeñísima variación en la gravedad de este planeta hubiera sido suficiente para que no existiera la vida tal y como la conocemos hoy. Pero es lógico pensar que esto sea así. La vida de este planeta está adaptada a la gravedad que hay en este planeta. Si la gravedad fuera diferente la vida estaría adaptada a esa gravedad. Cuántas especies de animales no se han extinguido porque no se adaptaron a su entorno, ¿eso no lo cuestionamos? ¿Qué pensarían los dinosaurios, cuando el cometa golpeó el planeta, en una situación que acontece una vez cada 100 millones de años? ¿Mala suerte? No es nada milagroso que la vida exista en un planeta donde puede existir la vida. No es nada milagroso que hayamos nacido cuando alguien tenía que nacer; nunca pensamos en la cantidad de personas que no nacieron y que no pueden estar frustradas por ese hecho porque simplemente no existen. Justamente el inverso del número de posibilidades de que yo no hubiera nacido es el número de personas que no nacieron porque yo nací y ¿quién le está preguntando a ellos qué planes tenían si hubieran nacido? Si el sol no estuviera a la distancia exacta donde está seríamos muy diferentes, pero el sol no cambió su distancia por nosotros, sino que nosotros nos adaptamos a la distancia del Sol. Es tan lógico que me parece imposible de reconocer.

Entiendo que nos gusta pensar que somos únicos, queremos ser especiales. Nos gusta pensar que estamos aquí por algo y que tenemos una misión importante en la vida. Por eso también nos gusta pensar en las pocas probabilidades que había de que estuviéramos aquí. Pero ¿sirve de algo esto? ¿sirve de algo engañarnos? Querer encontrar algo nos ayuda a ver figuras en las nubes. Querer buscar algún culpable nos ayuda a sospechar de todos. Seamos objetivos y veamos la realidad, es tan milagroso que cada uno de nosotros esté aquí, como el hecho que personas mejores que nosotros no hayan existido y hayan hecho un mundo mejor. De hecho la misma probabilidad de que nacieras tú o que naciera yo es tan pequeña como la probabilidad de que naciera Hitler y sin embargo nació Hitler y ocasionó la muerte de millones de personas. No pensamos en lo fácil que hubiera sido evitar que Hitler naciera, o cualquiera de las personas que causaron desgracias, para tal caso. Sólo nos enfocamos en el milagro de nuestra vida, la única que podemos constatar que sucedió. 


Darnos más importancia de la que tenemos, a mi parecer, es más perjudicial que benéfico. La historia nos enseña que sentirnos superiores ayuda a que nos importen menos los demás y nos preocupemos menos por nuestro entorno. A mí me gusta pensar que solo tenemos una vida y es irrepetible, pero no eres el único que está vivo, y para que todos podamos vivir mejor hay que tratar de ser la mejor versión de nosotros mismos y aprender de las personas que están y estuvieron en este planeta. Este “milagro” de estar vivos y presentes le sucedió a 2,787,327,622 de personas durante los 8,000 años de historia que podemos recapitular. Conocemos a muchas personas que fueron muy buenas y a muchas personas que fueron muy malas. ¿Qué tipo de personas queremos ser? Eso es lo que personalmente da valor a mi vida.