AMLO Fraude 2006


La estrategia de AMLO para engañar a la gente es mentir por adelantado. Lo hizo en el 2006 y le funcionó muy bien. Ahora lo está haciendo de nuevo. En 2006 salió a decir que de acuerdo a sus datos él había ganado la presidencia de la República por al menos quinientos mil votos (aquí el video de los dichos) , y que como él se había comprometido a aceptar la derrota, aunque fuera por un solo voto, exigía que respetaran su victoria. No habían pasado ni treinta minutos cuando salió a advertir que le querían “escamotear el resultado electoral”. También afirmó que iba a ser respetuoso del IFE y que iba a esperar a que hicieran el recuento, pero que iba a estar pendiente para que se respetara su triunfo. Quién pueda entender esto, que me lo explique. AMLO afirma que ganó según SUS datos. Luego dice que va a esperar a que el IFE dé los resultados, pero espera que le den el triunfo. ¿Cómo? Si los resultados no eran los que él decía tener, ¿tenían que ser fraudulentos?
Ya en campaña lo anunciaba a todas luces; decía que las encuestas que lo ponían justo por debajo de Felipe Calderón estaban amañadas, y que en las encuestas que él tenía llevaba al menos diez puntos de ventaja. Sin embargo, cuando le preguntaban quién había realizado esas encuestas se negaba a contestar. Con esto intentaba engañar a la gente que creía en él. Al decir que otros mentían y asegurar que él era honesto, se protegía de cualquier ataque: si yo no miento, quiere decir que los otros deben de mentir para poder acusarme. Una y otra vez le demostraron que faltaba a la verdad, y una y otra vez contestaba con la misma cantaleta: lo que más valoro yo es mi integridad, por lo tanto no miento y por lo tanto es falsa la acusación que me hacen. Y la gente que lo seguía le creía. Poco a poco se volvió un mesías poseedor de la verdad absoluta.

La causa principal por la que López Obrador logró engañar a tanta gente es por la reputación que tiene la gran mayoría de los políticos quienes se han dedicado a robar descaradamente durante décadas. Cualquiera que sea tan siquiera un poco menos corrupto que el político tradicional se puede jactar de no ser igual que ellos. Al no robar dinero directamente como lo hacen todos y, más aun, utilizarlo para mejorar la situación en que se encuentra una población, es lógico que mucha gente comience a confiar en él y a tenerlo en alta estima. Sin embargo, esto resultó en que las personas empezaran a verlo como una persona incorruptible, lo que muy pronto comenzó a comprobarse que no era así. 
Andrés Manuel, al sentirse moralmente superior a todos los demás, empezó a descalificar a quienes lo contradecían. Empezó a agrupar a las personas como “a favor” y “en contra” suyo. Quienes estaban con él eran quienes querían eliminar la corrupción, quienes estaban en contra debían estar a favor de la corrupción; y como mucha gente le creía (y le cree todavía) que este señor solo busca el bien para México, no cabía en sus cabezas que pudiera tener intenciones ocultas. Tal vez López Obrador no robe dinero, sin embargo eso no significa que no sea corrupto. Al descalificar a las instituciones cuando estas no le daban la razón, se veía a sí mismo como un revolucionario, pero no dudaba en estirar la mano para recibir recursos de esas mismas instituciones a quienes criticaba. Al no tener el respaldo del partido que lo postuló en dos ocasiones por la presidencia, salió de este para formar su propio partido, donde él tuviera el control absoluto, y poder obtener recursos de los impuestos que pagamos todos, igual que los partidos que él tanto criticaba. Aprovechar tu popularidad para engañar a la gente y salirte con la tuya también es corrupción. 
Cabe mencionar que los mayores culpables de que AMLO tenga tanta popularidad son justamente los otros partidos políticos, sobre todo el PRI y el PAN, quienes ganado la presidencia nunca combatieron la corrupción del estado ni de sus partidos. No hay excusa que puedan poner para justificar sus pésimas administraciones. Si bien el PAN fue considerablemente menos corrupto que el PRI, le sucede lo mismo que con AMLO, ser menos corrupto no significa ser buen gobernante, solo menos malo. Y a pesar de demostrar una y otra vez que los mismos problemas de corrupción que tienen el PRI y el PAN los tienen también los partidos que han representado a Andrés Manuel (PRD, PT, MORENA), la gente solo quiere saber que López Obrador está en contra del PRI y del PAN; para ellos eso es suficiente. 
Cuando en 2006 López Obrador perdió las elecciones no tuvo más que salir a decir que le robaron para que sus seguidores gritaran sin si quiera pedir argumentos que lo corroboraran. Todo lo que tenían que saber es que alguna vez hubo fraudes, eso es suficiente para creer en que esta vez también lo hubo. Cuando desmentían las pruebas que López Obrador había mostrado para demostrar el fraude, él decía que estaban corrompidos por la mafia del poder. Cuando acusó a una chica de su propio partido de traidora, esta salió a defenderse y a reclamarle la difamación, y tuvo que retractarse diciendo que ella no era la corrupta solo que había mucha corrupción; y nadie cuestionó el hecho. Acusaba sin fundamento porque sabía que eso es lo que importaba, la gente no iba a saber que mintió. Tenía a sus seguidores comiendo de la palma de su mano; todo lo que él decía, aunque contradijera lo que había dicho antes, era una verdad indiscutible. Lo peor de todo el episodio post electoral del 2006 es que a pesar de que AMLO gritó y juró que habían hecho fraude en su contra, nunca presentó una denuncia formal. Claro, para presentarla tenía que tener pruebas, y las únicas pruebas que había eran de inconsistencias, no de fraude. Impugnó actas, lo cual no es lo mismo que denunciar, y cuando se revisaron “no fueron determinantes para anular la elección”. Este tema es también importante: oficialmente, López Obrador no pedía que se le diera por ganador, y no afirmó que habían sido fraudulentas, lo que pedía era que se anulara la elección y se llevaran a cabo nuevas elecciones. Esto es algo que mucha gente no sabe, AMLO no aportó pruebas del supuesto fraude, solo señaló inconsistencias que a su parecer eran motivo suficiente para desechar la elección. 

Ahora López Obrador utiliza los mismos métodos de propaganda que los peores países autoritarios; jamás aceptar la culpa, jamás aceptar errores, descalificar a quién los acuse o los cuestione llamándolos traidores, y alabar a quienes los apoyen, aunque esté demostrado que son delincuentes. La gente en su hartazgo por la situación actual está dispuesta a aceptar lo que sea sin cuestionar ni un ápice, y Andrés Manuel sabe esto. Aunque el gobierno haga algo bueno en favor de la sociedad, Andrés Manuel solo tiene que criticarlo para que la gente que le cree esté en contra del gobierno. Aunque haga pactos con políticos corruptos, solo basta con que los acepte en su partido para que la gente se convenza de que ya no son corruptos (si AMLO los acepta es prueba suficiente de su reformación). Y es esto lo más peligroso que veo en estas elecciones. Estamos en un momento en que los seguidores de López Obrador ni siquiera escuchan razones, no quieren saber que AMLO pueda ser una mala opción, solo quieren que sea presidente, para ver a “los malos” caer. No se dan cuenta que para que esos “malos” caigan, primero se va a caer en pedazos el país, y los menos beneficiados serán ellos. Quienes lo apoyan no quieren cuestionar a Andrés Manuel. La gente quiere creer que cuando él gane las elecciones México va a ser mejor; la corrupción se va a acabar; los delincuentes dejarán de delinquir; los políticos van a trabajar desinteresadamente por el pueblo. Y cuando esto no suceda, Andrés Manuel solo tiene que culpar a alguien para justificar el fracaso. Cuando la pobreza no termine, solo tiene que apuntar a Estados Unidos y a la clase alta de la sociedad mexicana para que la gente tenga un nuevo enemigo a quién responsabilizar de su situación y tengan una razón para apoyar las ideas más disparatadas del autoritario líder. No importa que los hijos de Andrés Manuel vivan en opulencia, la gente no lo cree: AMLO no lo permitiría. No importa que su familia tenga un salario que pagamos todos los mexicanos y no sepamos lo que hacen, Andrés Manuel sí sabe y él dice que está bien. No están dispuestos a reclamarle absolutamente nada, y por eso AMLO va a poder hacer todo lo que quiera. 

Al igual que en la Unión Soviética, la verdad absoluta va a ser propiedad del líder. Aunque todas las pruebas y el sentido común apunten hacia otro lado, cuestionar al mandatario es sinónimo de traición, y nadie quiere ser traidor al pueblo; nadie quiere cuestionar al que habla por nosotros; y si alguien lo cuestiona, dirán que se vendió a los represores del pueblo, a los oligarcas, al imperio. Esto no es una predicción del futuro, es un hecho hoy en día. Ninguno de sus simpatizantes cuestiona las incoherencias de Andrés Manuel. Son fieles seguidores, ciegos creyentes. Ese es el verdadero peligro para México.

El aire de mañana

Hoy quise abrazar el aire, pero se escapó de mis brazos. Pasaba entre mis dedos. Se escurría por mi cuerpo. Traté de encerrarlo en mi pecho, pero me quedaba exhausto, y se volvía a escapar.

Logré encerrarlo en esferas de jabón, que reflejaban mi cara, y mis ojos, y luego estallaban. Y otra vez escapaba. Y pasaba el tiempo; yo tenía miedo del día de mañana. 

Lo vi rozar las plantas, las ramas, las flores, y quise resguardarlo para que no se perdiera, y se quedara aquí. Las plantas, las ramas, las flores no iban a durar siempre, y el aire no iba a estar aquí el día de mañana.

Corrí y el aire se volvió viento y me golpeaba la cara, y me decía “detente, no hay prisa". Pero sí la había porque mañana ya no estaría ahí. 

Entonces me detuve, y respiré. El viento se calmó y música empezó a sonar. Me di cuenta que era el aire dándome vida y alegría. No podía detenerlo, pero podía disfrutarlo, el tiempo que estuviera ahí. 

Gocé la melodía, refresqué mi cara, percibí el jazmín. Vi el jardín bailar y las aves volar. Y una vez más traté de sujetar al aire para que se quedara conmigo. Y huía de mí, y me volteaba a ver, quizá con lástima de mí, de mi soledad al siguiente día. 

El tiempo pasaba, la noche cada vez más cerca. Luna, no despiertes. Nubes, no se vayan. Sombras, no se alarguen. Sol no te apagues, que mañana se va una flor, y el aire con su perfume.  

Ocaso. Estrellas y oscuridad. Y el aire se había ido. Ya no volvería. Al amanecer no estaría aquí, y otro aire tomaría su lugar para que yo extrañara al que se marchó. Yo, solo. 

Pero ese aire fue bueno, y estuvo aquí. Y lo disfruté, todo el día, y más. Y se diluyó en la montaña, quién sabe dónde. Lejos.

Me quedé triste, y melancólico. Viendo a la distancia, cuando caí en cuenta del tiempo; corto. Mañana yo también me iré, como brisa que pasa, sin que nadie sepa el destino, ni cuándo regresa o si regresará. Y estaré con el aire, siempre, mañana, tocando el cielo, creando olas de mar, escapando de la espuma. 


Ayer ya se fue. Pero el sol brilla hoy. Yo estoy aquí hoy. Recuerdo el aire hoy. Vendrá otro mañana, pero eso no me quita que respire hoy.