‘Gravedad’ desde mi microscopio, Parte 2:

Si te golpea, por lo menos que no te arrastre

Llega la pedacería de los satélites destruidos, y golpean el Explorer. Como las adversidades que nos llegan a agobiar en nuestra vida diaria. ¿A quién no le pasa? Te rompen el vidrio de tu coche, tiras el café en tu sillón, se te pierde la cartera, la compañía de teléfonos te cobra por servicios que no pediste, comes algo que te hace mal. ¿Qué hay situaciones más trágicas? Seguro. Quedarse sin empleo, ser víctima de una estafa, contraer alguna enfermedad seria, o la perdida de algún familiar o amigo. Los escombros de satélite llegan de muchas formas, siempre a romper con la armonía de nuestra vida. Pero el problema, muchas veces, no son las adversidades mismas, sino enviciarnos con ellas.

En la película, cuando el accidente sucede y la pedacería de los satélites destruidos golpea la nave, Ryan Stone está todavía unida al brazo del Explorer. Ryan empieza a gritar y en eso el brazo queda desprendido del Explorer cuando otro pedazo de escombro choca contra este. Ryan sale girando unida al brazo mecánico sin rumbo ni control. Matt le dice a Ryan que se suelte del brazo mecánico, que la está llevando muy lejos y que casi no la puede ver. Así que en esa situación, es el brazo mecánico lo que le está causando un problema a Ryan, sin embargo cuando Matt le dice que se suelte, lo primero que ella dice es ‘no’. Ryan sabe que el brazo mecánico es lo único que la mantiene (o más bien, mantenía) unida a su ‘salvavidas’, pero aun cuando el brazo está divagando en el espacio, ella se rehúsa a separarse de él porque le da más miedo estar sola, y éste la está arrastrando lejos de donde ella quiere estar. 

Pueden ser problemas los que nos tengan despiertos durante la noche. O tal vez sólo la presión del trabajo, las relaciones personales o el estrés cotidiano, pero lo que empeora estas situaciones es pensar que es normal que sucedan. El empleado que se queda trabajando mucho tiempo después de su hora de salida, pensando que es normal y que para superarse es indispensable sacrificar el tiempo dedicado a su propia persona, se queda atrapado en su rutina, porque esa es su plataforma; es su suelo, y no quiere despegarse de ahí. O peor aún, la gente que se queda en su zona de confort por miedo a no tener la estabilidad segura, por estrecha que sea. El miedo a arriesgarse nos puede dejar anclados e inmóviles, pero es peor cuando eso a lo que nos anclamos nos hunde sin que nos demos cuenta. Darle a los problemas más importancia de la que tienen en verdad nos aleja de nuestros objetivos, y no dejarlos ir por miedo a lo desconocido, es el peor error que podemos cometer. La pareja que se la pasa peleando, porque para ellos es normal, se vuelve una relación dañina para las personas involucradas, y sin embargo muchas de esas parejas duran años juntas porque prefieren algo que les hace daño a estar solos. Darle la categoría de ‘normal’ a algo que no lo es, es justamente como el  brazo del Explorer que gira sin control y nos tiene atados a él. Aprender a soltarnos es el primer paso para cambiar lo que no nos gusta.

Hay otra ocasión donde se ve cómo un poco de inestabilidad, aunque sea necesaria, puede crear pánico en la persona. Cuando Matt encuentra a Ryan después de que esta sale disparada, él la engancha a su traje para no separase en la trayectoria, pero le pide que se aleje un poco para que no interfiera con los propulsores de su traje; Ryan repite más de diez veces ‘no’. No quiere estar ni siquiera un poco fuera de control, aunque sea necesario. Lo inestable asusta. Pero en este caso, la supervivencia de Ryan requiere ese pequeño lapso de inestabilidad. Recuerdo haber escuchado a un médico hablar sobre la quimioterapia y el cáncer. Decía que el cáncer mata a las personas, y la quimioterapia las debilita. A final de cuentas la enfermedad se combatía con otra enfermedad: era necesario resistir el ataque de la quimioterapia, que es temporal cabe mencionar, para acabar con el cáncer, que mata al organismo irremediablemente. Es lo mismo que pasa en la película: Ryan Stone tiene miedo del remedio de sus problemas, porque le causan una molestia inmediata, y se olvida que sin esa molestia nunca podrá seguir adelante.

 En otra parte de la película, Ryan Stone se encuentra en una cápsula que usará para llegar a la estación China, sin embargo cuando trata de arrancar los propulsores estos no responden porque no hay combustible. Al verse sola y sin nada que hacer, decide suicidarse. La desesperación le gana. Uno de los dilemas más grandes  de entender es el suicidio. No podemos entender las razones que orillan a una persona a intentar algo así. Se necesita estar en la situación de desesperación para lograr poner en contexto esa decisión. Pero recuerdo mucho un curso, en la universidad, donde un profesor nos dijo que era muy importante tener siempre una razón para vivir. Que había que tener muchos valores, para que en caso de que llegáramos a perder alguno, siempre hubiera otro del que nos pudiéramos detener. Ya fuera la familia, los amigos, el trabajo, la religión, o cualquier cosa por la que valiera la pena vivir, siempre era importante no darle todo el peso a uno solo de los valores, por riesgo a que algún día lo perdiéramos. Siempre es importante tener algo de qué sostenernos, incluso si somos nosotros mismos la única razón de vivir. Si llegamos a perder la fe, si llegamos a perder a nuestra esposa, o algún hijo, siempre es necesario poder voltear a ver algo que nos de fuerza para superar ese mal trago. Y en ese mismo sentido, siempre hay que estar preparados para dejar ir esas plataformas en las que nos sostenemos cuando estas nos alejan de nuestros objetivos.


Cuando los bebés nacen, necesitan cortar su cordón umbilical para poder vivir. Separarnos de nuestros papás cuando somos pequeños es muy difícil, pero necesario. Muchos cambios en nuestras vidas pueden ser difíciles o dolorosos, sin embargo es así como crecemos. No podemos evitar que las adversidades nos golpeen, pero sí podemos evitar que nos arrastren. 

4 comentarios:

José Delgado dijo...

Muy bien, Chema, me gustó mucho.

Javier Palencia dijo...

Excelente reflexión carnal, justo ayer estaba platicando un poco sobre esto que nos impide llegar a algo más allá de lo que tenemos acostumbrados o de nuestra zona de confort, como el tratar de ser como los demás nos puede llevar a ser menos, pero que al final somos nosotros los que vamos a decidir que tanto queremos llegar a ser y como queremos llegar a serlo.
Saludos! un abrazo!!!

José María Hdz dijo...

Muchas gracias Pepe. Saludos.

José María Hdz dijo...

Exactamente Palencia. Se puede aplicar a muchas situaciones y hay muchos ejemplos. Esta entrada estaba más larga pero la acorté para no aburrir con más y más ejemplos, pero hay para analizar mil cosas al respecto.
Muchos saludos, qué bueno que te gustó.