Cuando me gradué de la carrera, en el
2006, me fui de viaje 25 días a Sudamérica. Me fui con un amigo brasileño
que conocí en Italia, se llama Rapha. Decidimos que íbamos a ir a
Argentina, y luego a Chile (en Viña del Mar nos íbamos a
ver con unos amigos chilenos) y luego yo me iba a ir a Brasil
con él de regreso; así mi viaje iba a ser un poco más largo que el de él.
Viajé el 25 de diciembre a Buenos Aires.
Yo llegaba a la una de la tarde y Rapha llegaba hasta las diez de la noche.
Tenía nueve horas para matar el tiempo. Entonces lo primero que hice fue buscar
un hostal donde quedarnos porque no teníamos reservación en ningún lugar.
Llegué a uno que me recomendaron en el aeropuerto y pedí dos lugares.
Justamente había una litera libre en un cuarto donde solo había dos literas. La
recepcionista me recomendó tomar ese cuarto ya que los otros eran dormitorios
con decenas de literas; el cuarto era más privado,
porque máximo íbamos a tener a dos viajeros más durmiendo con
nosotros. Acepté y pagué el anticipo de Raphael para no perder el
lugar.
Cuando llegué al cuarto había alguien ahí.
Estaba alguien dormido en una de las literas. Como las otras tres camas estaban
libres puse parte de mis cosas en las dos camas de la litera desocupada para
que esa fuera para Rapha y para mí; la cuarta cama estaba libre. Me pareció
raro que estuviera dormido el otro muchacho (ya había visto que era hombre),
porque ya era tarde. No hice mucho caso y salí a comer porque tenía mucha
hambre. Había pasado una hora o una hora y media cuando regresé para lavarme
los dientes. El huésped seguía en su cama, dormido. Me pareció muy raro
que alguien estando de viaje se despertara tan tarde, 'pero bueno', pensé,
'cada quién, tal vez salió y agarró buena fiesta un día antes y estaba
crudeando o algo así'. Luego bajé a buscar una computadora con
internet para enviarle el email a Rapha diciendo en qué hostal estaba y
la dirección, para que no fuera a irse a otro y perder yo mi dinero del
anticipo. Después de un rato de enviar emails avisando a mi familia que estaba
bien, que había tenido un buen viaje y todo, me salí a la calle a
conocer algo yo solo. Caminé hasta el obelisco, recorrí tiendas, y paseé un
rato. Sólo quería ubicarme.
Eran como las seis de la tarde cuando
volví a mi cuarto a tomar mi libro para leer algo, y vi que el huevón seguía
dormido. No lo podía creer, llevaba todo el día así, acostado en una cama del
hostal. ¿Qué clase de viaje era ese? Para dormir, pensé, te puedes quedar en tu
casa. Ya estaba bajando el sol y este güey no se ha levantado en todo el día.
Me fui otra vez, a la sala a leer mi
libro, y a ver si lograba conocer a alguien del hostal. En realidad solo
estaba haciendo tiempo esperando a Rapha, no lo había visto desde que
regresamos de Italia, en el 2004.
Ya era tarde cuando me dio hambre otra vez
y decidí salir a cenar. Antes de eso fui a dejar mi libro al cuarto para no estarlo
cargando. La persona inconsciente seguía ahí. Esta vez hasta me
asusté, dije este güey está muerto, no es posible que no se haya levantado en
todo el día. Me acerqué para checar que estuviera respirando; no me quería ver
muy acosador, pero quería revisar que no hubiera problemas. El tipo estaba
vivo, entonces lo dejé sin hacer ruido, como todo el día y me fui a cenar.
Cuando regresaba de cenar, por ahí de las
11 de la noche, justo llegaba Rapha al hostal. Lo saludé, platicamos, le
pregunté si quería cenar, dijo que sí, dejamos sus cosas en la recepción y nos
fuimos otra vez al restorán. Ya sentados platicamos mucho, era obvio, no nos
habíamos visto en dos años. Le platiqué, como era de esperarse, del
muertito que teníamos en el cuarto del hostal. El se rió pero no hizo mucho
caso. Cuando regresamos, claro, todavía seguía dormido nuestro compañero de
cuarto.
A la mañana siguiente me desperté, y
aunque no lo crean, seguía el individuo dormido en su cama. No era muy tarde
que digamos, eran como las 9 de la mañana, pero para alguien que durmió todo el
día y toda la noche, era demasiado. Me metí a bañar y cuando terminé siguió
Rapha. Fui al cuarto a tomar mi cepillo de dientes y la pasta para ir a lavarme
la boca y ¡oh, sorpresa! el muertito no estaba. ¡Por fin! se había levantado.
Fui, me lavé los dientes, y cuando regresé ¡estaba el muerto otra vez dormido
en su cama! Me parecía imposible, yo creo que se levantó para ir al
baño nada más. Yo solo pensaba ¡estás en Buenos Aires! Levántate y vete a
conocer algún bar, aunque sea.
Salimos Rapha y yo a ver qué hacíamos en
Buenos Aires. Nos fuimos a turistear. Desayunamos en el hostal, y luego salimos
a dar la vuelta. En la tarde que regresamos el muerto ya estaba despierto y
hasta cambiado. Por fin podía preguntarle si todo estaba bien. Me dijo que era
inglés y que llevaba un mes de viaje por Sudamérica. Había empezado
creo que en Uruguay, no recuerdo bien. Y luego había ido a otro lugar
y luego ya había llegado a Buenos Aires. Le pregunté si había salido
de fiesta la noche anterior a algún lugar. Me dijo que no, pero que
lo más probable era que ese día tampoco saliera porque al día siguiente iba a
ir a un concierto. Me quedé aun más sorprendido. Así que
no había salido antes y como quiera se había dormido todo el
día en el hostal. No me pude aguantar preguntarle por qué había dormido tanto.
Él simplemente me respondió que llevaba mucho tiempo de viaje y estaba muy
cansado. Yo solo pensé, por más cansado que esté yo no desperdicio un día
entero durmiendo.
Después de eso ya no vi mucho al muerto.
Salí con Rapha a un viaje a un rio, organizado por la gente del hostal.
Conocimos a unas muchachas y pasamos los días conociendo bares y lugares
turísticos de Buenos Aires. Luego, el 31 de diciembre nos fuimos a Chile a pasar
el año nuevo con mis amigos. El muerto había quedado ya solo como
una anécdota del viaje.
En Chile pasamos cinco días también.
Pasamos el año nuevo muy festejados. Al otro día me levanté hasta las seis de
la tarde. Pensé en el muerto del hostal, pero me justifiqué con la excusa de
que no dormimos en toda la noche de año nuevo. Al otro día visitamos muchos
lugares de Valparaiso y Viña del Mar. Dos días después estábamos en
Santiago y al otro día volé a Brasil con Rapha.
En Brasil iba a estar dos semanas, era mi
viaje más largo. Volé a São Paulo y de ahí nos fuimos Rapha y yo en autobús
hasta Batatais, que es el pueblo donde viven los papás de Rapha. Estuvimos
yendo a Ribeirão Preto y de regreso. Luego viajamos a São Paulo otra
vez porque Rapha tenía que trabajar. Ahí estuve turisteando con la hermana de
Rapha, y me llevó a muchos lugares de la ciudad. Al quinto día de haber llegado
a Brasil me fui a Rio de Janeiro. El viaje lo hice solo y en autobus. En Rio
estaba Virgilio, que fue mi roomy en Italia. Iba a pasar una semana
con él antes de volver por dos noches a São Paulo y regresar a
México. Ya llevaba poco más de dos semanas viajando, de Argentina a Chile a
Brasil. De Buenos Aires a Santiago, a Viña del Mar y de regreso a Santiago, a
São Paulo, a Batatais, a Ribeirão Preto, a São Paulo a Rio de
Janeiro. Habían sido muchas horas de viaje en autobús. Me sentía cansado, pero
emocionado de conocer Rio y de volver a ver a mi roomy después de dos años.
Llegué a la estación de autobuses y ya
estaba Virgilio esperándome. Nos saludamos con mucho gusto, y me llevó a tomar
el camión para llevarme a un hostal donde podía quedarme. Esta vez iba a estar
solo porque, claro, Virgilio dormiría en su casa. Llegamos al hostal, me
registré y dejé mis cosas. En el dormitorio donde me iba a
quedar había cinco literas, pero solo una de las camas estaba
ocupada. Escogí la que fuera y dejé mis cosas. Salí a conocer Rio.
Virgilio me había advertido antes, me iba a llevar
a conocer todos los bares que valía la pena conocer en Rio.
Me dijo que en cada bar que fuéramos íbamos a tomar una
caipirinha, porque se tenía que probar la caipirinha de cada lugar, pero
primero íbamos a tomar una caipirinha en el mar. Me llevó a un lugar
ambulante donde vendían comida y también, obviamente, bebidas. Pedí la
caipirinha y nos la tomamos frente al mar. Luego nos fuimos a un bar-restorán
muy rico. Otra caipirinha, tal vez dos, por qué no, estaba rica. Y de ahí a
otro bar. Otra caipirinha. Y después a comer-cenar, hacía hambre, y claro si íbamos a
un lugar donde servían caipirinhas, tenía que probar la de 'la casa'. Y yo bien
obediente le hice caso a Virgilio.
Cuando regresé al hostal estaba ya ebrio.
No totalmente pedo, pero si tenía ya mucho alcohol en la sangre.
Estaba cansado, me entró el sueñito de después de comer. Llegué al hostal,
me tiré en mi cama y quedé dormido súpito. Eran las siete de la tarde.
Escuché ruidos y abrí los ojos. Estaba
demasiado cansado y dormido para poner atención a lo que pasaba. Solo vi a
gente entrando y paseando en el cuarto y luego reconocí al encargado del hostal
que me volteaba a ver y pedía disculpas con un gesto, por el ruido que hacían.
A mí en verdad no me molestaba, me quedé dormido otra vez. Me desperté
tiempo después, estaba todo oscuro. Vi mi reloj, apenas eran las diez de
la noche. Tomé agua y me quedé dormido otra vez. A la mañana siguiente me
despertó el ruido de maletas moviéndose dentro del cuarto. Yo no hice caso y
seguí durmiendo, qué cansado estaba. Seguía oyendo el ruido de cosas
moviéndose pero no quería ni siquiera voltear. Me quedé dormido otra vez.
Cuando por fin me pude levantar vi que el cuarto estaba lleno de maletas. Casi
todas las camas estaban ocupadas, pero no había nadie. Bajé al comedor. No
había nadie, ya habían dejado de servir el desayuno. Compré algo de comer justo
afuera y regresé a mi litera. Me quedé acostado y me volví a dormir.
Cuando por fin pude recuperar mis fuerzas
fue cuando me despertó una pareja que estaban en el dormitorio. Finalmente ya
no estaba cansado, pero me dio mucha pena que me vieran acostado.
Eran las dos de la tarde.
No pude evitar pensarlo. Me había convertido
en el muertito inglés que conocí al inicio de mi viaje. Saludé a la pareja,
eran suecos. La muchacha con el pelo a rape muy bonita y el muchacho alto,
también pelón se portaron muy agradables. Platicamos un rato y no me
resistí las ganas de pedirles que no pensaran mal de mí, desperdiciando mi
viaje. Obviamente les conté del muerto de Buenos Aires, y les causó mucha
gracia. Yo llevaba menos de veinte días de viaje, apenas. El inglés
llevaba un mes. Entonces aprendí lo mucho que te puede cansar estar de nómada.
Y aprendí que es necesario un día de descanso, cuando le quieres hacer al
viajero.
6 comentarios:
Chema, me gusto mucho tu relato. Fue muy agradable leerlo, tes do muchos saludos, espero que te encuentres muy bien.
Muchas gracias Vicky. Qué bueno que lo leiste. Ahorita lo estaba checando y tenía muchos errores, de ortografía y errores de dedo, ¡qué pena! Ya los corregí, es que lo escribí todo seguido y no lo revisé antes de postear.
Espero que tu tambien estés bien. Saludos.
Jajaja, me lo imaginé todo. ¡Qué risa con el muerto! Cada vez que llegabas a un lugar pensaba que te lo ibas a topar de nuevo!
Recuerda: Más pronto cae un hablador... ¡si es cojo!
Jajajaja, otra vez gracias por comentar Quetza. Pues sí, cada personaje que te encuentras en los viajes. Y luego convertirte en personaje para alguien más. Hubo muchas anécdotas en ese viaje, quiero contarlas pero no son tan facil de redactar como esta, y aparte son mucho más cortas entonces pues a ver si voy contando el viaje por partes, jaja.
¡Saludos!
Jajaja que chistoso chema!!! Yo tambien me dormiria la vida si llevara un mes como canica en caja de zapatos!!! y mas si anduviera pisteando en todo lados.
Que padre que pudiste conocer todos esos lugares...más cosas de que platicar =)
Feliz Año Nuevo!!!
Jajajajaja, gracias Angie. Sí la verdad ese viaje estuvo bien padre, tengo otras anécdotas que quiero escribir pero todavía no las armo bien para contarlas y que no aburran.
Saludos. Feliz año para ti también.
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