Del Castillo, a Los Pinos, al Palacio

Andrés Manuel Lopez Obrador está obsesionado con equipararse a Benito Juárez. Lo idolatra, lo pone como ejemplo para todo y lo menciona a cada oportunidad. Quiere que la gente lo identifique con él, de nuevo confiando en la ignorancia del pueblo, ya que como todos los personajes de la historia, Benito Juárez tiene sus claroscuros y para nada se puede defender como un ejemplo de presidente (de hecho fue Porfirio Díaz quién lo enalteció para poder tener un héroe a quién venerar, por necesidad de una identidad nacional). El otro presidente que escogió para definir el nivel de líder al que aspira fue a Lázaro Cárdenas. Por tanto sus dos referencias de un buen presidente son Juárez y Cárdenas.

Por eso, desde antes de la campaña presidencial, ya anunciaba que de llegar a la presidencia dejaría de utilizar Los Pinos como residencia oficial, y se cambiaría a vivir en Palacio Nacional. Esto tenía dos objetivos: el primero, imitar a Benito Juárez quien vivió en Palacio Nacional durante su presidencia, y el segundo, imitar a Lázaro Cárdenas quien cambió la residencia oficial del presidente del Castillo de Chapultepec por una residencia menos ostentosa

Castillo de Chapultepec
Desde que anunció que dejaría Los Pinos dijo que lo convertiría en un espacio para la cultura y para que todos los mexicanos pudieran visitar la casa; justo como dijo Lázaro Cárdenas cuando anunció que no viviría en el Castillo de Chapultepec y lo convertiría en un museo para que la gente pudiera visitarlo. El problema es que Lázaro Cárdenas cambió el fastuoso Castillo de Chapultepec, justamente por Los Pinos. Por lo tanto, pareciera que López critica a su ídolo Cárdenas por vivir en una lujosa residencia. Pero lo más importante es que López Obrador cambia una residencia tradicional ¡por el Palacio Nacional! Y falta todavía saber cuánto van a costar las adecuaciones para que la familia presidencial viva ahí. 

Los Pinos
El otro tema del que López no hace comentario es que si bien Benito Juarez vivió en Palacio Nacional, también lo hicieron los presidentes anteriores, incluido López de Santa Anna, a quien López Obrador aborrece. Por lo tanto, ¿no hubiera sido más fácil ahorrarse tiempo, dinero y esfuerzo y continuar con Los Pinos como residencia oficial? Sabemos que López toma decisiones más por cómo se ven al ojo popular que por eficiencia o practicidad, pero creo que en este caso se le pasó la mano. 


Si bien yo hubiera preferido que se quedara en su casa particular, como dijo en algún momento que haría, entiendo lo incómodo que es para el presidente de la república tener que trasladarse todos los días de su casa a su oficina, pero justamente esa era la ventaja de residir en Los Pinos. Y ahora que se da cuenta que no es nada conveniente, pues tiene que arreglar un problema que antes no existía. Y claro, aguantar las criticas de parte de quienes nos damos cuenta de sus pifias. 


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