Después es Nunca

Lo descifré el otro día. En el trabajo. Tenía que organizar contratos de nuestros clientes para lo que necesitaba ayuda de una compañera. Me ayudó con uno, después se dio cuenta que no quería seguir haciendo eso y prefería hacer otra cosa, y me dijo ‘que tal si nos enfocamos en esta otra actividad que es más urgente, esto como quiera lo podemos hacer después’. Y nunca lo hicimos. Por lo menos no juntos, tuve que hacerlo yo por mi cuenta lo que me tomó el triple de tiempo. 

Es más, cuando estaba chiquito le pedía a mi mamá que me comprara juguetes cuando me llevaba al supermercado, y siempre me decía que no. A mí no me gustaba escuchar que no me iba a comprar lo que quería por lo que empecé a preguntarle si me lo podía comprar después, a lo que mi mamá siempre decía que sí. Yo me iba contento porque mi mamá había accedido a comprarme un juguete, aunque siempre me iba sin juguete. 

Claro que la palabra después se puede utilizar de la manera correcta, pero en estos casos donde lo único que se busca es dejar de hacer algo o, de plano, no empezar a hacerlo, después significa ‘no va a suceder’. Otro ejemplo sucedió un día que estábamos varios amigos juntos y decidimos ir al departamento de uno de ellos a nadar. Yo quería hacer una rutina de ejercicio que debía de realizar diariamente, y me di cuenta de que si no hacia la rutina antes de ir a nadar, no la iba a hacer ese día. Cuando dije que los alcanzaba en una hora y media, una amiga trató de persuadirme para que me fuera con todos en ese instante: ‘vente con nosotros, haz ejercicio después’. Después era nunca, por lo menos en ese día. No hagas ejercicio hoy. 

La manera de identificar cuando algo no va a suceder, pero te tratan de convencer de que sí sucederá prometiendo que sucederá después es cuando no ponen una fecha o un horario especifico. Si mi compañera me hubiera dicho ‘esto lo podemos hacer hoy a las 4pm, cuando acabe mis pendientes’ o ‘esto lo podemos hacer el martes, porque ese día es más tranquilo’ yo no hubiera desechado la oferta, hubiera trabajado en otros asuntos míos y hubiera programado la actividad para ‘después’, pero un después muy especifico. Este es el después de los políticos, no hacemos nada ahora porque no son tiempos políticos, esto lo podemos resolver después. Y 100 años después no han resuelto nada.

Pensar que tenemos tiempo en el futuro nos da la ilusión de que algún día sucederá lo que se nos ocurra. Es solo cuando el tiempo pasa y nada ocurre que nos damos cuenta que no importa cuanto tiempo tengamos, si no nos dedicamos a realizar algo esto no va a suceder. Engañarnos con la frase ‘esto lo puedo hacer después’ no solo nos hace improductivos, sino que nos encierra en un circulo vicioso en el que todo lo que queremos sucede en el futuro, y al final nada pasa. 

Por eso, ahora me doy cuenta, eso de hacer las cosas después solo nos crea la ilusión de que somos provechosos, o de que nuestros planes se están llevando a cabo. Nos hacer creer que logramos objetivos pero nunca tenemos los beneficios verdaderos alcanzarlos. Si yo hubiera escuchado a mi amiga y hubiera dejado el ejercicio para después, hubiera disfrutado mucho el tiempo en la piscina con ellos, pero hubiera perdido mi rutina, y la próxima vez que hubiera tenido la misma disyuntiva lo más probable es que hubiera escogido dejar el ejercicio para otra ocasión, al cabo ya no hubiera sido la primera vez. 


Si no hay compromiso, las cosas no suceden. No hay después.  



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