Instituciones, no personalidades


En 1911 Porfirio Díaz renunció a su cargo como presidente de México después de casi tres décadas de gobernar este país. Cuando fue derrocado de la silla presidencial la paz que se había mantenido durante tantos años se esfumó de repente. En mayo de ese año el presidente partió hacia el exilio en Europa y en octubre Francisco I. Madero gana la presidencia. Pero lo asesinaron 16 meses después. Tuvieron que pasar años para que otro presidente pudiera terminar su mandato; décadas para que la violencia cesara y hubiera orden. 

La razón por la que sucedió esto fue porque la estabilidad del país dependía de un solo hombre. Lo que Porfirio Díaz logró no se soportaba en la sociedad ni en las leyes, era él quien soportaba al país. Si se enfermaba el presidente, temblaba la economía porque los inversionistas confiaban únicamente en la palabra del presidente, en nadie más. Ese fue su gran error y por lo que la historia lo condenó. Cuando su lugar quedó vacante, las disputas por el poder acabaron con el progreso que se había logrado hasta entonces. La falta de madurez de la política mexicana, acostumbrada a obedecer al líder, se quedó acéfala. Al no tener una mano dura que castigara al que se portaba mal, salió a la superficie la “novatez” de los ciudadanos y se mataron entre todos. México vivió años de anarquía que después llamarían “revolución” para evitar llamarle fratricidio y para tener un culpable a quien señalar. En realidad Porfirio Díaz fue derrocado en unos cuantos meses, la guerra que se desató después nada tuvo que ver con ninguna revolución. 

En contra parte, los Estados Unidos entendieron desde su autocreación que no podían confiar en personas individuales para desarrollarse como nación, sino que necesitaban instituciones independientes para que no hubiera una sola cabeza que pudiera derrumbar todo. Si uno de los poderes fallaba, los otros podían intervenir y garantizar estabilidad. Ese es el gran éxito de los Estados Unidos, entender que entre más plural sea la decisión que se tome hay menos posibilidades de que se llegue a una mala decisión. 

En México nunca sucedió eso. Desde que llegaron los españoles a conquistar los pueblos originarios de la región, cada uno jalaba para su propio lado. Parece que mucha gente no sabe o no recuerda que fue gracias a la ayuda de los tlaxcaltecas que Hernán Cortés pudo conquistar Tenochtitlán. Tampoco se menciona con la frecuencia necesaria que Miguel Hidalgo fue fusilado menos de un año después de su levantamiento, y que la guerra de independencia duró 10 años sin progreso, y que no fue hasta que se unieron dos ejércitos enemigos que se logró independizar y crear al nuevo país. Aunque inmediatamente comenzaron a pelear para imponer una manera de hacer las cosas y tuvieron que pasar décadas de guerras, inestabilidad, invasiones extranjeras, pérdida del territorio y decenas de presidentes hasta que se logró la paz (con Porfirio Díaz).

Culto a la personalidad de Stalin en la Unión Soviética
Nuestra historia nos demuestra que existen personajes que pueden lograr cambios importantes, pero que al final ningún individuo es más fuerte que las organizaciones. Y que las instituciones garantizan que los gobernantes no sean indispensables. Si alguien muere, o delinque, o simplemente renuncia, será suplantado por alguien más. Las personas son corruptibles. Si una sola persona tiene todo el poder, y esta falla, no hay más que hacer. Las instituciones también son corruptibles, pero sus integrantes pueden ser separados del cargo, pueden ser juzgados, pueden reemplazarse. Confiar en que una sola persona lleve a cabo un cambio es muy peligroso. No digo que no se deba de admirar a las personalidades, de hecho me parece importante exaltar los triunfos de líderes connacionales. Pero eso es muy diferente a tener un culto a la personalidad, a idealizar a una persona y crear mitos en un servidor que debe de dar cuentas claras por su desempeño. 

Se debe más bien apostar por las instituciones; robustecerlas, mejorarlas, vigilarlas y cuidarlas. Sin estas, la estabilidad de un país es tan frágil como la salud de un anciano.

Esta imagen fue compartida en Twitter por la Secretaria de 
Relaciones Exteriores. Viola la constitución ya que en el 
articulo 134 se prohíbe la propaganda personalizada a favor 
de cualquier servidor público.


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