Si yo sí, ¿por qué tu no?

Un familiar mio leía una nota que había dejado la sirvienta que trabajaba en la casa, y se burlaba de cada error ortográfico que encontraba, que no eran pocos. Su papá, harto de la burla hacia la empleada doméstica, la defendió diciendo: acuérdate que ella no tuvo la misma educación que tú tuviste. La burla terminó en ese instante.

"Nunca juzgues a otra persona hasta que no hayas caminado un kilómetro en sus zapatos" dice una famosa frase, y razón no le falta. Tendemos a pensar que somos el estándar, la norma. Cuántas veces he escuchado a alguien decir 'si yo puedo ¿por qué los demás no pueden?'. Pero esa misma persona después se sorprende '¿cómo hizo eso? seguramente hizo trampa o sabe algún truco'. Parece norma generalizada, si yo no puedo hacer algo, nadie más puede sin ayuda. Sobre todo cuando se critica a personas de otro nivel social o económico. Los pobres son pobres porque no trabajan, los ricos son ricos porque nacieron con más oportunidades o con la vida arreglada. No dudo que en muchos casos sea cierto eso que dicen, pero no se puede asegurar lo que no se conoce. No se puede y no se debe meter a todos en un mismo universo. Para poder ponernos como punto de comparación se deben de tomar en cuenta todos los eventos que nos llevaron a donde estamos y no solo la anécdota del hecho puntual con el que nos comparamos. Debemos de ponernos en igualdad de circunstancias para poder criticar a alguien. Por ejemplo, si voy a criticar a alguien por el empleo que tiene, primero debo de preguntarme ¿qué nivel educativo tiene? ¿qué oportunidades tuvo de desarrollarse? ¿tiene o no capacidad para superarse? o incluso ¿tiene los méritos necesarios para merecer ese empleo? Muchas veces se nos olvida que las comparaciones deben ser en igualdad de circunstancias.

Esto mismo sucede con los niños. Como modelos a seguir las comparaciones son buenas; pero no como exigencias estandarizadas. Los papás usan mucho los ejemplos de personas exitosas para exigir resultados a sus hijos. Pero se les olvida que muchas veces en vez de ser una motivación, puede llegar a crear un complejo. Pensar que el aprendizaje o el éxito se puede medir únicamente con evaluaciones medibles e iguales para todos es un error que nos lleva a fallar a la hora de identificar aptitudes. Es por eso que se critica mucho el modelo de educación y enseñanza en estos días. No puedes pedirle a un niño que su vocación es ser artista lo mismo que a otro cuya vocación es ser ingeniero. Creo que fue Einstein quien dijo "todos somos genios. Pero si vas a juzgar a un pez por su habilidad de trepar un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es inútil". 

Pero también es un error llevar esta idea al extremo: si creemos que debemos justificar todas las acciones por que no conocemos las circunstancias por las que han atravesado, hasta los más graves crímenes quedarían justificados. El criterio que se usa para determinar exigencias es muy importante. No hay que pedir más de lo que alguien puede dar, ni ser condescendientes con quien tiene capacidad de ser mejor. Ser justos, es lo que se requiere. 

Pensando en esto, recordé un chiste que leí hace mucho tiempo:

El padre le dice al hijo: Abraham Lincoln a tu edad caminaba 20 kilómetros todos los días para ir a la escuela.

El hijo le contesta: ¿En serio?, pues a tu edad ya era presidente. 
(turn down for what?)




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