Las elecciones este año arrancaron antes de lo que yo quisiera. Arrancaron el año pasado. Tres candidatos ÚNICOS se registraron como “pre-candidatos” para poder utilizar el tiempo de “pre-campaña” en el que se supone que deben de convencer a los militantes de su partido para que voten por ellos como candidatos a la presidencia. Los descarados y corruptos políticos encontraron una manera legal de alargar las campañas y gastar más dinero del que se necesita, como si no fuera suficiente lo que ya despilfarran cada 3 años. Y entonces llegamos así al inicio de las campañas presidenciales con tres candidatos representando a los partidos políticos y tres más con la falsa bandera de independientes.
De los tres candidatos representando a los odiados partidos políticos uno de ellos lleva haciendo campaña desde el 2005, o desde el 2000 si se quiere ver así. Andrés Manuel Lopez Obrador está contendiendo por tercera vez por la presidencia de la república, ahora con un nuevo partido, el suyo. No ganó en 2006 con el PRD, no ganó en 2012 con el PRD, y cuando se cansó por no poder controlar a los militantes de ese partido, fundó el suyo. ¿Alguien tenía alguna duda de quién iba a ser el candidato presidencial por ese partido cuando obtuvo su registro en 2014? Claro que no, iba a ser él y nadie más que él.
En 2006 era el favorito para ganar la presidencia durante casi toda la campaña. Fue en los últimos meses que Felipe Calderón le arrancó la presidencia. Con una campaña de desprestigio en contra de Andrés Manuel y vendiendo el miedo de elegir a un dictador en potencia, las elecciones fueron las más cerradas de la historia de nuestro país. Estoy 100% seguro de que si Andrés Manuel hubiera sido un poco, solo un poco, más moderado, hubiera ganado la presidencia ese año. Pero ¿qué hizo? Despreció a los empresarios, a los medios de comunicación (¿les recuerda a alguien?) descalificó al organismo electoral y cada vez que alguien lo criticaba descalificaba a esa persona también.
Cuando perdió las elecciones, en vez de moderar su forma de hablar y esperar 6 años, incitó a sus seguidores a organizar un plantón en la avenida Reforma de la Ciudad de México durante tres meses que afectó a miles de personas. Después se autoproclamó presidente de la república y mandó al diablo a las instituciones. Cuando se dio cuenta de que eso no funcionaba lo dejó por la paz (sinceramente no recuerdo qué hizo como “presidente legítimo”, creo que se fue a pasear por todo el país). Y después, contendió de nuevo por la presidencia en 2012.
Ese año, 2012, no iba como favorito. El favorito era Enrique Peña Nieto, a quien Televisa le venía haciendo una campaña de imagen; el entonces gobernador del Estado de México tenía el completo apoyo de la televisora más importante del país. Peña Nieto, con números positivos inalcanzables por cualquier otro personaje político que quisiera contender contra él, comenzó la campaña en primer lugar con alrededor de 20 puntos de ventaja contra su siguiente competidor. No terminarían así las preferencias.
En esas elecciones solo el PAN realizó una elección interna para definir a su candidato, por lo que en diciembre de 2011 y hasta febrero de 2012 solo escuchamos spots del PAN en la radio y televisión. Andrés Manuel y Enrique Peña no podían hacer campaña; y por eso se entiende que esta vez los tres se hayan proclamado precandidatos, en vez de candidatos, y hayan hecho la faramalla de la precampaña, cuando claramente no tenían adversario contra quién competir.
Josefina Vazquez Mota fue la candidata ganadora del PAN en 2012, y no fue su mejor carta; aunque sí era la única, me queda claro. Sus dos contrincantes no tenían nada qué hacer contra el desgastado gobierno de Felipe Calderón. Era Josefina o nadie. Ella empezó la campaña electoral en segundo lugar, pero su forma de hablar y la poca presencia que mostró pronto le cobró factura y empezó a perder simpatía rápidamente. El PAN la dejó prácticamente sola, de tal modo que fue la única que no rebasó los topes de campaña (aparte de Quadri, claro, quién acabo con 3% de los votos). No solo no los rebasó sino que se quedó corta por 100 millones de pesos. Quedó en tercer lugar. Andrés Manuel en segundo. Enrique Peña Nieto ganó las elecciones con 38.2% de la votación electoral, solo 6 puntos arriba del segundo. Pero esta vez Andrés Manuel por lo menos no exigió el recuento de votos como lo hizo seis años atrás ni hizo un plantón en Reforma (que porque la gente no quería).
Un año antes de las elecciones Andrés Manuel había fundado una asociación civil llamada Movimiento Regeneración Nacional, formando el acrónimo MORENA. Esta asociación ganaría su registro en 2014 como partido político (uno más). Y así, Andrés Manuel Lopez Obrador, que había mandado al diablo a las instituciones 8 años antes, ahora estiraba la mano y exigía que le dieran recursos para hacer campañas electorales. El partido tuvo mucho éxito sus primeros años, creció en varios estados del centro del país y arrastró a los políticos de siempre a sus filas. Todo estaba listo para competir en el 2018.
Ahora sí, Andrés Manuel llega en primer lugar (otra vez) con el 33% de la preferencia de electores según la mayoría de las encuestas. El PRI en un intento desesperado por recuperar algo de credibilidad con la población después de 6 años de saqueos y corrupción, nombra como su candidato a Jose Antonio Meade quien no está afiliado a ese partido. Creen y tienen la esperanza que al romper su tradición de escoger uno de los suyos tendrán la oportunidad de distanciarse de todos los militantes con cargos políticos que no hacen otra cosa que robar. Terminando las precampañas, Meade está en tercer lugar. A pesar de todos sus esfuerzos, el PRI no puede limpiar su imagen, y parecen sorprendidos, no están acostumbrados a eso.
El PAN, desde hace dos años, libra una guerra civil que lo deja cada vez peor parado como partido. Sin embargo su candidato no es una mala carta. Ricardo Anaya logró nombrarse candidato a pesar de tener en contra a un personaje muy poderoso, la esposa del ex presidente Felipe Calderón. Margarita Zavala desde el 2015 anunció que iba a contender en las elecciones de 2018. Sin preguntarle a nadie lanzó su campaña por la candidatura y armó su ejercito para imponerse como candidata. Cuando no lo logró, se lanzó como independiente (cositas). El PAN se quedó resquebrajado y muchos militantes empezaron a saltar. La más mencionada, Gabriela Cuevas, quien después de más de 20 años de pertenecer a ese partido, renuncia y se integra ¡a MORENA! Al lado del candidato que llamó un fraude a las elecciones que dieron vencedor a su partido en 2006. Más panistas se unirían a Andrés Manuel. También priistas. También perredistas. Así son los políticos en este país: no trabajan para nadie más que para ellos mismos. Cuando huelen que algo se cocina tiran todo y se acercan con su plato en la mano.
Entonces llegamos a las campañas del 2018 con un claro puntero y dos segundos lugares; uno mejor posicionado que el otro. Y la pregunta es ¿por quién voy a votar…?
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